Esta es la tercera vez en cerca de un siglo en que un representante de los empleadores es elegido para dirigir la conferencia, que es la reunión más importante que celebra cada año la organización.
En ella participan unos 4 mil delegados de gobiernos, sindicatos y patronales de sus 185 países miembros.
Al asumir la responsabilidad de dirigir los debates y trabajos de la conferencia de la OIT en las próximas dos semanas, Funes declaró que la organización vive “una época de cambios, lo que no significa poner de lado nuestros valores, sino adaptarlos a la nueva situación” .
En su intervención en la sesión inaugural, el director general de la OIT, Guy Ryder, encargó a los participantes examinar lo que se necesita hacer para reforzar las acciones destinadas a terminar con el trabajo forzado.
“Hay 21 millones de víctimas de trabajo forzado en el mundo. Si miramos con atención a esta inquietante realidad tendremos que concluir que no se trata simplemente del residuo de abusos del pasado”, señaló.
Por el contrario, sostuvo que “el trabajo forzado está mutando, recreándose a si mismo de una manera más agresiva”.
Según estimaciones presentadas la semana pasada por la OIT, el trabajo forzado genera un movimiento económico de US$150 millones.
En otro pasaje de su discurso, Ryder pidió poner atención en la necesidad de que los países avancen hacia la formalización del empleo, como una forma de ofrecer protección y mejores condiciones a los trabajadores, lo que a su vez contribuye a mayores ingresos para los Estados.
Llamada frecuentemente “el parlamento del trabajo” , la conferencia anual de la OIT es la responsable de adoptar las normas de trabajo internacionales y es uno de los foros de discusión más importante para cuestiones laborales y sociales.