Guatemala

Hondureños avanzan poco a poco en su paso por Guatemala

La migración de grupos dispersos de hondureños continuó este jueves y se les pudo ver a varios de ellos mientras caminaban sobre la ruta al Atlántico con rumbo a la ciudad de Guatemala, mientras otros, los más afortunados porque lograron que un vehículo les transportara, ingresaron a la Casa del Migrante, en la zona 1.

Un grupo de migrantes camina sobre el km 50 de la ruta al Atlántico con la esperanza de encontrar a algún automovilista que les de un "aventón". (Foto Prensa Libre: Esbin García)

Un grupo de migrantes camina sobre el km 50 de la ruta al Atlántico con la esperanza de encontrar a algún automovilista que les de un "aventón". (Foto Prensa Libre: Esbin García)

Durante su trayecto soportaron las altas temperaturas del oriente guatemalteco. Aunque reconocen que han contado con el apoyo de pobladores, reprochan que las autoridades se han empeñado en obligarlos a caminar porque la Policía Nacional Civil (PNC) ha instalado retenes y hace que los hondureños bajen de los vehículos para que continúen a pie.


“Los zapatos me han hecho ampollas, hemos caminado alrededor de 17 horas diarias”, dijo Roberto Orellana, un migrante hondureño que para protegerse del sol lleva puesta una gorra blanca en la que se lee con letras anaranjadas “New York”.

Orellana dice que viaja solo y que en Honduras se quedó su madre y tres hermanos pequeños por quienes aspira a llegar a EE. UU. para trabajar y darles una mejor vida.

El joven migrante hondureño es parte de un grupo de siete que se tomó un descanso a la sombra de un árbol en el kilómetro 57 de la mencionada ruta en el ingreso a Sanarate.

Con ellos viaja una mujer, Jenifer Barahona, quien asegura que todos viajan por las razón por la cual “casi todos venimos”. La falta de recursos económicos y la escasez de empleo la obligó a buscar un mejor futuro, lejos de su hogar en Tegucigalpa.

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Cuenta que en su país trabajaba en casas en oficios domésticos por lo cual le pagaban mil 500 lempiras a la semana por trabajar desde las 6 hasta las 21 horas. “Es una experiencia triste —asegura—, cuando me vine solo a mi papá se lo conté, él me dio la bendición y me deseó suerte”, dice la joven hondureña.

Tuvo suerte

Los jóvenes lamentan que por los retenes policiales los conductores guatemaltecos no se animan a subirlos a camiones o incluso furgones, como se habían movilizado en días anteriores, por lo cual desde el domingo que ingresó otro gran grupo, hasta este jueves apenas cruzaban El Progreso.

Tal vez porque viajaba con dos menores, Joselin Castellanos fue de las personas afortunadas que consiguió quien le diera “jalón” hasta llegar a la capital guatemalteca.

Ya en la Casa del Migrante, Castellanos contó que la noche del miércoles para amanecer jueves durmió junto con sus hijos en una gasolinera de la ruta al Atlántico, aunque no sabe identificar el punto exacto. A las 5 de la mañana se levantó con sus dos hijos, Zurey, de 4 años, y Mateo, de 10 meses, y continuó su marcha rumbo a la capital.

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Agrega que en Honduras se quedaron sus otros dos hijos, de 6 y 9 años, por quienes Zurey pregunta. Ella le responde que aún no es el momento de mandarlos a traer.

“El viaje ha sido cansado. Yo le pido a los gobiernos que nos ayuden porque venimos muchas madres y por el mismo motivo, para darles una vida mejor a nuestros familiares, no estamos aquí para robar”, afirma Castellanos.

Guatemaltecos

Conforme ha transcurrido el trayecto de la caravana de hondureños, esta ha crecido, y grupos promigrantes creen que muchos guatemaltecos la habrían nutrido; no obstante, en la Casa del Migrante de Tecún Umán encargados afirman que la mayoría viaja de Honduras, aunque sí han atendido a gente que ha partido desde Guatemala.

Dentro de los guatemaltecos que viajan en la caravana se encuentra Carlos Alexander, cuyo testimonio recoge la agencia de noticias Xinhua.

Alexander es de un poblado guatemalteco lejano del lugar desde donde partió la caravana en Honduras, y cuenta que cuando se enteró de que pasaría por Guatemala decidió dejar a su esposa y bebé de 2 años para conseguir empleo en EE. UU. y mandarles dinero.

“Sólo es un apoyo lo que necesitamos. Es la primera vez que lo intento, y ya que era caravana aproveché que pasaron por mi país”, cuenta el guatemalteco de 22 años.

Escasean provisiones

Uno de los problemas que enfrentan organizaciones humanitarias como la Casa del Migrante es que comienzan a hacer falta las provisiones en un momento en el que no se vislumbra una disminución de la migración irregular.

Activistas aseguran que desde que comenzó la crisis por el paso de la caravana han atendido a más de 11 mil migrantes a quienes se les ha dado alimentación, albergue y ropa.

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Pero ahora estos insumos comienzan a escasear.

“La gente ya no está aportando igual, tal vez por la xenofobia que se ha generado”, dice Carol Girón una de las responsables de la Casa del Migrante en la zona 1.

“Esto no va a parar”, añade en relación con la migración de ciudadanos centroamericanos, y asegura que los gobiernos y organismos internacionales deben de sumarse a las tareas humanitarias para facilitar el paso de los migrantes y ofrecerles asistencia, ya que es una tarea que no solo compete a las instituciones benéficas.

Hondureños se dirigen a la capita.

#ENDIRECTO | Un grupo de la #CaravanaHondureña se dirige a la Ciudad.

Publicado por Prensa Libre en Jueves, 25 de octubre de 2018

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