Ciudades

Polvo eres (y en ceniza te convertirás)

La madrugada del 16 de noviembre de 2013 una infección bacteriana acabó con la vida de Paty.  Tenía 53 años, pero aspecto de mujer mayor. Con el cuerpo vencido por la enfermedad, pasó sus últimas semanas postrada en una cama de hospital.

Olga de León, originaria de Retalhuleu, visita las cenizas de Oti, su madre, quien murió hace tres años. (Foto Prensa Libre: Oscar Felipe)

Olga de León, originaria de Retalhuleu, visita las cenizas de Oti, su madre, quien murió hace tres años. (Foto Prensa Libre: Oscar Felipe)

Paty siempre fue consciente de que la muerte llegaría y por eso tomó la decisión que marcaría a su familia: Lesbia Patricia López Chávez pidió a su hijo que su cuerpo fuera cremado. La petición no llegó en la agonía sino cuando emanaba vida, más de cinco años atrás. Para cerciorarse de que su último deseo se cumpliera a cabalidad, compró ella misma el servicio.

David Fernando Durán López, el único hijo de Paty, es evangélico, antes fue católico, pero también cree que el agradecimiento de un hijo es la obediencia. De modo que firmó la autorización de la cremación a pesar las críticas de la familia, desde los tíos hasta su abuela.

“No hay carga más grande para un hijo que cumplir con la última voluntad de una madre: la carga emocional es fuerte”, dice David. “Paty no dejó escrito ese deseo, pero me lo dijo a los ojos, me lo dijo a la cara que quería ser cremada”.

David dice que convertir en cenizas a su madre le dio paz. Incluso, le ayudó a superar el duelo con mayor rapidez. “Fue más natural y más sencillo. Para mí, tocar las cenizas me acercan a mi madre”, dice. “Así la recuerdo más en vida, creo que ella, metida en una cripta, me recordará más a su muerte”.

David aún debe cumplir dos deseos de Paty: llevar mitad de las cenizas a Irlanda, donde vive parte de su familia, y, con el resto, sembrar un árbol o un floral. No ha cumplido con ese pedido porque las leyes de Guatemala lo prohíben. La cremación es una opción a la hora de morir, pero en el país es polémica.

Polvo o ceniza

Las iglesias católica y evangélica la consideran idolatría. El islam la prohíbe, pero el budismo e hinduismo creen que la cremación es la mejor opción, porque el cuerpo solo es el vehículo del alma y una vez muerto no tiene ningún objeto que siga íntegro. Pero en Guatemala, un país eminentemente cristiano, la cremación está tomando peso.

Las funerarias aseguran que el procedimiento (reducir a cenizas un cadáver o los restos de una persona en un horno a más de 900 grados centígrados) es un negocio que va en aumento. Al año, cerca de mil cuerpos son incinerados comparados con solo 17 en 1996, cuando comenzó a practicarse el procedimiento en el Guatemala.

La cremación comenzó en el país en los años 90, después de que la Iglesia Católica aceptó la práctica “solo” en casos necesarios, como cuando alguien muere lejos de su país de origen y es difícil traer el cadáver o cuando un cuerpo queda en mal estado luego de un accidente y verlo podría provocar más dolor a los familiares.

En 1996, el Congreso de la República aprobó el Reglamento de Cremación e Incineración de Cadáveres y Restos Humanos al  mismo tiempo que el Ministerio de Salud otorgó los permisos para el funcionamiento del primer crematorio, propiedad de Corporación Reforma. En enero de ese año llegó a Guatemala el primer horno y el 31 de mayo se realizó la primera incineración en el país y Centroamérica, según Kenneth Lang Monroy, gerente de negocios de esa firma.

La práctica no ha dejado de crecer desde entonces. En Corporación Señorial, otra proveedora, la cremación representa el 5% de los servicios funerarios contratados. En los últimos cinco años, la empresa ha incinerado 339 cuerpos, con un repunte en 2015 de 84 cremaciones. En el 2012, prestó 52 servicios.

