Política

En medio de transición de gobierno, salubristas exigen cumplimiento de pacto

Sindicalistas del Ministerio de Salud vuelven a salir a las calles para demandar el cumplimiento de un acuerdo que fue firmado en diciembre pasado, una medida de presión que se puede interpretar como una demostración de fuerza para el nuevo gobierno, ya que el mismo grupo ha protestado en los periodos de transición del 2007, 2011 y 2015.

Las principales rutas del país fueron tomadas en horas de la mañana por salubristas que exigen cumplimiento de un pacto colectivo. (Foto Prensa Libre: Óscar Rivas)

Las principales rutas del país fueron tomadas en horas de la mañana por salubristas que exigen cumplimiento de un pacto colectivo. (Foto Prensa Libre: Óscar Rivas)

Salir a las calles se ha convertido para los sindicatos en un arma para presionar a los gobiernos a que accedan a sus demandas. En los últimos años y coincidentemente durante la etapa de transición, los dirigentes convocan a sus bases a movilizaciones masivas, una acción que podría interpretarse como una demostración de fuerza para ver qué obtienen de las autoridades salientes y dejar claro a quien asume el poder que tienen la convocatoria necesaria para paralizar el país, si así se lo proponen.

No es casualidad, entonces, que este miércoles 14 de agosto, tan solo tres días después de la elección presidencial, los salubristas, guiados por el Sindicato Nacional de Trabajadores de Salud Guatemala -SNTSG-, tomaran carreteras bajo la consigna de exigir el cumplimiento de un acuerdo firmado con el titular de la cartera, Carlos Soto, en diciembre pasado. Es un compromiso que este gobierno debe asumir antes de terminar su mandato, asegura Luis Álpirez, secretario general de la agrupación sindical.

Para el analista Luis Linares, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), no es casualidad que los salubristas hayan salido a las calles en este período de transición. “Son sindicatos que tienen una capacidad de movilización grande, lo que quieren seguramente es dar demostraciones de fuerza, ver que obtienen del gobierno saliente y también dar una impresión de su capacidad de movilización de cara al nuevo gobierno”, refiere el analista.

En cada cambio de gobierno, los dos grupos sindicales más grandes del país -Salud y Educación- se han acercado a los gobernantes para hacer sus demandas. En el 2007, los dirigentes de la Asamblea Nacional del Magisterio (ANM) y del Sindicato de Trabajadores de Educación de Guatemala pidieron al presidenciable de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), Álvaro Colom, aprobar un pacto colectivo de mejoras salariales.

Cuando el mandato de Colom estaba por concluir, en agosto del 2011, las dos grandes fuerzas sindicales, el Magisterio y Salud, se unieron para paralizar las carreteras y presionar al Congreso de la República para aprobar un préstamo de US$26 millones del Banco Centroamericano de Integración Económica, dinero que sería destinado  a ambas carteras.

En noviembre de ese año, los salubristas cerraron las consultas de los hospitales para pedir Q100 millones para insumos y Q180 millones adicionales para el pago del bono de antigüedad a los trabajadores.

Durante el gobierno de Otto Pérez Molina los sindicalistas también mostraron su fuerza. Varias veces el magisterio bloqueó carreteras para exigir mejoras para el gremio. Recién había sido electo, debió enfrentar las exigencias del magisterio de un reajuste salarial cada año a todos los trabajadores del Mineduc. Fortalecer el programa de vivienda para el Magisterio. Aumento al 4.5 por ciento del presupuesto del Mineduc, en relación con el Producto Interno Bruto, entre otros planteamientos.

En octubre del 2015, los sectores magisterial y salubrista se unieron nuevamente pero esta vez para apoyar Pérez Molina, que era señalado de casos de corrupción, como una manera de congratularse por acuerdos alcanzados.

Con el actual gobierno, los sindicatos también han dado apoyo a Jimmy Morales a cambio de la firma de pactos colectivos.

