Ciudades

Misionero lucha por un mejor futuro para niños que viven en zonas rojas

Con el objetivo de contribuir en la superación de los niños de escasos recursos, residentes de zonas rojas, y darles herramientas tecnológicas para enfrentar de forma positiva el futuro, el misionero Timothy Martiny fundó la organización Cadaniño.

Timothy Martiny da instrucciones a algunos de los menores que llegan a aprender computación al laboratorio Cadaniño, que impulsa en la colonia Santa Fe, en la zona 13 de la capital. (Foto Prensa Libre: Óscar García)

Timothy Martiny da instrucciones a algunos de los menores que llegan a aprender computación al laboratorio Cadaniño, que impulsa en la colonia Santa Fe, en la zona 13 de la capital. (Foto Prensa Libre: Óscar García)

La organización funciona en la colonia Santa Fe, zona 13 de la capital, donde los estudiantes están distribuidos en diferentes horarios y les enseñan diseño gráfico, programar páginas web y otros programas de computación.


“He aprendido mucho, como programar y a crear juegos. De grande sueño con ser programador”, manifestó el estudiante Wilson Alexánder Chun, quien aseguró que las oportunidades hay que buscarlas para ser un  profesional.

El deseo de aprender es evidente, durante las clases predomina el ruido de las teclas e instrucciones  que brinda el profesor José Eduardo Lux.

Todos miran fijos a la pantalla. Algunos dicen “¡Lo logré!”, cuando terminan la tarea. El recinto cuenta con decenas de libros de distinta temática, pues también se promueve la lectura.

En el grupo se encuentra Diego Salvatierra, de 11 años, quien  ha aprendido programación y su próxima meta es crear sitios web. “Mi mamá me motiva a seguir adelante”, resaltó.

Acción altruista

Como estos estudiantes, más niños han encontrado un espacio para invertir el tiempo en aprendizaje positivo, pues el objetivo es evitar  que se involucren en las pandillas.   

Martiny, 35, de origen estadounidense, recuerda que hace 15 años vino a Guatemala por una  actividad misionera y junto a su familia decidieron quedarse en el país para apoyar a la niñez que está en riesgo por la violencia. 

El proyecto comenzó en Santa Fe en el 2010 con cuatro computadoras y gracias a donaciones ahora atiende a 125 niños, pero el objetivo es atender a más  personas, pues la demanda ha aumentado.

Algunos estudiantes llegan para reforzar lo aprendido en sus lugares  de estudio y otros en el proyecto se  inician en el aprendizaje tecnológico.  

“Los niños tienen la capacidad de aprender, por lo que hay que darles oportunidades”, manifestó el misionero, quien añadió que la organización se sostiene con donaciones de voluntarios. 

“Lo que me  motiva a ayudar es mi fe en Dios, pues cada persona es importante”, resaltó Martiny.   

Llegar a más niños

Cadaniño tiene como objetivo  ampliar la cobertura, pues se necesita un local más grande. El misionero tiene  como meta impartir, en el futuro, cursos de robótica, carpintería y cocina para que más vecinos se superen. 

Martiny resaltó que en las zonas rojas se mueve la venta de drogas, violencia y pandillas, por lo que es importante darle oportunidades  de superación a la niñez.

En el tiempo de clases se usan unos minutos para inculcar enseñanzas bíblicas a los menores y también a los padres de familia se les capacita sobre valores.

Lux, instructor de computación, indicó que el maestro debe observar la capacidad del estudiante para que aprenda de mejor manera. “La primera clase es sobre conocimientos básicos de la computadora”, explicó.

Agregó que entre los programas hay uno que ayuda a los niños para el curso de mecanografía, luego Word  y PowerPoint, entre otros.

Datos del proyecto 

Iniciativa se enfoca en el desarrollo social.

  • Con Q80 mensuales una persona puede patrocinar el estudio de un niño.
  • A partir de los 6 años se puede optar al programa.
  • Tres padres de familia también aprenden computación.   
  • Se pueden donar computadoras y libros en buen estado.
  • Para información se puede escribir a tim@cadanino.net o ingresar al sitio www.lovecadanino.com

ESCRITO POR:

Óscar García

Periodista de Prensa Libre especializado en periodismo comunitario e historias humanas con 12 años de experiencia.