Migrantes

Menor que falleció en EE. UU. migró de una empobrecida aldea de Camotán

Una hora en camino de tierra separa a la cabecera de Camotán, Chiquimula, del caserío Tizamarté, lugar de donde era originario el menor de 16 años que el pasado 30 de abril murió en un hospital de Texas, EE. UU., mientras estaba en custodia de las autoridades de Salud y Servicios Humanos de aquel país.

Esta es la humilde casa de donde partió el adolescente que murió el 30 de abril en EE. UU. (Foto Prensa Libre: Mario Morales)

Esta es la humilde casa de donde partió el adolescente que murió el 30 de abril en EE. UU. (Foto Prensa Libre: Mario Morales)

El joven migrante, Juan de León Gutiérrez, era parte de una familia de seis hermanos, dijo el padre en su humilde vivienda en a donde llegó Prensa Libre, en Camotán, Chiquimula, aunque la Cancillería había informado el miércoles que el menor era de Jocotán.

De León partió con un cúmulo de esperanzas para ayudar a su familia que vive en uno de los municipios más pobres de Chiquimula, y creyó que estaba por alcanzar su sueño cuando llegó a EE. UU. aquel Viernes Santo 19 de abril, pero un día después enfermó y fue hospitalizado.

Ese día fue dado de alta, pero su salud no mejoraba por lo que fue enviado de nuevo a un hospital, donde falleció el 30 de abril mientras aún estaba en custodia de las autoridades estadounidenses.

Pobreza

El Plan de Desarrollo de ese municipio 2011-2025, elaborado por el Consejo Municipal de Desarrollo y la Secretaría General de Planificación de la Presidencia (Segeplan) en el 2010, indica que el 89 por ciento de la población de Camotán vive en pobreza y el 38.20 por ciento en pobreza extrema.

El promedio de pobreza en el departamento es del 59%.

Además, da cuenta de que el municipio es principalmente agrícola y los habitantes se dedican sobre todo a la siembra de café y en menor medida maíz, frijol, y algunas hortalizas, productos que son comercializados principalmente en mercados regionales.

En tanto, los precios por jornal, en actividades agrícolas es de entre Q.40 y Q.50 quetzales al día, lo que alcanza solo para las necesidades básicas de alimentación familiar.

La pobreza se evidencia no solo en los pocos ingresos, sino también en que las familias tienen pocas pertenencias, bajos niveles de educación y pocas oportunidades para hacer negocios o producir.

Por si eso fuera poco, el municipio ha sido uno de los más golpeados por el cambio climático y la sequía de los últimos años.

Marlon Salazar, delegado en Chiquimula de la Red Nacional por la Defensa de la Soberanía Alimentaria, dio a conocer que vecinos de la aldea Tizamarté, dejó pérdidas hasta en un 90% de las cosechas de granos básicos.

Sumado a la sequía, los cultivos de café se han visto afectados por plagas como la roya, antragnosis. Los cultivos al perderse han ocasionado que los pobladores pierdan empleo o si son familias productoras se han quedado con deudas al haber tramitado préstamos con bancos para la compra de químicos.

Salazar añadió que por tal razón, muchos pobladores se han visto obligados a migrar para lo cual han hipotecado sus casas y terrenos para pagar a los coyotes quienes cobran entre Q35 mil y Q45 mil por trasladara los migrantes con un menor hacia EE. UU.

En cuanto a otros indicadores, el Plan señala una tasa de mortalidad materna de 27 por cada cien mil mujeres en edad fértil; una mortalidad infantil de 14.54 en menores de 1 año y de 2.76 en menores de 5 años.

Tercer menor muerto

El joven migrante murió tras pasar varios días ingresado en la unidad de cuidados intensivos de un hospital infantil al que fue trasladado tras ponerse enfermo en el centro de acogida en el que permanecía recluido desde el pasado 20 de abril.

“Los médicos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) no detectaron problemas de salud cuando se realizó el ingreso del menor en el refugio. Y en el momento de su llegada el menor tampoco dijo tener ningún problema de salud”, explicó Evelyn Stauffer, portavoz de la Administración de Menores y Familias del Departamento de Salud y Servicios Sociales (HHS).

Según relató Stauffer, al día siguiente de instalarse en el refugio, el joven mostró síntomas de encontrarse “notablemente enfermo”, con fiebre, escalofríos y dolor de cabeza, por lo que el personal del albergue decidió trasladarle a un centro hospitalario, donde tras ser tratado fue dado de alta horas más tarde.

“Ya de vuelta en el refugio, la salud del menor no mejoraba, así que en la mañana del 22 de abril de 2019 el joven fue llevado en ambulancia al servicio de urgencias de otro hospital”, explicó la portavoz, sin aportar detalles sobre dichas clínicas.

Muertes preocupantes

Para el defensor de las Personas Migrantes de la Procuraduría de los Derechos Humanos, Eduardo Wolkte, la noticia de la muerte de otro menor guatemalteco es preocupante a juzgar por las cifras que muestra la Patrulla Fronteriza de EE. UU. de más de 16 mil 392 detenidos en la frontera sur, no acompañados, y 90 mil 447 unidades familiares que llevaban por lo menos un niño o niña; es decir, por lo menos 106 mil menores han migrado desde Guatemala en apenas seis meses.

Estos menores, a decir de Wolkte, son procesados de la misma forma, aprehendidos, llevados a un centro de detención y sometidos a las mismas condiciones, todo, sin que se conozca mayor información sobre la presencia de autoridades guatemaltecas que acompañen a estos niños cuando es su obligación velar por el trato que reciben y las condiciones en que se encuentran.

Sin ser un “experto en salud”, añadió el defensor de las Personas Migrantes, no es difícil atribuir las muertes de los menores, en parte, a las condiciones de desnutrición en las que han vivido en sus comunidades de origen.

Tanto de León Rodríguez, como Jakelin Caal y Felipe Gómez, quienes murieron el año pasado también en custodia de las autoridades, tienen en común que migraron de aldeas remotas, de Chiquimula, Alta Verapaz y Huehuetenango, respectivamente, donde las condiciones de miseria y hambre golpean más fuerte.

“Es evidente la falta de atención del estado para que la juventud que buscan en la migración las oportunidades que en Guatemala no se han dado. Sabemos bien que las condiciones de desnutrición de la niñez en son elevadas y esto afecta a los niños en los procesos migratorios porque hay que hacer viajes muy largos y sus condiciones de salud no son óptimas”, precisó Wolkte.

Añadió que al llegar a EE. UU. los infantes son expuestos a otros ambientes donde fácilmente son contagiados por enfermedades debido a que un menor que no ha tenido una alimentación adecuada ni atención médica no desarrolla un adecuado sistema inmunológico.

 

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