“Son acuerdos a los que llegan las autoridades a veces por salir del paso, para paliar la crisis, y al no darle cumplimento también tienen que saber que los trabajadores van a recurrir a los instrumentos que tienen a la mano, y en este caso es la presión”, dice Linares.

A criterio del analista, la “papa caliente” pasará al nuevo gobierno, que deberá lidiar con las demandas de los salubristas, pero también con las del sindicato de maestros, dirigido por Joviel Acevedo, que con cada presidente ha logrado convencer para firmar acuerdos de mejores sueldos.

Lo hizo con Otto Pérez que prometió un aumento salarial progresivo a partir del 2012, lo que representó Q1 mil 621.14 millones, a cambio de apoyo para su gobierno. Con Morales también lo consiguió, un aumento del 5% y para cubrirlo se comprometieron Q956 millones del presupuesto total de la cartera.

“Los gobiernos caen en irresponsabilidad cuando tratan de resolver problemas políticos mediante concesiones a sectores, sea en el caso de los sindicatos con negociaciones de pactos colectivos o el sector económico con leyes que le favorecen”, refiere Linares.

Pero cuando no cumplen sus aliados se les voltean. “Es el error en el que incurren, porque no hay nada gratis. Cuando buscan el respaldo de algún sector, el gobierno tiene que estar claro que este apoyo no es gratis, sino que vienen con una contraprestación”, agrega el analista.

Prensa Libre intentó hablar con el médico Hugo Monrroy, quien fue designado como el próximo ministro de Salud por el presidente electo Alejandro Giammattei, pero no fue posible porque estuvo en reuniones relacionadas al proceso de transición.

Las demandas

En el convenio firmado por Soto y Álpirez figura un incremento salarial para más de 57 mil trabajadores, que se haría según una tabla de porcentajes:  15% para los trabajadores que devengan menos de Q7 mil 250, 8% a los que ganan entre Q7 mil 250 y Q15 mil, 5% al renglón 031 y un 2% al quienes tengan un sueldo mayor a Q15 mil.

Pero adicional a ese aumento, el sindicato logró el compromiso por parte de Soto de trasladar a 5 mil trabajadores por contrato a plazas permanentes, cantidad que luego cambio a 8 mil.

Hasta ahora, según Álpirez, todo quedó en el papel, y el incumplimiento por parte del ministro de los traslados al renglón 011 es lo que ha movilizado a los salubristas a las calles. Además, que no han recibido el salario retroactivo que debía ser cancelado en junio pasado, por los tres primeros meses del año que no recibieron sueldo.

El dirigente sindical señala que el diálogo con las autoridades de Salud fracasó, de esa cuenta ahora buscan acercarse a Morales, pues él fue testigo de las negociaciones con Soto. “Sabemos que él va a entender que los compromisos se deben respetar y cumplir”, agregó. De no ser así, los salubristas no desistirán de “reclamar sus derechos”, como ellos aseguran, y no dudan en seguir con las medidas de hecho.

El ministro señala que estos bloqueos van más allá de lo que han consensuado.  “Ellos rompieron el diálogo, están tomando acciones ilegales. Hay otras formas de arreglar las casas”, manifestó, y agrega: “No tenemos presupuesto” para pagar lo acordado y que dejaran los procesos avanzados para que las nuevas autoridades le den continuidad al tema.

Alpirez dice que ya han tenido acercamientos con representantes del gobierno entrante. “Les hemos dicho que este es un compromiso de las actuales autoridades y ellas tienen que cumplir lo acordado”, pero con el próximo ministro buscarán el traslado a otros 16 mil trabajadores al renglón 011.

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ESCRITO POR:

Ana Lucía Ola

Periodista de Prensa Libre especializada en temas comunitarios, con énfasis en Salud y Educación, con 17 años de experiencia. Reconocida con el Premio de Prensa Libre en categoría Reportaje, en 2019. Premio de la UPANA por Informar a la población guatemalteca sobre la realidad en nutrición y desnutrición en el país, en 2019. Diplomado El periodismo en la era digital como agente y líder de la transformación digital impartido por el Tecnológico de Monterrey.