Justicia

Personaje del año 2021 | Rosa Franco: “Estoy tratando de empezar de nuevo con los que me quedan”

A Rosa Franco le costó 20 años de su vida conseguir justicia por la muerte de su hija y, en su intento, logró marcar un camino en contra de la violencia de género.

Rosa Franco, en el Altar de las niñas, en la Plaza Central, un homenaje a las 41 menores que murieron en el Hogar Seguro. (Foto Prensa Libre: Fernando Cabrera)

Rosa Franco, en el Altar de las niñas, en la Plaza Central, un homenaje a las 41 menores que murieron en el Hogar Seguro. (Foto Prensa Libre: Fernando Cabrera)

Con una herida abierta en el corazón desde el 16 de diciembre del 2001, Rosa Franco tiene ahora 60 años y las ansias de retomar su vida, seguir estudiando y viajar.

Su deseo era ser abogada, como su padre quien fue magistrado presidente de la Sala de Apelaciones de Zacapa, y formar una familia. Actualmente cumplió las dos cosas, sin saber que transitaría en el camino una vida de dolor y luto.

Rosa Elvira Franco Sandoval nació el 29 de mayo de 1961 en Zacapa y las últimas dos décadas de su vida las pasó luchando para que se hiciera justicia por el asesinato de su hija María Isabel Veliz Franco.

Lo logró el 1 de marzo de este 2021.

Derramando lágrimas de coraje y tristeza, tocando puertas y escribiendo cartas, llamó la atención de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que recibió su caso y sentenció al Estado de Guatemala por su indolencia e inoperancia en la búsqueda de María Isabel cuando desapareció y en la falta de investigación de su asesinato que provocó una justicia tardía, una justicia que llegó 19 años y 3 meses después.

La sentencia aún no está en firme, pero reconoce que tuvo que existir el caso de su hija para que en el país se creara una alerta específica para la desaparición de mujeres, se trata de la Alerta Isabel Claudina.

 ¿Cómo recibe el reconocimiento a Personaje del Año 2021?

Ha sido una grata sorpresa, no me lo esperaba, he seguido a Prensa Libre desde que tengo razón y que me den este reconocimiento es bastante significativo para mí como madre, mujer, como ser humano y como guatemalteca que ha luchado por justicia en un país muy lindo pero que tiene gente muy mala. Para mí es una gran satisfacción y a la vez es un cruce de emociones porque también quisiera que mi hija estuviera presente para que ella viera todo lo que se ha logrado a pesar de 20 años de mucho esfuerzo y dolor. Yo pienso que las cosas ya las tiene planificadas Dios, que permitió que mi hija sufriera y como que yo sufriera para que todas las víctimas de la violencia en Guatemala y familiares de las mujeres que están desapareciendo tengan esa esperanza, esa luz y esas herramientas que hay ahora en Guatemala, herramientas que yo no las tuve ni las tuvo María Isabel, de buscar y no encontrar ayuda, más bien, obstáculos y piedras. Se dicen fácil 20 años, pero son días que han sido un esfuerzo por no tirar la toalla, seguir adelante, de recordarme que tengo otros dos hijos y que estoy yo también. Es muy duro decir en pocas palabras cuánto he sufrido, algo que están viviendo ahora otros padres y que están haciendo lo que yo hice durante tanto tiempo, sola y sin recursos.

Es difícil preguntar cómo ha manejado el dolor durante este tiempo, pero usted ha tratado de hacerlo teniéndola a ella presente en cada paso o momento de su vida

Como dice una canción de Julio Iglesias, dejé de vivir, me olvidé de vivir, pero yo no podía quedarme de brazos cruzados. No es fácil manejar esta situación, el dolor es tremendo. Me ha costado mucho sacarlo de mi corazón y es algo que todavía está allá dentro, no ha salido. Pero solo lo he logrado con la ayuda de Dios. Mire, el Estado está pendiente en pedir disculpas públicas por cómo ha manejado el caso de mi hija, eso no le va a devolver la vida, aun así, no lo ha hecho. He llorado como no tiene idea, pero creo que ese mismo dolor es el que me ha fortalecido hasta el día de hoy, es el que me ha impulsado a seguir, a no tirar la toalla.

¿Cómo quiere que la gente recuerde y entienda el caso de María Isabel y la lucha que ha significado durante estas dos décadas?

