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En los adolescentes alcanza al 37.8%, y para el 2030 se prevé que en el país haya 1 millón 262 mil menores con dicha condición. Mientras que en los adultos, actualmente uno de cada siete tiene este problema de salud, pero la pandemia del covid-19 habría engrosado las cifras.
De acuerdo con Jessica María Ramírez Girard, magister en Nutrición y catedrática del curso de Dietética en la Universidad Panamericana, en los últimos meses se ha visto un aumento de casos de obesidad a nivel clínico, debido al confinamiento, cambios en el estilo de vida, a la alimentación y al estrés que ha generado la emergencia sanitaria.
En agosto pasado la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advirtió que las largas cuarentenas para prevenir el covid-19 podrían disparar las tasas de obesidad en los países, no solo por lo antes expuesto, sino también porque los ingresos económicos de los hogares serían mermados y con ello las posibilidades de acceder a una dieta de calidad, donde se da prioridad a productos más baratos, con contenidos altos en calorías, azúcar, grasas y sal, según lo ha hecho ver la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
No hay registros estadísticos del aumento de la obesidad en Guatemala durante la pandemia, pero en países como México, Argentina, Perú y Chile sus habitantes tuvieron un aumento de peso entre 8.5 y 7.5 kilos (18.7 y 16.5 libras), según la investigación Actions & Interventions for Weight desarrollada por la firma Ipsos, en la que se entrevistó a cerca de 22 mil personas de distintos países entre octubre y noviembre del 2020, sobre sus hábitos alimenticios y rutinas en la cuarentena.
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La obesidad va en aumento entre los guatemaltecos y los pone en riesgo de tener enfermedades crónicas no transmisibles (ENT) como diabetes, hipertensión, síndrome metabólico, enfermedad renal crónica, problemas cardiovasculares y algunos tipos de cáncer, y con ello, requerir atención médica especializada.
Entre enero a junio del año pasado en el Sistema de Salud Pública se atendieron 192 mil 468 casos de enfermedades crónicas, un período en el que las consultas externas de los hospitales restringieron el servicio, pues desde marzo se cerraron por la emergencia sanitaria, sin embargo, el número de pacientes fue alto. Mientras que en el 2019 se recibió a 424 mil 860 casos.
Pero el problema es global, durante el 2016 en América Latina y el Caribe cerca del 75% de los fallecimientos, un total de 2,8 millones, estaban asociados a ENT, según el informe Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional, América Latina y El Caribe, que también señala que en 2016, la probabilidad de muerte por dichos padecimientos entre los guatemaltecos entre 30 y 70 años fue de 14.9%.
Tener obesidad también representa un mayor peligro durante la pandemia, ya que las personas están más expuestos a contraer una forma grave de covid-19, debido que su sistema inmunológico no actúa tan eficazmente y a que tienen menos capacidad de ventilación pulmonar, además que está asociada con problemas cardiovasculares.
Dos extremos, dos realidades
El sobrepeso infantil se refiere a que un niño tiene un peso muy alto para su edad, y está relacionado con la ingesta de productos altamente calóricos y una baja actividad física.
Dicha condición ha tenido un aumento significativo en este grupo poblacional de América Latina, entre 1990 y 2019 pasó de 6.2% al 7.5%. Sin embargo, al ver los datos por país, Guatemala muestra una reducción a partir de 1995, cuando las cifras oficiales indicaban un 6.20% de niños con sobrepeso u obesidad, dos décadas después se registró un 4.7%. Pero, por el otro lado está el retardo de crecimiento que afecta a uno de cada dos menores de cinco años.
Es allí donde se habla de la doble carga de la malnutrición, cuando cohabitan en un mismo territorio, en un mismo hogar o hasta en un mismo individuo, la desnutrición y el sobrepeso u obesidad. Ambas condiciones están relacionadas con factores como inequidad en el acceso de alimentos, entre otros, y conviven en uno cada tres países de la región.
“La doble carga de la malnutrición es un problema típico en Guatemala, dado que tenemos un alto porcentaje de desnutrición. En las madres embarazadas con desnutrición podría ser que sus bebés, aparte de tener desnutrición, a largo plazo presente enfermedades crónicas no transmisibles y una de ellas es la obesidad”, señala Ramírez Girard.
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La población femenina es la más afectada por la obesidad, se reporta que cerca del 52% de las mujeres en edad fértil la padecen. El riego es que ellas tengan hijos con desnutrición, y el 18% de los hogares guatemaltecos encaja en esta situación, donde convive la obesidad y el retardo de crecimiento.
Si bien, el informe señala que las tasas más altas de desnutrición se observan en las áreas rurales, entre población indígena, con niveles altos de pobreza, donde los niveles de escolaridad son bajos, el trabajo informal es alto y el acceso a servicios es menor, los casos de obesidad se ven en todos los niveles, aunque se concentran en zonas urbanas, donde hay mayor ingreso económico, acceso a servicios y con trabajos formales, aun así, quienes tienen menos recursos de esas áreas son más vulnerables.
En Guatemala, Sacatepéquez y Zacapa son los departamentos con mayor prevalencia de sobrepeso en niños menores de cinco años, con un 8%.
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Impacto económico
La doble carga de la malnutrición representa un costo alto para el país, en el 2018 fue de US$12 mil 34 millones, que equivalía al 16,3% del Producto Interno Bruto (PIB), de los que cerca de US$8 mil 220 millones eran por la desnutrición, y US$3 mil 813 millones se atribuían al sobrepeso y a la obesidad, refiere el documento.
Durante el período 2019-2082, tendría un costo anual de US$6 mil 700 millones, que sería un 9,1% del PIB anual.