El salvadoreño de 19 años y su amigo de 29, llevan cinco días en un precario albergue, a solo metros de la frontera en Nogales, la ciudad mexicana más importante colindante con Arizona. Allí llegaron tras recorrer 5 mil km en tres semanas desde Chiapas, sur de México.
“Dejé a mi hija de nueve meses y a mi esposa en San Vicente (El Salvador). Me vine para superarme más. En mi país casi no se gana dinero…”, dijo Óscar mientras soporta una temperatura de 31 grados bajo un techo de lona, que cubre a otros 20 migrantes.
La Ley SB 1070 del estado de Arizona entró en vigor parcialmente el jueves, luego de que, en la víspera, la jueza Susan Bolton suspendiera las partes más polémicas, como la que autorizaba a la Policía a revisar el estatus migratorio de toda persona sospechosa de ser indocumentada.
En el 2006, el presidente George Bush autorizó a levantar mil 126 km de muro, para frenar los pasos más usados por los inmigrantes.
La frontera entre el estado de Sonora y el de Arizona se convirtió en el principal paso de migrantes desde que en 1994 Estados Unidos empezó la Operación Guardián, inicialmente en California. Luego fue extendida a otros estados para impedir el ingreso de los extranjeros, quienes se ven obligados a optar por el desierto.
A punto de emprender la aventura de cruzar la frontera, Óscar y Roberto se sienten afortunados pues llegaron ilesos, aunque a su paso por el estado de Sinaloa en el noroeste mexicano unos pistoleros les quitaron el dinero que llevaban.
Ellos dos y un tercer acompañante son los únicos que consiguieron llegar a la frontera norte del grupo de unos 150 que iniciaron el camino en Chiapas.
Los demás se fueron quedando en la ruta, que hicieron en su mayor parte como polizontes en los trenes de carga que atraviesan el territorio mexicano y en los que muchas veces son detenidos, secuestrados o asesinados. “Estamos bien, no nos pasó nada tan malo”, dice el salvadoreño.