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Rescatistas vivieron la erupción del Volcán de Fuego desde el Acatenango

Jorge Luis Altuve, montañista y rescatista guatemalteco, grabó desde el Volcán Acatenango la feroz erupción del Volcán de Fuego el 3 de junio de 2018.

El montañista guatemalteco, Jorge Luis Altuve captó los momentos de la erupción del Volcán de Fuego. (Foto Prensa Libre: Tomada de Facebook)

El montañista guatemalteco, Jorge Luis Altuve captó los momentos de la erupción del Volcán de Fuego. (Foto Prensa Libre: Tomada de Facebook)

Su deseo por ser montañista y rescatista nació apoyando a la Cruz Roja Guatemalteca. Gracias a esa experiencia lo convocan eventualmente para buscar personas extraviadas en las montañas.


Fue así como Altuve y 14 personas más atendieron la solicitud de Programa de Atención al Turista (Proatur) el sábado pasado para buscar a un canadiense extraviado en el Volcán de Acatenango. El grupo acampó la noche del sábado entre la horqueta de los volcanes Fuego y Acatenango para continuar la búsqueda al dìa siguiente, cuando se produjo la tragedia.

En la mañana del domingo los rescatistas se informaron de que el Volcán de Fuego empezó su segunda fase eruptiva del año, y al enterarse que el cuerpo de la persona que buscaban ya había aparecido, decidieron evacuar el área.

El grupo en el que Altuve iba descendió del volcán cuando observó una nube que empezaba a salir del cráter y cubrió el cielo de negro por la ceniza que arrojaba. La furia del cono lanzó material de 5 centímetros de diámetro que impactaba en sus cascos. Llovía y se dificultaba respirar.

“El mediodía se convirtió en medianoche, y se escuchaban los retumbos. Daba miedo, porque, como somos montañistas, aunque, estamos familiarizados con los ruidos, esta vez los percibimos con mayor intensidad”, relató Altuve.

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Al caer más material piroclástico en sus cascos, aceleraron el descenso, con algo de temor, sin imaginar el panorama desolador que encontrarían al final del camino.

“Cuando bajamos, dimensionamos a otro nivel la magnitud de lo que sucedía, pero áun no sabíamos realmente lo que había pasado alrededor. Se redistribuyeron las unidades de socorro en los puntos donde se necesitaba”, expresó.

Al llegar a las comunidades afectadas, los rescatistas se impactaron al ver personas llorando por sus familiares, otros gritaban desesperados o corrían en busca de ayuda.

“Estábamos confundidos. Al llegar a la Aldea La Soledad pensamos que habíamos salido del peligro, pero vimos las alarmas, los vehículos cubiertos de ceniza, las personas corriendo, fue una impresión fuerte; luego vino el agradecimiento a Dios por haber salido de ese momento”, dijo el joven.

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El grupo se impactó al ver que el gran tamaño del alud.

“El volcán impuso su fuerza, aunque estamos familiarizados con la naturaleza, somos conscientes que tiene poder, y cuando reclama nadie la puede detener”, afirmó.


El joven aseguró que el país no cuenta con alertas tempranas que informen a la población cuando deben evacuar en momentos de peligro por actividad volcánica.

“Un referente que podría ayudarnos son los protocolos de seguridad que utilizan en México con las poblaciones aledañas al Volcán Popocatépetl, donde tienen circuitos de seguridad, mantienen en alerta a la población y reconocen las medidas a tomar cuando está activo y lo que deben hacer en casos de emergencia”.
Luego de la tragedia, Altuve junto con otros rescatistas brindan apoyo en un albergue en Escuintla, atienden a los heridos y brindan apoyo psicológico a los afectados.

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