Revista D

El señor de la marimba 

<div> Su guapachoso conjunto musical pone el sabor <span style="font-size: 12px;">en las fiestas de Guatemala y del extranjero.</span></div>

<span style="font-size: 11.9999990463257px;">Fidel Funes en su estudio, en la zona 11 de la capital (Foto Prensa Libre: Esbin García).</span>

Fidel Funes en su estudio, en la zona 11 de la capital (Foto Prensa Libre: Esbin García).

“¡Muy buenas noches amigos! ¡Todos a bailarrrr!”, se escucha en un amplio recinto donde ya no cabe ni una pareja más. Empieza a sonar Fidel Funes y su marimba orquesta. Todo está preparado para que la noche esté prendida, muy deliciosa, guapachosa y jacarandosa.

“Yo no sé qué le pasa a Rosita, que la veo conmigo indiferente”, canta Ricardo Coco Funes, quien hoy es la voz principal de la famosísima agrupación de su padre, Fidel Maximiliano Funes Nolasco.

La gente está alegre. Desde el principio le agarra sabor al bailongo. Tan solo ha pasado una canción y el público ya está sudando. En la siguiente melodía, la marimba toma más velocidad. Los asistentes, claro, le siguen el ritmo.

Esa marimba orquesta, que aún es una de las más famosas del país, fue fundada hace 35 años por Fidel Funes, un amable y jocoso señorón que el 12 de marzo del 2016 cumplirá 60 años.

Su carrera en la música ha estado plagada de éxitos, los cuales, asegura, han sido fruto de mucho trabajo, perseverancia y desvelos. “Pero las alegrías siempre son más”, agrega.

Don Fidel nació en la finca El Perú, en El Tumbador, San Marcos. Su abuelo y su padre eran marimbistas, así que ese instrumento musical siempre estuvo en su sangre. Tanto le gustaba que, con tan solo 12 años, salió de su casa y se mudó a la capital para aprender a interpretarla —en ese tiempo vivió con una hermana—.

De día repartía pan en una bicicleta que tenía dos grandes canastos, uno adelante y otro atrás. El ciclo básico lo estudió en la jornada nocturna del instituto Domingo Betancourt, en la zona 3. Fueron tiempos difíciles, pero el esfuerzo valió la pena.

¿Sus padres estaban de acuerdo con que se dedicara a la música?

Mi mamá no quería, porque decía que solo iba a aprender a chupar —ríe—.

¿Era cierto?

—Más risas—. Mire, la verdad es que si uno quiere perderse, en cualquier medio lo hace. Además, dicen que donde hay licor y mujeres, los amigos abundan.

¿Usted era traidero?

La verdad es que sí; fui tremendo —ríe—. Uno en su juventud es inquieto, pero luego llega la madurez. Uno piensa: “Bueno, ya fregué mucho, me voy a calmar”. Ahora, a mi edad, estoy “tranquilón”.

¿Quién le enseñó a ejecutar la marimba?

Mi maestro fue Daniel Chacón, quien tenía una marimba donde participaban hombres y mujeres. Se llamaba Happy Boys. Con ellos empecé cuando tenía 14 años.

¿Continuó sus estudios en otros sitios?

Sí. Estuve cuatro años en el Conservatorio Nacional de Música. De hecho, el año pasado les doné una marimba porque la que tenían ya estaba viejita. ¡Tenían la misma en la que aprendí, a principios de la década de 1970! ¡Imagínese!

¿Qué recuerdos tiene de esos primeros pasos?

La primera presentación que tuve fue un sábado en San José El Golfo y me pagaron Q12, mientras que en la panadería ganaba Q15 al mes. Fue ahí donde me di cuenta de que podía vivir de la música.

¿Qué vino después?

Formé parte de varias agrupaciones, entre ellas Marimbas que cantan, la Gallito y La Gran Continental. Las tres eran de las más famosas en los años sesentas y setentas. Luego me pasé con Checha y su India Maya, donde tuve la oportunidad de estar por cuatro años. También, por dos años, participé con Léster Godínez y la Marimba de Bellas Artes.

