Trayectoria y vocación de maestros dejan huella en comunidades

Hoy se conmemora el Día del Maestro en el país, por lo que se presentan las historias de dos docentes que, por vocación y trayectoria, han destacado en sus comunidades.

Aunque es la directora de la Escuela Oficial Urbana para Niñas No. 2 de Chicuimula, Brenda Lissette Flores Palencia no olvida que los estudiantes son la razón de ser del maestro. (Foto Prensa Libre: Mario Morales)
Aunque es la directora de la Escuela Oficial Urbana para Niñas No. 2 de Chicuimula, Brenda Lissette Flores Palencia no olvida que los estudiantes son la razón de ser del maestro. (Foto Prensa Libre: Mario Morales)

La carrera del quetzalteco Juan Adalberto Escobar, de 58 años, se resume en 35 años de docencia —tres en San Pedro Carchá, Alta Verapaz; 10  en  Las Barrancas, San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango; y  22 en   Los Trigales, zona 7 de Xelajú—.

Escobar recuerda con cariño cuando caminaba 40 kilómetros para reunirse con sus alumnos en Las Barrancas.

Este maestro empezó su labor en 1982, en la escuela Roberto Ponce Ruano, San Pedro Carchá. Tres años después regresó a Quetzaltenango para ejercer como maestro unitario en la Escuela Oficial Rural Mixta Aldea Las Barrancas, donde atendió a estudiantes de 3o., 4o., 5o. y 6o.

Para Escobar, la mayor satisfacción es saber que sus alumnos son ahora profesionales. Por esa razón, la experiencia más agradable que recuerda es cuando él y su compañera, únicos maestros de la mencionada escuela, lograron becas para que sus alumnos estudiaran básicos y después, diversificado.

Seis meses después de haber llegado a Las Barrancas fue nombrado director, ya que su antecesora se jubiló, pero siempre impartía clases. Diez años después fue trasladado a la Escuela Oficial Urbana Mixta Los Trigales.

“Desde que estudiaba primaria imitaba a mis maestros. Sentí esa vocación y al concluir los básicos me inscribí para ser maestro, porque es como ser creador. Todos los grandes profesionales pasan por la escuela primaria, es la plataforma del proceso enseñanza aprendizaje, donde se forman los buenos o malos hábitos”, dice Escobar.

No hay una aldea, un caserío, un cantón sin un maestro que esté formando el presente y el futuro de Guatemala y el director es fundamental para que el establecimiento esté organizado, disciplinado y cumpla sus propósitos. Amo esta profesión, si no la amara me hubiera jubilado desde hace varios años.


También fue director y fundador del Instituto Básico por cooperativa Los Trigales y durante 17 años fue presidente de la Junta de Directores del Área Urbana de Xelajú.

En el 2015 formó parte de un grupo de maestros que desconocieron al líder sindical Joviel Acevedo. Él y sus compañeros se manifestaron   contra   la corrupción y repudiaron que este representara al magisterio.

En su carrera ha recibido varios reconocimientos del Comité de Padres de Familia de la Escuela Oficial Urbana Mixta Los Trigales, el Galardón Departamental del Maestro Distinguido y reconocimiento de oenegés, entre otros.

 Más allá del aula

Aunque nació en la capital, Brenda Lissette Flores Palencia, 50, vive en Chiquimula, lugar de origen de sus padres y donde ha quedado la huella de su vocación docente.

Flores Palencia completó sus estudios de Maestra de Educación Primaria en 1984, en el Instituto Normal para Señoritas de Oriente, y en 1990 cerró el Profesorado en Enseñanza Media en el Centro Universitario de Oriente.

 Ejerció la docencia en la Escuela Oficial Urbana Mixta Aldea Piedra Parada, Jocotán, de 1985 a 1994, cuando fue transferida a El Amatillo, del mismo municipio.

Según vecinos de esas comunidades, además de la buena docencia, Flores Palencia promovió proyectos como la reparación de carreteras, un puente colgante, la introducción de energía eléctrica en varias comunidades y servicio de agua domiciliar, con el apoyo de consejos comunitarios de Desarrollo, así como la construcción de edificios escolares.

Es muy bello el papel del profesor, porque uno debe formar a los nuevos ciudadanos que son el futuro de Guatemala. La educación es el motor de Guatemala y mientras tenga vida seré educadora.


En el 2000 fue trasladada a la cabecera y ocho años después fue ascendida a directora, por su desempeño.

El edificio de la Escuela Oficial Urbana para Niñas No. 2, Florencio Méndez, estaba   deteriorado. “Hicimos gestiones con la   extinta Fonapaz para que nos repararan la escuela. Antes de que dejara de existir esa entidad se logró reparar el 90 por ciento de la escuela, gracias al apoyo de autoridades y docentes”, dijo Flores Palencia.

Con apoyo de   padres de familia impulsó la construcción   de una cocina para la escuela, remozamiento de aulas, mejoramiento de sanitarios y salas de computación.

Flores Palencia ha recibido varios reconocimientos por su labor y actitud activa en la docencia.

“He visto su esfuerzo a la hora de tomar un proyecto y es de agradecerle las gestiones que ha hecho por los estudiantes y la escuela. Se nota cuando alguien tiene amor por la docencia, y la seño Brenda lo ha demostrado”, expresó Aurelio Ramírez, padre de familia.