Economía

Los tres mosqueteros de la política comercial de Trump

Pasando más allá de la controversial personalidad del nuevo presidente de Estados Unidos, vale la pena analizar quienes ejecutarán lo que ha dicho y cuáles serán las dependencias que estarán a cargo.

La primera: la Secretaría de Comercio (lo que aquí es un Ministerio) a cargo de Wilbur Ross un multimillonario de casi 80 años especialista en rescatar empresas en quiebra, y talvez por eso el presidente lo reclutó como salvavidas del comercio exterior cuya balanza adolece de un gran déficit.

Ross ha dicho que se deben renegociar los Tratados de Libre Comercio en varios aspectos: medidas que busquen que las ganancias del comercio derivado de los Acuerdos de Comercio lleguen a ambas partes y ello es lo que más critica del NAFTA especialmente con México, incluir medidas de alivio inmediato cuando un país imponga barreras no arancelarias a los productos de USA.

Castigar la manipulación cambiaria, disposiciones en contra de quien viole la propiedad intelectual y reforzar medidas sanitarias de inocuidad y ambientales. Se dice que su orientación irá más a que los productos de Estados Unidos recuperen posiciones en los mercados, que hacia la protección: La segunda oficina es la del Representante Comercial conocida como USTR a cargo del abogado Robert Lighthizer de 69, con 30 años de experiencia en negociaciones internacionales defendiendo la industria estadounidense.

Finalmente, la tercera dependencia: una nueva oficina denominada Consejo Nacional del Comercio que será desempeñada por Peter Navarro, economista de 67 años, encargado de asesorar al presidente en estrategias comerciales.

Navarro ha enarbolado la crítica contra China por aplicar subsidios a la exportación, manipulación de la moneda, malas condiciones laborales y violación de propiedad intelectual. Ha dicho que china ha hecho alianzas perversas con empresas norteamericanas en contra de los intereses de los Estados Unidos.


La ventaja que se puede vislumbrar para Centroamérica es que el mismo secretario Ross ha dicho que el CAFTA es de los acuerdos buenos firmados por su país. Los resultados han sido ventajosos tanto para Estados Unidos como Centroamérica. Por lo tanto, no pareciera estar en la lupa de una renegociación.

Esta posible ventaja no significa que nos crucemos de brazos, pues sin duda todos estos cambios nos pueden representar una oportunidad si nos preparamos para aprovecharla.

La duda que se ha generado en las empresas de Estados Unidos que han colocado sus producciones en Asia o en México, puede abrir espacios de inversión para nuestra región siempre y cuando se trabaje duro en mejorar las condiciones para atraerlos e impulsar la competitividad nacional que está golpeada por diversas situaciones como por ejemplo el tipo de cambio, la eliminación de los programas de incentivos y el alto costo de los procesos y de la logística.

Sin duda estamos a punto de presenciar una gran guerra comercial entre gigantes, donde el presidente de USA tiene las facultades para imponer muchas restricciones al comercio, a las inversiones, además de contar con los mejores conocedores para aplicarlas.

Bien haríamos en terminar de cumplir los pocos compromisos que aún quedan pendientes en el CAFTA y en mapear todas aquellas actividades donde Guatemala se ha convertido en un importante aliado para algunas industrias norteamericanas como es el caso de los textiles o el abastecimiento de cadenas alimentarias. Asimismo, reforzar alianzas con otras regiones, fortalecer la promoción comercial en otros mercados y mantener mucha atención en el mercado centroamericano.

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