Guatemala

Hacia una paz

Érase una vez un pueblo sin paz. Es decir, aquel pueblo no podía afirmar que vivía en una "situación y relación mutua de quienes no están en guerra" (según reza el diccionario).

Por Paulo Alvarado

Por Paulo Alvarado

Se trata (prosigue el libro de referencia) de la “pública tranquilidad y quietud de los Estados, en contraposición a la guerra o a la turbulencia”. El tercer enunciado (en el mismo léxico) postula a la paz como un “tratado o convenio que se concuerda entre los gobernantes para poner fin a una guerra”.

No es sino hasta la cuarta definición, que el texto de la Real Academia Española deja de presentar a la paz como la ausencia de la guerra y nos propone “sosiego y buena correspondencia de unas personas con otras, especialmente en las familias, en contraposición a las disensiones, riñas y pleitos”. Hoy, a 17 años de consignar en un papel que se firmaba oficialmente la paz guatemalteca entre el Gobierno y la guerrilla, cabe preguntarnos en qué consiste la tal paz y si en verdad hay paz en este país.

Las respuestas se antojan remotas, complicadas, imprecisas, ineficaces. No es necesario recalcar que la mayoría de la población guatemalteca se halla agobiada por una oscura violencia económica. Esta se traduce en continuas transgresiones contra la vida y los derechos más elementales del ser humano, aun cuando no haya una guerra declarada. El colmo es que constantemente se acude a argumentos doctrinarios para explicar la situación (desde la política, desde la economía o desde la religión) y se pretende que allí están las soluciones. Pocas y pocos admiten que la transformación profunda de nuestra sociedad, como la de cualquier nación, tiene que venir de la educación, de la cultura, del arte, de la ciencia. Todo ello, claro, en el entendido de que la paz no radica en que los cobardes se afanen con armar a la población, imponer toques de queda, reprimir el debate social y lavarle el cerebro a la juventud con supuestos valores moralizantes. En última instancia, la paz es la ausencia de miedo. He ahí la clave.

Un bienaventurado y próspero 2014 para todas y todos.

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