Hay un verso que lo sabe muy bien don Jorge Velásquez (padre de Claudina Velásquez, asesinada en 2005) que es una poesía a la niña de Guatemala, algo así quiero que recuerden a María Isabel, como la niña que hizo el camino para que hubiese acceso a la justicia en Guatemala a otras niñas, a otras jovencitas. Pero me duele mucho, me duele que haya sido mi hija, porque mi niña tenía 15 años, estaba en la adolescencia. Todas las niñas que han sido asesinadas, de cualquier edad, todas merecen ser dignificadas.


¿Qué personas la han acompañado en todo este recorrido y que han sido elementales para usted?

En Guatemala está Norma Cruz, Hilda Morales Trujillo, Giovanna Lemus, Fabiola Ortiz, Sonia Acabal, Claudia Paz, Thelma Aldana y la actual fiscal general. Además del fiscal del Ministerio Público y su equipo de trabajo que llevaron el caso de María Isabel, el actual director del Inacif. Funcionarios son pocos, pero estas personas para mi significan mucho porque me abrieron la puerta y me ayudaron. La primera que conocí fue Norma y hasta el día de hoy seguimos siendo amigas, de recibir un respaldo, una palabra, un consejo y un consuelo. Amnistía Internacional me apoyó mucho, junto con la Comisión Internacional de DDHH y la Corte Internacional. Hasta el día de hoy mantengo la amistad con muchos ellos. Tengo un montón de personas en mi mente como Adriana Quiñónez de Onu Mujeres o Andres Kompass también. Dios me puso gente tan buena en el camino que cómo no voy agradecer a todos, es una lista tan grande de gente tan bella.

¿Cómo es retomar una vida después de haberlo entregado todo para conseguir justicia?

Creo que todavía estoy en esas. Voy a cerrar esa puerta hasta que esté en firme la sentencia, de otra manera no voy a estar tranquila. Estoy tratando de empezar de nuevo con los que me quedan, con mis hijos, nietos, nueras y amigos. A pesar de los años quiero seguir estudiando, irme al extranjero para estudiar algo más y si puedo ayudar a más mujeres, ese es mi deseo, para que ellas alcancen la justicia así como yo lo logré. Puedo decir que algo de la justicia funciona, aunque no debería ser así después de 20 años, pero sé que la justicia en Guatemala aún puede cambiar y cuando platico con María Isabel, porque a veces le platico, le digo si supieras cómo todo ha cambiado aquí por ti.  Sé que tengo que empezar de nuevo, aunque esté grande, no sé qué me depara la vida. Hasta el día de hoy, siento que me lavaron el corazón, hubo cosas que dejé de vivir, de pasear, dejé de divertirme en las navidades, aunque no descuidé a mis hijos, yo sé que ellos resintieron que dejé de ser la mamá que era, yo sonreía mucho y ya no soy así. Siento mucho que haya cambiado, pero me hicieron cambiar. Yo sé que ella me diría que me volviera a enamorar, pero yo dejé de vivir todo eso. Siento que me dieron vuelta la cabeza, no me acordaba de quien era y dejé de vivir muchas cosas lindas por eso. Esa tristeza no se si me va a dejar algún día, pero de que estoy mejor, estoy mejor. Sé que la voy a volver a ver algún día, me aferro a eso, pero me hace mucha falta.

Cuando hicimos el reportaje recuerdo que dijo que cuando el caso y la vida se lo permitiera, quería viajar y conocer más lugares

Me gustaría mucho conocer Quetzaltenango, qué vergüenza que nunca he ido pero me dicen que es precioso. Yo soy de Zacapa y quiero conocer más lugares, no solo de Guatemala, quiero conocer otras culturas que solo en mi imaginación conozco. He podido viajar a Washington, Argentina Los Ángeles, pero por el caso de mi hija. Quiero ir a pasear, a descansar, a estudiar, aunque los años pesan, sé que para eso no hay edad.

En los últimos años se han formado movimiento de mujeres jóvenes que se han organizado, sin la bandera de alguna organización en específica, para buscar justicia para las mujeres desaparecidas, asesinadas o abusadas. ¿Qué decirles a todas ellas?

He visto la participación de muchas organizaciones. Me alegro mucho que se estén organizando, sobre todo en los departamentos y municipios donde hay tanta necesidad de organización. Es necesario verlas fortalecidas, que el agresor vea que no están solas, que vean que hay mujeres que se están organizando para defenderse. Es lógico que por miedo muchas no quieran denunciar, pero necesitan hablar, ellas también pueden, son valiosas, deben dejarse ayudar. Otra cosa también es que no se necesita ser víctima, lo que se necesita es tener empatía

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