En Corporación Reforma, los contratos son mayores. De 1998 al 2003, la empresa realizó cien servicios al año, y en el 2004 la demanda se duplicó. Entre el 2008 y 2011, los servicios llegaron a 300 al año. Desde el 2012 a la fecha se creman arriba de 450 cuerpos por año. A partir de 1996, la empresa ha vendido 20 mil servicios de cremación y ha incinerado cinco mil 500 cuerpos.

La demanda podría aumentar. En Análisis Jurídico-Social de la Cremación en Guatemala, un trabajo de la profesional en leyes de la Universidad de San Carlos, Shirley Waleska Samayoa Rodríguez, publicado recientemente, el 47% de los entrevistados dijo que le gustaría ser cremado a la hora de morir. Del resto (Samayoa Rodríguez no especifica el tamaño de la muestra), un 42% prefiere seguir con la costumbre del entierro y el 11% restante dice ser indiferente.

Faltan espacios

Cuando David decidió cumplir la petición de cremación de Paty también consideró otros factores. Si bien los cementerios son lugares de paz y tranquilidad, no dejan de ser un negocio. Mantener un terreno, un mausoleo o simplemente un nicho tiene un alto costo. El crecimiento urbano de las ciudades también tiene efecto en los cementerios. La mayoría de los camposantos públicos de Guatemala se encuentran saturados. El problema llega a tal extremo que, cuando se terminan los espacios, no hay más solución que la exhumación masiva. 

Este año, solo en el Cementerio General, de la zona 3 capitalina, se inhumaron mil 705 cuerpos y se exhumaron 811. Hay, además, solicitudes pendientes para exhumar mil 772 más.

Similar situación ocurre en los otros tres cementerios públicos de la capital. En La Verbena, solo han inhumado 24 y se han exhumado 577; en La Villa, hay 27 inhumados y solicitudes de cinco exhumaciones; Las Tapias, 87 inhumados y existe solicitud de dos exhumaciones.

En conjunto, en los cuatro cementerios solo hay disponibilidad de dos mil 449 nichos para adultos y mil 72 para niños, y un área de mil 500 metros cuadrados para enterramientos.

Las exhumaciones se hacen periódicamente en el Cementerio General para mantener la disponibilidad de espacios, ya que al día se inhuman entre 20 y 25 cuerpos, según Milton Guillén, administrador de cementerios públicos del Ministerio de Salud. El dato sugiere que los cementerios públicos podrían quedarse sin espacio en muy poco tiempo.

En marzo de este año y por falta de espacio, la administración del Cementerio General de Quetzaltenango, segunda ciudad más importante de Guatemala, solicitó al Concejo exhumar 800 cadáveres cuyos familiares no habían pagado el arrendamiento de los nichos. 

La situación no es más alentadora en los camposantos privados. En el Cementerio Jardín del Hermano Pedro, por ejemplo, está vendido el 98% de los espacios. Solo hay 40 propiedades disponibles.  En Los Cipreses, en la zona 5 de la ciudad, solo hay un 15% de disponibilidad.

En el Camposanto La Colina, cercano a la Universidad de San Carlos, está disponible el 80% de sus 83 manzanas. Las Bouganvilias, en la zona 6, cuenta con disponibilidad del 75% de 16 manzanas. Pero aunque hay espacio los precios son elevados: en  Las Bouganvilias, un nicho oscila entre Q10 y Q13 mil; los jardines, entre Q20 a Q32 mil; y las capillas, de Q88 a Q215 mil.

Los cementerios llenos reflejan el estado de una sociedad: la violencia también contribuye a reducir los espacios disponibles. Hasta 16 personas mueren a diario por hechos violentos, según datos del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif). Solo en abril último, 435 personas perdieron la vida por causas asociadas a crímenes.

De hecho, el reglamento de cremación aprobado en 1996 destaca la urgencia de poner en práctica el mecanismo por la falta de espacios en cementerios. También enfatiza en que la cremación es un mecanismo epidemiológicamente aceptable para la disposición final de cadáveres.

Práctica ecológica 

Para los defensores de la cremación, el procedimiento es más ecológico en comparación con los entierros tradicionales, donde el cuerpo atraviesa por un proceso de descomposición pero también más prolongado. Renato López, Gerente de Mercadeo de Corporación Señorial, dice que es una forma de ayudar al ambiente.

