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El Gallito Feliz: un negocio que ha marcado la forma de operar de una estructura criminal
Farmacias de renombre, bares y ventas de comida popular funcionan en el barrio El Gallito, zona 3, donde la seguridad y el cobro de servicios está a cargo de una estructura criminal.

A pesar de los operativos en el barrio El Gallito, zona 3, sigue catalogado como el principal sector donde se distribuye y vende droga.(Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)
El alias de Los Caradura se ha escuchado con más frecuencia en los últimos dos años por ser un grupo delictivo que domina la venta de droga en la capital, y porque su centro de operaciones se ubica en el barrio El Gallito, en la zona 3, un área donde la vida transcurre entre un ambiente de "supuesta" seguridad para los vecinos, control obligado y el pago de extorsiones.
Los vigías y la seguridad que restringe el ingreso al barrio El Gallito evita que se pueda apreciar la dinámica que hay en el lugar. Por ejemplo, el 9 de enero pasado dos mujeres, una de la tercera edad, que viajaban en un vehículo, sufrieron de crisis nerviosa después de que sujetos les dispararon cuando no hicieron caso al alto que les marcaron.
El incidente fue producto de un error cuando la conductora siguió las indicaciones de una aplicación de tránsito que la llevó al territorio de El Gallito, sin que ella sospechara dónde se encontraba y el peligro que enfrentaba.
"Vendedores ruteros, cobradores y hasta los propios vecinos debemos bajar los vidrios de los vehículos para que los sujetos que cuidan la entrada sepan quiénes somos, y en el caso de los que no viven acá, deben decir a dónde van", dice un vecino del sector.
En El Gallito, estacionar un carro frente a una casa no pasa desapercibido. Al poco tiempo, sujetos armados se acercan, rodean el vehículo y echan un vistazo por las ventanas para asegurarse que todo esté en orden.
Quienes vivieron durante años en el lugar y ahora regresan para visitar a algún familiar dicen que es complicado, pues no se pueden estacionar en cualquiera lugar debido a que en algunas calles los espacios están designados por los miembros de la organización y se debe cumplir. Si los moradores tienen una visita, es común que sujetos armados lleguen a la vivienda y pregunten de quién es el automóvil estacionado y por qué está allí.
Desde el 2016, los vecinos comenzaron a alertas de que una estructura se apoderó no solo de la venta de drogas, sino también de los comercios, expendios de licor y de gas propano, así como del cobro de cable y hasta de varias viviendas. Años después se confirmó por las autoridades policiales que ese grupo criminal son los Caradura.
Narco y comercio
En el sector algunos recuerdan la historia de "don Eduardo", quien habría sido obligado a cerrar su negocio y a marcharse para que no fuera competencia de los miembros del grupo delictivo que instaló un negocio similar.
Los moradores recuerdan que hasta el 2016 el control de la distribución de la droga hacia otros sectores estuvo a cargo del Jimmy, hijo de Héctor Leonel Marroquín, alias el Coyote, uno de los primeros expendedores de droga en el sector en los años 1980 y ultimado en 1995, en la entrada a la aldea Chichimecas, kilómetro 16, carretera a Villa Canales. De Jimmy poco se sabe, algunos dicen que fue eliminado y otros afirman que solo mantiene un perfil bajo dentro de la organización, puesto que años atrás se le veía con un chaleco antibalas y un fusil haciendo escándalo en la vía pública.
Por qué la seguridad
Durante décadas, el barrio El Gallito ha tenido a su servicio sujetos armados con fusiles de asalto que no pasan de los 20 años, según los vecinos, y quienes son los encargados vigilar las entradas y salidas del barrio.
Décadas atrás se argumentaba que esa seguridad era porque el sector se lo disputaban dos bandos y eran constantes los enfrentamientos.
“Los carros, postes de luz, paredes y hasta cualquier persona servía de escudo para quienes en plena calle y a cualquier hora del día se disparaban", afirma una vecina.
