
Cuatro lesiones de gravedad —esguinces, fractura de tibia y peroné, pubalgia, rupturas de isquiotibiales— y un amor que permanece en el cielo —Rubén Fernando, su hijo, quien murió a una semana de haber nacido—, son de las pruebas que le ha tocado vivir al Salamá Martínez y que ha superado.
Dejar el futbol fue una idea que lo persiguió durante algún tiempo, luego de que quedó al margen del equipo Xelajú MC, hasta que Guastatoya, de Amarini Villatoro, volvió a creer en él y le abrió las puertas.
“Pasé un año y no me recuperaba de la pubalgia, y por eso pensé en retirarme, hasta que Guastatoya apareció y me abrió las puertas. Me dio una segunda oportunidad para seguir jugando al futbol”, confesó Martínez.
El futbolista contribuyó con un gol y una jugada que se convirtió en anotación, la confianza del equipo oriental, que está arriba en la serie 2-1 frente a Comunicaciones, en la gran final del Apertura.
“Recuerdo bien que le dije a la Toña Márquez —José—, tirala al primer poste, voy a ir ahí y la voy a desviar. Le agradecí a Dios por marcar en una final”, expresó.
El futbolista de Salamá fue campeón con Xelajú MC en el Clausura 2012 y con Guastatoya, en el Clausura 2018, pero con ninguno jugó las finales por estar lesionado.
Los golpes le han enseñado al artillero —nueve tantos en el Apertura— a llevar la vida con calma y ser agradecido.
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“Todos mis goles se los dedico a Jesús porque él es quien me tiene aquí. Soy cristiano. Me convertí en el 2011, después de que falleció mi hijo, y por un problema familiar”, refirió el goleador, quien ahora vive motivado y su familia es el principal motor para seguir adelante.
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