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Mujeres cafetaleras son ejemplo de desarrollo y solidaridad en Huehuetenango

Con una bomba para fumigar sobre la espalda, María Carmelina Ramos se dispone a rociar los cafetales en la aldea el Pajal, San Antonio Huista, Huehuetenango. Son las 14 horas, ya concluyó sus labores domésticas pero el cansancio no impide que atienda su parcela.

Flora Ramos, durante su trabajo diario en la siembra y cultivo de café. (Foto Prensa Libre: Mike Castillo)

Flora Ramos, durante su trabajo diario en la siembra y cultivo de café. (Foto Prensa Libre: Mike Castillo)

María Carmelina es un ejemplo de mujer luchadora de las tantas que hay en el departamento fronterizo. Desde hace 20 años se dedica a este oficio, su esposo murió de cáncer debido a un golpe que sufrió al caer de un árbol en una finca de café en la Costa Sur y que no pudo curarse.

Desde entonces debió hacerse cargo de sus 10  hijos.

Con el paso del tiempo aprendió técnicas que cambiaron su forma de producir, los resultados son mejores y más cultivos, y producto certificado que se exporta a diversos países y por los cuales recibe mejores precios.

Orgullosa, la productora indica que logró criar a sus hijos, siete de los cuales ya se casaron, ahora trabaja para dar estudios y lo necesario a los tres hijos que viven con ella.  “Sabemos cómo sacarle el jugo a nuestras plantas, fumigamos con material orgánico y eso contribuye al ambiente”, indica.

Para María Carmelina que ha sido padre y madre a la vez, la pobreza no ha sido factor para darse por vencida, al contrario lucha cada día para mejorar su situación. “Me dieron un premio de Q8 mil   por la calidad de mi café”, relata.

Ha sostenido a su familia

Si de historias de lucha y perseverancia se trata, en Huehuetenango sobran.

Flora Ramos García, tiene 50 años y se quedó al mando del hogar en 1980 pues su esposo, debido al conflicto armado interno, migró a México y nunca regresó. Con la necesidad de alimentar a sus hijos combinó su rol de madre con el de productora pues también tiene una parcela.


Detalla que fueron capacitadas por técnicos de la Asociación de Cooperación al Desarrollo Integral de Huehuetenango (Acodihue) lo que les permite tener  café de alta calidad que venden bajo el certificado “Con Manos de Mujer” a nivel  nacional e internacional, desarrollaron negocios de café tostado y molido con la marca registrada I´xkapeh que en el idioma maya Popti´ significa café de mujer.

Doña Flora, lleva 20 años dedicada a la caficultura. Ella limpia, fumiga, corta, quita la pulpa y seca el café. También lo vende, labor que años hicieron intermediarios pero que ella ha aprendido para dar valor agregado al producto. 

Recuerda que el conflicto armado dejó tristeza por la violencia que impusieron tanto el Ejerció como la Guerrilla.  “Para nosotros fue duro porque si no mataba un bando lo hacia el otro y de esa forma perdimos a nuestros seres queridos”, recuerda con nostalgia.

Sus cinco hijos  ha podido mantenerlos con el producto de su trabajo. Cada año levanta unos 100 quintales, el cual vende a la asociación que le da beneficios, porque hay bonos de productividad y utilizar productos orgánicos.

Fumigación natural

Ramona Quiñonez Montejo, es otra productora que se especializó en una biofábrica donde preparan los pesticidas naturales u orgánicos con microorganismos de montaña, elabora el caldo Visosa, sulfacalcio, para las fumigaciones sirve para combatir la roya y otras plagas “todo lo que usamos es producto natural” indica. 

La combinación de azufre, jabón de coche, ceniza, roca, sulfacalcio, ajo, cebolla, vinagre y cal entre otros ingredientes utilizan para  elaborar los pesticidas naturales que se usan para fumigar las plantaciones.


Agrega que desde hace ocho años trabaja para elaborar estos productos que generan un cambio en su trabajo “nos ayudamos unas a otras y los resultados son una buena cosecha”, expresa.

Juana Sales Mendoza, tiene 64 años, su edad no ha sido un impedimento para buscar su desarrollo, el de su familia y la comunidad, profesionalizar las labores en el campo con asistencia técnica mejora el rendimiento, unirse como grupo ha significado cambios, indica.

Este es un producto 100% orgánico que tiene un estricto control de calidad, debe cumplir requisitos para estar en esa categoría, su grano lo venden a la Asociación que le pone el valor agregado, además de otorgar un premio por no utilizar productos químicos en su producción.

Actualmente se encuentran afiliadas  a la  Red de Mujeres Awal Nan que abriga a 732 mujeres productoras de café, que  forman parte de ACODIHUE.  Son 20 comunidades del departamento de Huehuetenango en donde se encuentran distribuidos  los grupos de mujeres.

Ellas tienen  la capacidad para producir dos mil 950 quintales de café  pergamino,  que cumple con normas de certificación Comercio Justo y Café Con Manos de Mujer. Además mil 250 quintales de café  pergamino son Orgánicos.

El 100% de café producido  está regido bajo los criterios de responsabilidad  sociales, económicos y fundamentos de agricultura climáticamente inteligente es un proceso en cadena, afirma Carlos Herrera, técnico de la referida asociación.

Agrega que ellas reciben un incremento de US$5 por cada quintal oro vendido, además  el 5% de  utilidades por la venta de café tostado y molido.

Detalla que aparte de las mujeres, la entidad tiene 822 productores que tienen una cosecha anual del 29 mil 87 quintales de pergamino el cual venden a Estados Unidos, Europa y Japón, mientras que en el mercado nacional con las marcas  I´xkapeh y La Meseta.

Para los grupos organizados esta se ha constituido en una oportunidad porque muchas son viudas, otras quedaron solas por la migración de su esposo a Estados Unidos, en algunos casos éstos las olvidaron y son ellas quienes con su trabajo sostienen a la familia.

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