¿Cómo nació su grupo, Fidel Funes y su marimba orquesta?

El comienzo fue accidentado. Con un grupo de músicos de San José Pinula formamos la marimba orquesta Indiana, y grabamos un disco con la canción Una casa en el aire, la cual tuvo éxito en la radio.

Pronto, un señor llegó a mi casa y me dijo que el nombre del grupo lo tenía patentado. En respuesta, le ofrecí comprárselo, pero no quiso. La cosa es que ambos entramos en rebeldía y, cierto día de 1980, la Policía llegó por mí y me metieron a Pavón por uso indebido del nombre comercial —ahí pasó alrededor de un mes—.

En la cárcel, un promotor y un representante de mi casa disquera me propusieron cambiar el nombre de la marimba por el de Fidel Funes y su marimba orquesta, a lo cual accedí.

¿Cuándo debutó su grupo?

El movimiento empezó a finales de julio de 1980, pero puede decirse que nuestro lanzamiento fue el 7 de diciembre, cuando les ofrecimos un convivio a los locutores, a quienes les regalamos nuestro primer disco, uno de 45 rpm.

¿En qué se inspira para componer sus canciones?

La mujer es el motivo principal para que un hombre encuentre inspiración. Mis canciones se refieren a ellas en un 80 o 90 por ciento. Es así que han salido melodías como Ilusiones o Mala mujer.

¿Cuál fue la época de auge para las marimbas orquesta?

Fue la década de 1980. En esa época hubo por lo menos 13 emisoras que difundieron nuestra música, además, las de circuito cerrado que operan en los mercados. Creo que sonábamos alrededor de tres mil 800 veces mensuales. Ahora son pocas.

¿A qué se debió el bajón?

Allá por 1990, las radios empezaron a transmitir merengue y salsa; la marimba, quedó fuera. Por eso, en ese año todos los integrantes de la agrupación nos fuimos a vivir a México DF, donde había más trabajo para nosotros. Hicimos giras por Chiapas, Oaxaca y Jalisco. En el Distrito Federal empezamos tocando en un club nocturno que se llamaba Tropicana, cerca de la Plaza Garibaldi. Por allá estuvimos tres años.

¿Cuál es el éxito de Fidel Funes y su marimba orquesta?

Que creamos nuestra propia música. Fue así como entramos en el corazón de la gente. A nosotros no nos piden pasito duranguense, bachata, ni reguetón.

¿En qué lugares tienen una fuerte presencia?

En toda la República, mucho gracias a las Fiestas Patronales. También en Estados Unidos —Oklahoma, California, Florida, Georgia o Texas, por ejemplo—. Por allá, además de los guatemaltecos, nos ven muchos mexicanos y salvadoreños.

¿Cómo lo reciben en San Marcos?

Dicen que nadie es profeta en su tierra —ríe—. Soy de El Tumbador, pero ni a patadas nos llevan por allá.

¿Le da pánico estar arriba, en el escenario?

La verdad es que no. Lo que sí me da miedo es que no vaya a caber tanta gente en un recinto.

¿Alguna vez se llevó mal con César Augusto Gálvez, de Checha y su India Maya?

Nos dejamos de hablar por algún tiempo, cuando me salí de su grupo para formar el mío. Pasados los años quedamos como amigos. Además, me gusta la rivalidad cuando es sana, porque eso exige a que uno se supere.

¿Quién heredará a Fidel Funes y su marimba orquesta?

Tengo dos hijos músicos. Uno se llama Fidel, pero vive en México desde hace 10 años. El otro es Ricardo Coco, quien es la voz principal de la agrupación.

¿Cree que en Guatemala, alguna vez, vaya a desaparecer la marimba orquesta?

No lo creo. La gente la ama.

¿Piensa jubilarse?

No. En el panteón habrá tiempo para descansar.

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