En su tesis, Samayoa Rodríguez establece que la cremación favorece la salud y contribuye a un ambiente más puro, pues el proceso de putrefacción de los cadáveres puede contaminar el suelo, la flora, la fauna y las aguas freáticas. Según una encuesta con médicos que Samayoa Rodríguez cita en su tesis, el 93% de los profesionales cree que  la cremación puede ayudar a evitar enfermedades causadas por un inadecuado tratamiento de los cuerpos. Además, lo consideran el procedimiento idóneo por la falta de espacios.

Pero no todos están de acuerdo con esa idea. Un estudio del Departamento de Ciencias de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Florida, EE. UU., establece que los procesos de cremación emiten contaminantes al ambiente por la generación de monóxido de carbono. Gabriel Valle, ambientalista y miembro de la Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación (Fundaeco), sugiere que las empresas funerarias debieran contar con un estudio de impacto ambiental para  poder funcionar.


Pobreza versus cremación

Sin embargo, aunque cremar un cuerpo pudiese ser bueno para el ambiente, no siempre lo es para las finanzas de una familia. Muchos piensan que la cremación es una buena solución para evitar el pago oneroso de un espacio en un cementerio.

Por ejemplo, Corporación Señorial ofrece el plan de cremación Arena, por Q14 mil y otro, Arcilla por Q15 mil 600, que incluye un espacio en el columbario de las Bellas Artes en el Cementerio Los Parques, en Mixco.  De hecho, convertir en cenizas un cuerpo está lejos del alcance del guatemalteco común. Seis de cada 10 guatemaltecos viven en pobreza, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014. Morir tiene un costo y reducir a cenizas un cuerpo aún no es un servicio público en Guatemala a diferencia de otros países donde los costos son más bajos. En Perú, el 65% de las personas que muere son cremados y el costo para un cuerpo adulto es de Q3 mil 600. En Guatemala, se debe invertir entre Q12 y Q18 mil para la cremación. A esto se deben sumar los gastos funerarios tradicionales, incluso el ataúd para velar el cuerpo. Esos costos no bajan de Q7 mil.

Una cremación en Corporación Reforma, por ejemplo, cuesta Q12 mil 100, solo con derecho al recipiente para guardar las cenizas. El osario es cuenta aparte. Corporación Señorial cuenta con un plan superior que tiene un costo de Q15 mil 600, con derecho a un espacio en el columbario ubicado en el Portal de las Bellas Artes, en el Cementerio Los Parques, en Mixco.

Comprar un terreno en el mismo cementerio es oneroso. En el Paseo Las Gardenias, situado en un lugar preferencial, el costo de un espacio con tres criptas y cuatro osarios es de Q28 ml 567.

Mientras la cremación aún divide opiniones, Paty descansa en paz, ella rompió con el mito, soñó terminar en cenizas y ceniza es. David, su hijo, vive en calma: “No tengo resentimientos, no fue una decisión que yo tomé. Solo cumplí con el deseo de mi madre”.

“La vida sigue”, se reconforta David. El hombre, de 38 años, no tiene la menor duda: seguirá el ejemplo de Paty. “Yo también quiero terminar en cenizas. Es un tema pendiente que tengo que hablar con mi esposa”, dice. “Quiero que al final de mis días me recuerden, como yo recuerdo en vida a mi madre”.

No contaba con terreno

Olga Lidia de León Sánchez también optó por  cremar a Mamá Oti, como llamaba a su madre, Otilia Sánchez, que falleció  en mayo de 2014, a los 68 años.
Debido a los costos y distancia, optó por ese método pese al desacuerdo que existía entre la familia, ya que los servicios funerarios cobraban altos precios por trasladar el cuerpo hasta Retalhuleu, de donde era originaria, además no contaba con un  terreno para sepultarla.

