“Busqué unos baberos y no me gustaron, así que decidí confeccionarlos yo; pensé, no tengo y no sé usar una máquina de coser, pero aunque sea a mano los elaboro yo”, recuerda la empresaria.

Encontró telas bonitas y toallas para coser baberos. “Mi madre se dio cuenta de mi intención y ella me heredó su máquina que tenía sin usar”.

La emprendedora publicó en sus redes sociales su creación y sus amigas la motivaron para venderlos. Torres vivió entonces su primera desilusión, ya que no vendió ninguno, pero eso no la desanimó.

Después de algunos intentos con otros accesorios y de probar con varios tipos de telas finalizó sus creaciones, que sin saberlo, meses después, serían un éxito para otras familias.

Agregó que una amiga le pidió que fabricara bufandas tipo infinitas, pero la sorpresa fue que el pedido era de 36 artículos. Torres dudó de aceptar el proyecto, pero con el apoyo de su familia y esposo entregó el encargo con éxito.

Sin saberlo, ese producto sería un éxito en su círculo; después, le surge la idea de combinar las pañoletas con baberos para su hija y los pedidos fueron aumentando.

Conforme fue creciendo su hija, ella necesitó más accesorios que se adaptaran a su etapa de crecimiento, y entonces creó otros productos.

Debido al éxito de las bufandas y baberos tuvo la necesidad de contratar a una persona para que le ayudara con la confección.

“Nunca imaginé que tendría que contratar a alguien para la creación de los artículos, es una satisfacción poder ayudar a alguien más, de hecho, las dos nos ayudamos, ella me enseña procesos más rápidos”, relata la emprendedora.

En la página de Facebook, Torres comparte ideas para que los padres y sus hijos combinen sus accesorios,

La emprendedora adapta los accesorios según la temporada, no tiene límites para crear y usar su imaginación en los productos. Se adapta a lo que sus clientes le soliciten, no hay barreras, asegura.