Economía

Tomar una decisión para la próxima generación

Nos referiremos a cierto tipo de decisiones que implican poco tiempo para decidir y elevado riesgo, no a decisiones cotidianas y sin mucha trascendencia para la persona. 

Partamos diciendo que gran parte de nuestras decisiones obedece a una gratificación inmediata, olvidando los impactos de las mismas en el mediano y largo plazo, lo cual pone en duda si realmente usamos nuestra zona racional apropiadamente.

Un buen tomador de decisiones posee alternativas, tiene opciones, en otras palabras, establece un plan “B”. Gran parte de las situaciones donde la decisión se vuelve lenta y equivocada obedece a que no tenemos varios escenarios, lo cual convierte al tomador de decisiones en dependiente y sujeto a tener que decir sí, con las consecuencias que ello puede implicar.

Veamos dos ejemplos sencillos. Estoy comprando vivienda y caigo en la trampa emocional de: un descuento, el vecindario, los baños o la cocina; sin integrar otras opciones, condominios y lugares, limitando un verdadero análisis de posibilidades similares o mejores. Cuántos de los lectores vivimos hoy en un lugar que no tiene las condiciones esperadas, todo gracias a una reacción de la emoción, con muy poca racionalidad.

En el campo empresarial ocurre igual, cómo puede ser que un proveedor se aproveche de sus necesidades de materia prima o una emergencia en la zona de producción para cambiar precios, eliminar calidades, disminuir plazo de pago, incumplir con los pedidos y simplemente usted tenga que aceptar. Las áreas de compras de las empresas deben disponer de un abanico de proveedores que facilite mejores negocios.

Un buen tomador de decisiones debe resolver ciertos dilemas; compro o no, continúo con una relación o la termino, recibo licor o cigarrillo que me ofrecen o lo rechazo; estas son responsabilidades de la persona y la compensación la tendrá en el futuro, las decisiones impactan luego de ser tomadas, en especial las trascendentales, y aquí viene el dilema más grande, muchos humanos queremos recompensas inmediatas.

Un ejercicio que impactaría positivamente nuestra cultura y que puede servirnos como práctica en la toma de decisiones es, por ejemplo, eliminar la hora chapina, no seguir promoviendo que la gente y los ejecutivos cumplidos paguen por hábitos perezosos que generan incompetencia, molestia y pérdidas que no se miden en dinero, pero que son abismales; en una investigación sobre el tiempo de espera en ejecutivos, el tiempo muerto en promedio es de 85 minutos diarios.

Esta columna no busca que usted acumule información, la idea es que aprenda y se aprende cuando se actúa para confrontar la teoría y sacar conclusiones; animémonos a tomar una decisión y emprender una cruzada contra los que creen que pueden jugar con nuestro tiempo, estoy seguro que mejoraremos como guatemaltecos y nuestras empresas serán mejor catalogadas. Tomemos una decisión que impacte en la próxima generación, huyamos a esa gratificación inmediata, de no perder al amigo o la molestia que podemos ocasionar, le seguro que vale la pena. Hasta la próxima.

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