La mayoría de las cenizas de Otilia están en el columbario del Cementerio Los Parques, Ciudad San Cristóbal, Mixco. Otra porción permanecen dentro de un pequeño relicario que cuelga del cuello de Olga. “Son partículas de mi madre. La llevo siempre conmigo”, afirma mientras acaricia la joya, con apariencia de un grueso anillo bañado en oro.

Religiones Opinan distinto

Morir puede ser un problema económico, pero nuestra aproximación a la muerte involucra creencias profundas. Guatemala es un país con una religiosidad arraigada.  Y esas opiniones son importantes (y muy diferentes) entre quienes practican una fe.

El padre Eddy René Calvillo Díaz, canciller de la Arquidiócesis de Santiago de Guatemala, enfatiza que la iglesia católica aconseja a sus fieles la sepultura de los cadáveres, pero no prohíbe la cremación cuando se hace por razones ajenas a la fe.

Calvillo dice que quien lo practica sin razón alguna es un “idólatra” pues el catolicismo enfoca su fe en la resurrección. También critica que las personas se dejen llevar por “lo que ven en películas” y quieren “esparcir las cenizas en cualquier parte”.

Lo ideal, subraya, es depositar las cenizas en un camposanto o en un lugar apropiado para la sepultura y la veneración del cuerpo del difunto. El Papa Francisco dio a conocer en el 2016 las nuevas normas incluidas en la instrucción de la iglesia católica titulada “Ad resurgendum cum Christo”, que prohíbe algunas prácticas  difundidas entre los católicos como conservar las cenizas en el hogar, esparcirlas en el mar o usarlas para confeccionar recuerdos.

La Iglesia Católica considera inconveniente la cremación debido a que el cuerpo humano es considerado el templo de la Santísima Trinidad. Pero la práctica fue finalmente aceptada (con cortapisas) en 1963 durante el Concilio Vaticano Segundo por Juan Pablo II. “Optar por la cremación no significa la excomunión, quien la practique actúa en contra de su propia fe y será un pecado que tendrá que confesar”, dice Calvillo. En Guatemala el 45% de la población practica el catolicismo.

La iglesia evangélica no prohíbe la práctica pese a que la considera “abominable” e incluso “antibíblica”. “Algo que agrava el problema es cuando se riegan las cenizas en diferentes ciudades”, dice César Vásquez, presidente de la Alianza  Evangélica de Guatemala. “Lo vemos como una idolatría, porque esparcir las cenizas como lo hacen en las películas es un sacrilegio”.

En un país donde el 42% se considera cristiano evangélico, esta iglesia, según Vásquez, inculca a sus seguidores a que conozcan las leyes de Dios y puedan decir no a la cremación con razonamiento y madurez.

En el islam se tiene la firme creencia de que el ser humano es la creación de Al-lah (Dios) más bella, completa y justa del mundo, por lo que se enseña y promulga el respeto por el cuerpo humano, no solo mientras está vivo sino luego de que el alma abandona el cuerpo, por lo cual no comparten la cremación, explica Abdul Sattar Khan, líder religioso del islam en Guatemala.  Cuando un creyente ha fallecido, añade, las personas cercanas pronuncia en ese momento: “Todos pertenecemos a Al-lah y a Él retornaremos”.

Pero no todas las religiones rechazan la cremación. Según el estudioso del budismo Andrés Montano, maestro de la Casa Tíbet Guatemala, los budistas creen en el renacimiento y una vez la mente ha salido del cuerpo no hay razón por la cual se deba conservar. Según el budismo, la mente de los individuos necesita entre 68 y 72 horas para abandonar el cuerpo, por lo que la cremación debe realizarse después de ese tiempo.

Detalles

  • Responsabilidades

No se puede incinerar el cuerpo de una persona que murió de forma violenta, en un hecho criminal o en un accidente donde pueda suponerse que hubo un crimen o delito.

  • Temporalidad

La cremación debe hacerse dentro de las 24 y 36 horas después del fallecimiento. No se puede practicar después de 6 años de haber sido inhumado en nicho y 4 en tierra.

  • Por enfermedad

Cuando el fallecimiento es causado por enfermedad infectocontagiosa de grave peligro para la salud pública, la ley permite la incineración del cadáver en forma inmediata.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: