Migrantes

Salida de nicaragüenses evidencia pocas condiciones de asilo en Guatemala

Situación socioeconómica para dar refugio a solicitantes de asilo en el país ya era precaria y la pandemia la agravó.

El grupo de nicaragüenses, dentro del cual hay muchos jóvenes, durmió el miércoles en la frontera entre Guatemala y Honduras. (Foto Prensa Libre: Cortesía)

El grupo de nicaragüenses, dentro del cual hay muchos jóvenes, durmió el miércoles en la frontera entre Guatemala y Honduras. (Foto Prensa Libre: Cortesía)

Un grupo de 38 nicaragüenses que buscaban refugio en Guatemala porque son abiertos opositores al régimen de Daniel Ortega se vio obligado a intentar regresar a su país debido a que su situación para sobrevivir se volvió insoportable.

Sin ingresos económicos y viviendo casi de la caridad, estos centroamericanos partieron a su país la mañana del miércoles y llegaron a la frontera de El Corinto con Honduras por la tarde donde tuvieron que dormir porque no se les permitió ingresar, aparentemente el Gobierno de Nicaragua no piensa permitirles la entrada y el hondureño quiere garantizarse de que no se quedarán varados en su país.

Su salida en medio de la pandemia recuerda la difícil situación por la que atraviesan los solicitantes de asilo y refugio una vez instalados en Guatemala. Aunque la mayoría del grupo huyó de Nicaragua porque se sentían perseguidos por el régimen de Daniel Ortega, optaron por regresar.

Su partida se da días después de que un funcionario estadounidense revelara la intención de retomar el Acuerdo de Cooperación de Asilo (ACA) —suspendido desde el 16 de marzo— una vez merme la emergencia por el coronavirus.

Mediante este programa EE. UU. ha deportado a Guatemala a 579 hondureños y 360 salvadoreños para que pidan acá el asilo que allá les negó; sin embargo, del total apenas 20 formalizaron una solicitud de refugio y el resto optó por retornar sus países lo que evidencia el poco interés por establecerse en el país.

Aunque dos jueces estadounidenses han bloqueado la disposición del Gobierno de EE. UU. que niega asilo a personas que antes hayan transitado por un tercer país, es probable que las resoluciones sean impugnadas y la batalla legal llegue a la Corte Suprema.

Aquí no se puede vivir

Dentro del grupo de nicaragüenses viaja Sayra Laguna una atleta de alto rendimiento que ha ganado varias medallas en torneos internacionales de judo y que se vio forzada a salir de Nicaragua después de evidenciar su oposición al régimen orteguista.

Su persecución, asegura, comenzó en julio del 2018 cuando en uno de los torneos en los que participó y ganó una medalla de oro, subió al podio a recibir la presea con un cartel que en el cual le dedicaba el triunfo a todos “los que han muerto en mi país”.

Su oposición al gobierno causó que la despidieran de su trabajo en el Instituto Nicaragüense del Deporte. Luego comenzaron las amenazas y el hostigamiento que la obligaron a dejar su país. Vino a Guatemala en enero del 2019.

Sayra Laguna mientras participa en el foro nacional en conmemoración al Día Internacional de la Mujer, en marzo del 2018. (Foto Prensa Libre: EFE)

Acá comenzó a ganarse la vida en un gimnasio. Las condiciones no eran las mejores, pero como podía seguía adelante. A mediados de marzo la pandemia llegó y todo se derrumbó, ya no pudo trabajar y no había forma alguna de ganarse la vida. Fue cuando comenzó su calvario.

Ha sobrevivido gracias al dinero que le envían algunos familiares y amigos.

Comenta que ella como muchos del grupo no presentaron una solicitud formal de asilo al Gobierno de Guatemala porque de antemano sabían de las dificultades para acceder al sistema. “En Costa Rica, por ejemplo, un permiso de trabajo te lo dan en un mes”, señala Laguna, mientras que aquí solo la aprobación puede tardar meses.

Por ese y por otros motivos que pudo observar durante su estancia, la migrante nicaragüense considera que Guatemala no es el país óptimo para ofrecer asilo a centroamericanos, tal como lo dijeron en reiteradas ocasiones grupos sociales cuando se firmó ACA, en julio del año pasado.

País de paso

Para el director general de Migración, Guillermo Díaz, el caso de los nicaragüenses puede ser el mismo que el de muchos migrantes que utilizan Guatemala solo como paso para llegar a EE. UU. y se aprovechan del sistema de asilo.

Según el funcionario, este ha sido utilizado por bandas de coyotes para que las personas transiten por el país sin ningún problema, no solo centroamericanos, sino también ciudadanos de países del Caribe y de otros continentes.

Asegura que, de acuerdo con las estadísticas de la institución, una vez hecha la solicitud inicial de asilo en las fronteras guatemaltecas apenas el 1 por ciento le da seguimiento a su caso porque una vez en la capital, sin problemas se pueden movilizar hacia las fronteras con México.

Los ciudadanos de Honduras, El Salvador y Nicaragua tienen derecho a la libre locomoción por Guatemala debido al acuerdo del CA-4; sin embargo, Diaz cree que la solicitud de asilo les da menos problemas para movilizarse por el país.

Una vez ingresada su solicitud en la frontera “ya no se presentan a darles continuidad y se pierden en la ciudad porque su objetivo no era el refugio sino continuar para Tecún Umán, San Marcos”, señaló.

Durante el 2018 miles protestaron en contra del regimen de Daniel Ortega, posteriormente, miles salieron al exilio. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Preocupación

El Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex) explicó que ya solicitaron a la Embajada de Nicaragua en Guatemala “buscar las formas de poder solventar este asunto” y que para tal fin ya les enviaron el listado de las personas que piensan regresar a ese país centroamericano.

“Ya les indicamos por diversas vías nuestras preocupaciones y estamos a la espera que Nicaragua comunique que recibirá a sus connacionales a fin de que puedan ser admitidos en Honduras formando un corredor humanitario para este fin”, precisó a Prensa Libre la oficina de Comunicación del Minex.

En la sede diplomática nicaragüense no respondieron las llamadas telefónicas.

El sacerdote José Luis González, integrante de la Red Jesuita con los Migrantes, precisó que la salida de los nicaragüenses “ilustra la incapacidad de no poder o no querer” recibir a refugiados.

Para González estos nicaragüenses tuvieron que huir a raíz de la crisis política que comenzó en abril del 2018, e incluso, algunos tienen conocidos o familiares que fueron asesinados por turbas de paramilitares enviados por el Gobierno.

Las autoridades de Estados Unidos han deportado hacia Guatemala a muchos solicitantes de asilo que fueron rechazados en ese país. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Agregó que Nicaragua no puede negar el ingreso de sus ciudadanos solo porque no piensan como el Gobierno. “No pueden solucionar sus problemas políticos expulsando a la población que no opina como el partido gobernante, eso es ridículo”, enfatizó.

González opina que el regreso del grupo es “histórico” porque lo hacen mientras todo sigue igual, Laguna cree que la situación puede estar más difícil, pero eso no les da temor.

“Voy a mi casa. Si se topan conmigo ya saben cómo voy a actuar. Tal vez las cosas estén peor, pero no tengo que tener miedo”, sentencia.

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