Actualmente, a pesar de que un grupo mantiene el control del narcomenudeo, la razón de mantener la seguridad es porque los líderes temen que las pandillas tomen el control del territorio, que ingresen policías encubiertos que “no conocen” y porque en ese lugar están las “cocinas” para la elaborar la droga, según en lo que dicen quienes han crecido en ese sector.
Los testimonios coinciden con la información de la Policía Nacional Civil, al afirmar que los pandilleros de la MS-13 y Barrio 18 son los encargados de distribuir y vender la droga en colaboración con los carteles de la droga.
En enero del 2024, el Ministerio Público (MP) decomisó siete armas de fuego, entre estas fusiles de asalto, así como cargadores y gran cantidad de municiones de distintos calibres en el Gallito. Las diligencias fueron en seguimiento a la desaparición de cinco hombres en un club nocturno ubicado en la zona 9, quienes se presume tenían vínculo con la venta de droga.
"Pero ahora la gente vive más tranquila, acá no hay delincuentes", afirma un transeúnte que vive en el Gallito, quien asegura que la seguridad se ha extendido hasta la avenida del cementerio, "porque ya no abren ni se llevan los carros de quienes acuden al supermercado".
Aunque algunos dicen que hay seguridad, otros están opinan lo contrario y dicen estar en contra de las acciones de la estructura. Una vecina que prefiere el anonimato dice que su progenitora vivió décadas en el Gallito, pero desde hace tres años que falleció, ella optó por mudarse para cuidar la propiedad, para que observen que hay alguien que la ocupa, de lo contrario, la estructura se apodera de las propiedades.
También se sabe que quienes son propietarios de dos viviendas deben pagar el impuesto de una, de lo contrario pasa a ser propiedad del grupo criminal.
Administración interna
Algunos vecinos afirman que incluso, en algunos sectores "clave", el grupo criminal tiene el control del cobro de cable, agua y energía eléctrica, para evitar que ingresen personas ajenas al sector.
Ventas de pollo, farmacias de nombre conocido, restaurantes y clubes nocturnos han proliferado dentro de ese barrio en los últimos años, un mundo que nadie más que los vecinos pueden observar, Todos los negocios están bajo la administración del Los Caradura, a quienes los comerciantes deben pagar un impuesto para poder operar.
Aunque ya no existe, los vecinos recuerdan el El Gallito Feliz, un bar propiedad de la estructura pero que marcó la forma como operan, puesto que por un tiempo se suspendió la venta de licor en varias abarroterías aledañas, para que el consumo se concentra en ese negocio.
"Ellos con su ley y uno por su lado, mejor ni meternos. Le puedo decir que sí tenemos una seguridad alterna, porque al menos delincuencia común no hay", dice un morador que creció en el barrio.
Constantemente, las autoridades policiales han dicho que la oposición de los vecinos dificulta las capturas y allanamientos en ese barrio, pues están de acuerdo con las operaciones del grupo criminal que les provee beneficios a cambio de su silencio y colaboración.
Durante años, los vecinos han asegurado que a pesar de que la PNC ingresa al lugar, están en contubernio con el grupo criminal, algo que las autoridades policiales siempre han negado.
Quiénes son los Caradura?
Según la PNC, es una estructura que controla la venta de droga al menudeo en las zonas 3, 7, 10,11 y 12.
Los Caradura funcionan a través de alianzas familiares. Su estrategia, heredada de sus comienzos en el barrio El Gallito, zona 3, es establecer un control total del territorio en el que residen para evitar ser capturados por la Policía.
Los Caradura huyeron por un tiempo de El Gallito, cuando se declararon en guerra contra la banda de Mario García Rodríguez, alias marioco, y de Marco Antonio Alvarado Stumer, alias maco, que en su momento fueron los dos capos de El Gallito.
Tras asesinar a la mayor parte de los miembros de esos dos grupos, incluidos sus jefes, se hicieron dueños del negocio. Desde las colonias El Amparo, Bethania y Sakerty, zona 7, distribuyen los estupefacientes por toda la ciudad.