Deporte Nacional

La ejemplar historia de Carlos Cruz, quien le dijo “no” a las pandillas y ahora enseña taekwondo a niños del basurero de la zona 3

Carlos Cruz es el protagonista de una historia inspiradora. A sus 22 años enseña taekwondo a niños del basurero de la zona 3, después de haberle dicho "no" a las pandillas.

Carlos Cruz, junto a sus alumnos de taekwondo. (Foto Prensa Libre: Cortesía Funog)

Carlos Cruz, junto a sus alumnos de taekwondo. (Foto Prensa Libre: Cortesía Funog)

Carlos creció en la colonia El Limón, en la zona 18. Tiene tres hermanos, el más grande “está en la cárcel… Mi hermana mayor está casada y luego está la más pequeña”, cuenta.

Su vida no ha sido fácil. “Aunque uno lo evite, ve muchos problemas en la familia y en la colonia. Me he librado de ser un delincuente. Hay jóvenes y niños que habían crecido conmigo pero fueron asesinados o están presos, lastimosamente. Es trágico”, confiesa con nostalgia.

El entrenador, quien es parte de la Fundación Olímpica Guatemalteca (Funog), enfrentó a los 9 años uno de los retos más difíciles que la vida le ha presentado: la ausencia de su padre.

“Mi madre siempre se ha esforzado por nosotros; ella nos ha sacado adelante, pues mis papá nos abandonó. Ella tenía muchos trabajos temporales para darnos lo que necesitábamos y ahora se siente orgullosa de mí”, cuenta Carlos, mientras sonríe.

Lleva el taekwondo al basurero de la zona 3

Carlos Cruz llegó al deporte gracias a algunos amigos que ya habían comenzado su propia historia en el taekwondo, en uno de los proyectos de la Funog.

Carlos da indicaciones a una de sus alumnas. (Foto Prensa Libre: Cortesía Funog)

Cuando tomó la decisión de ir y cumplió con su primer practica, con el entrenador Óscar Cajbón, fue felicitado por sus cualidades y potencial y eso lo motivó para continuar, a pesar de ir algunas veces sin haber comido.

Con el transcurrir del tiempo y por la necesidad económica que había en su casa, decidió pedir una oportunidad para laborar y poder generar ingresos y apoyar a su familia.

“Me dieron la oportunidad de empezar como asistente de entrenador de Byron Acajabón para generar ingresos y apoyar en mi casa. Él me ha ayudado mucho y me ha brindado mucha de su sabiduría”, asegura.

Cruz ahora da clases a niños y jóvenes en una escuela en el basurero de la zona 3. Se ha encariñado con sus alumnos, a quienes llama “mis niños” y son la motivación que necesita.

“El primer día que conocí a mis niños, vi que querían despejar su mente y salir de todo lo que viven. Llegué a tener 27 alumnos. Es un trabajo agotador pero me gusta”, revela.

Carlos Cruz, durante una de las sesiones de entrenamientos. (Foto Prensa Libre: Cortesía Funog)

Carlos cuenta que todos sus alumnos tienen historias conmovedoras. Pero recuerda uno en especial, que “sufría de bastante maltrato. El salía a las calles a recoger botellas y tener dinero para poder comer. También hay niños que les daba pena llegar porque sus zapatos estaban rotos”.

Aunque en estos días los entrenamientos están en pausa por la pandemia del coronavirus, Carlos intenta seguir en comunicación con sus alumnos, a quienes “extraña” mucho.

Además de dar clases de taekwondo, Carlos Cruz se graduó de bachiller en ciencias y letras con diplomado en medicina, aunque ya no pudo seguir estudiando para ser enfermero y espera algún día retomar los estudios.

También tiene una nueva inspiración: su bebé de 4 meses, por quien trabaja y se esfuerza todos los días, al igual que su esposa.

Carlos junto a su esposa y su hijo. (Foto Prensa Libre: Cortesía Carlos Cruz)

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: