La Policía disparó gases lacrimógenos y balas de goma para dispersar a los manifestantes, unos 500 según fuentes policiales y más de mil según los organizadores, que fueron sumando adeptos a través de las redes sociales a lo largo del día.
Los gases afectaron a algunos hinchas que acudían al estadio y muchos manifestantes huyeron hacia las áreas verdes cercanas al estadio. La policía detuvo a un número no precisado.
“A la Copa del Mundo renuncio, quiero más dinero para salud y educación”, fue el lema de los manifestantes, que desde primeras horas de la mañana fueron acercándose al estadio, eludiendo el perímetro de seguridad de la policía de manera pacífica, hasta que llegaron a las puertas del escenario.
“Esto es un efecto cascada, lo vi en las redes sociales y vine”, dijo a la AFP Thiago Von-Grapp, estudiante de enfermería de 19 años, que fue alertado por internet de la protesta y fue a engrosar las filas de la protesta.
“Vinimos a dar nuestro apoyo, para mostrar que este país no solo está hecho de fútbol y carnaval”, dijo la estudiante Angelita Torres.
“Educación, seguridad, salud, todo sale perdiendo con esta Copa del Mundo”, denunciaba otro joven en rechazo a los 15.000 millones de dólares de dinero público del gobierno destinados al Mundial-2014.
“Nuestra prioridad es mantener la seguridad y la tranquilidad”, había dicho a la AFP el coronel Antonio Evangelista Adilson.
Unos 3.000 policías protegen el estadio, y las fuerzas de choque y a caballo crearon barreras para impedir el acceso de manifestantes.
Al mismo tiempo que eran contenidos los manifestantes, miles de hinchas iban llegando y haciendo sus filas para entrar en el estadio Nacional Mané Garrincha para el ver el juego de apertura Brasil-Japón por la Copa Confederaciones.
“Tienen derecho a protestar, pero podrían haber elegido otra fecha”, dijo Isanio Lopes, que llegó al estadio para ver el partido inicial de este torneo que es una suerte de ensayo para el Mundial.
El viernes, otras 400 personas habían protestado contra los millonarios gastos del Mundial y quemaron neumáticos cerca del estadio, impidiendo el acceso.
La policía había indicado que no permitiría que ese perímetro de seguridad fuera nuevamente rebasado.
Los manifestantes en Brasilia se solidarizaron con las protestas que se han extendido en las principales ciudades de Brasil en los últimos días, –principalmente Sao Paulo y Rio de Janeiro– contra el aumento del pasaje del transporte público, y que dejaron decenas de heridos y cientos detenidos.
Brasilia solamente recibe la apertura de la Confederaciones y su nuevo estadio fue el más caro de la copa, un gasto de más de 600 millones de dólares.
Las protestas tienen lugar además en momentos que Brasil experimenta un débil crecimiento económico y una inflación de 6,5% anual, en el techo de la meta oficial, lo cual ha provocado una caída de la popularidad del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff.
Además de las Copas Confederaciones y el Mundial, Brasil organizará los Juegos Olímpicos de 2016 en Rio. Y su capacidad para asegurar grandes eventos será puesta a prueba otra vez este julio con la llegada del Papa.