Economía

Rechazo y más rechazo a quienes bloquean

Llegando en este año a 33 bloqueos en carreteras, puertos, aduanas terrestres y aéreas, puedo imaginar la satisfacción que sentirán los organizadores de estas manifestaciones por la destrucción lograda, ese es su propósito, llamar la atención destruyendo el trabajo y la vida de los demás.

Si le ponemos un promedio de 3 días en cada paro, suman 99 días, que solamente en términos de comercio y recaudación podría llegar a destruir más de 600 millones de quetzales.

Si se agrega, que en un día dice la SAT que recauda Q42 millones por comercio exterior… cuanto se dejan de captar en 20, o 30 días de paros a lo largo del año?

Ciertamente, yo hablo por los enormes costos económicos provocados a la producción del país.

Estos señores piensan que porque es un gran contenedor que va para un puerto, no importa que se pierda, ya que seguramente es de una gran empresa que resiste.

Pues sepan que en cientos de esos contenedores, va la producción nacional y ello también incluye la de pequeños productores agrícolas o artesanales que acopian entre miles, para llenarlo.

Que van cientos de pilotos que han logrado comprar un cabezal y que viven del número de viajes que hacen, entre menos viajes, menos ingresos para ellos.

También va la producción de esas grandes empresas que han arriesgado su capital nacional o extranjero para invertir en Guatemala y que tienen compromisos que cumplir, y de no hacerlo, los clientes tienen demasiadas opciones donde comprar, y dejar a miles de personas sin trabajo.

Como que los maestros, necesitan quien los eduque un poco sobre la destrucción que provocan.

Pues sepan que también provocan el rechazo y la cólera de miles y miles de personas a quienes les cortan la libre locomoción, y miles de personas a quien sin ningún derecho, le están poniendo en riesgo su sustento.

No están logrando la menor simpatía, menos ahora que se ha descubierto que quienes organizan dichas manifestaciones, formaban parte de esos grupos que aprovechándose que el Estado es un patrón que no es representado por sí mismo, sino por personas pasajeras que en muchos casos por comprar gobernabilidad, han hecho acuerdos irresponsables pues a fin de cuentas, es al Estado al que le caen como aves de rapiña, pidiendo en forma desmedida cada vez más y más.

Que recuerden estos manifestantes que la sociedad guatemalteca en el 2015 exigió cambios, y sin duda los estamos viendo en materia de combate a la corrupción y aplicación de justicia, en materia del congreso, en materia de un sector privado lanzando una propuesta seria sobre finanzas y economía, con el fin de dotar al Estado de más recursos dirigidos con prioridad, justamente a la educación y salud.

Más les vale que usen su energía para subirse a los cambios de la nueva Guatemala, denunciar a todos los que no trabajan, a los que no llegan a dar clases, a los que no se esfuerzan estudiando para formar niños que siguen saliendo con esos lamentables índices de lectura, comprensión y no digamos ciencias.

Si su objetivo fuera autentico, entenderían que sus demandas tendrán espacio, cuando la basura que llevó a la situación en que están haya terminado de salir del Estado y esa es la tarea a la que deberían de contribuir y no fastidiarnos a todos los guatemaltecos.

Ya es hora que los pongan donde tienen que estar.

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