Política

Tres momentos que deja marcado a Donald Trump en la historia de Guatemala

La relación que mantuvo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con Guatemala estuvo marcada por una agenda migratoria que dejó en desventaja al país.

Enrique Degenhart, ministro de Gobernación de Guatemala, y Kevin McAleenan, titular del DHS, firman el acuerdo de tercer país seguro, con la aprobación del presidente de EE. UU., Donald Trump. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Enrique Degenhart, ministro de Gobernación de Guatemala, y Kevin McAleenan, titular del DHS, firman el acuerdo de tercer país seguro, con la aprobación del presidente de EE. UU., Donald Trump. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

La relación entre Estados Unidos y Guatemala en los últimos, mientras Donald Trump estuvo frente a la Casa Blanca, estuvo marcada por vociferaciones despectivas hacia el latinoamericano migrante que culminaron en un Acuerdo de Cooperación de Asilo que Guatemala aceptó con clara desventaja.

Si se trata de hablar del legado que dejó el presidente número 45 de Estados Unidos, los expertos consultados coinciden acerca del acuerdo también conocido como el de tercer país seguro. Pero agregan, también, el historial de malas decisiones tomadas por la diplomacia del gobierno de Jimmy Morales.

El presidente Jimmy Morales (2016-2020) dirigió la política exterior del país para congratularse frente a Trump y ganarse su simpatía, a cambio de decisiones que buscaban un interés particular y de los cuales Guatemala difícilmente podrá dar vuelta atrás.

“El presidente Franklin Delano Roosevelt hablaba de su política del buen vecino para Estados Unidos, pero Donald Trump retornó a ese ugly american, a esa imagen del gringo insoportable, gritón y arrogante”, resumió el experto internacionalista, Roberto Wagner.

Wagner señala que en la diplomacia importan las formas de lo que se hace, pero con Trump esto poco importaba al dirigirse, desde la campaña, con insulto a la población migrante, en especial a la mexicana y latinoamericana.

De esta forma institucionalizó la creencia de que un migrante es un delincuente, pero también se aprovechó de la falta de institucionalidad de los países de la región. “Trump recurrió a una política exterior en que sus formas fueron amenazantes y humillantes, pero que fue efectiva”, indicó.

Esto se puede ver con un claro ejemplo cuando Trump utilizó la construcción de un muro en la frontera sur de Estados Unidos como su promesa estelar de campaña para las elecciones de 2016. En ese entonces decía que México pagaría el muro como una forma burlesca de condescendencia.

Ante tal proposición, la reacción de Guatemala, uno de los países que más migrantes envía al norte, fue responder a través de bromas. “Tenemos muy buena mano de obra barata y con mucho gusto le construimos (el muro)”, dijo el presidente Jimmy Morales al no oponerse a la política que buscaba criminalizar al migrante.

Alianza para la Prosperidad

El 10 de mayo de 2017 se dio a conocer que la administración de Trump tenía las intenciones de hacer un cambio de forma y fondo al Plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte (PAPTN), impulsada por el gobierno de Barack Obama y disminuirle sus recursos.

El PAPTN buscaba el desarrollo económico de Guatemala, Honduras y El Salvador como medida para disminuir la migración hacia Estados Unidos. En 2017 destinaron US$650 millones, pero un año después hicieron un recorte de US$190 millones.

El 17 de diciembre de 2019 se concretaron las intenciones de Trump y presentaron el programa América Crece.

El presidente Jimmy Morales y la canciller Sandra Jovel estuvieron a cargo del traslado de la embajada de Guatemala a Jerusalén. (Foto Prensa Libre: @IsraelinGT)

Una mudanza y unos acuerdos

La decisión del gobierno de Jimmy Morales de mudar la embajada de Guatemala en Israel, de Tel Aviv a Jerusalén, ahora reconocida como capital de aquel país, fue percibida como una necesidad de quedar bien con Trump y tener a cambio el retiro del apoyo a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig).

Aunque Guatemala ha mantenido una relación histórica con Israel, la exdiplomática, Ana María Diéguez, explica que este acto fue algo innecesario. “Nuestra política siempre ha sido de respeto hacia las decisiones que se han tomado en Naciones Unidas. Esto era seguir el deseo de Estados Unidos en un ánimo de complacencia para lograr minar el apoyo a los esfuerzos de la CICIG y eso es más lamentable todavía”, explica.

El exvicepresidente Eduardo Stein también señaló que la política exterior de Guatemala estuvo dirigida a agradar a Trump y no a cumplir con los intereses nacionales. “Esto fue un hecho diplomático inducido por Washington”, agregó.

Wagner menciona que el traslado de la embajada de Guatemala fue una mala negociación de Morales a cambio de un interés particular de retirarle el apoyo a la Cicig.

El entrevistado explicó que en lugar de pedir una mejor situación para los migrantes, un plan de cooperación financiera o la promesa de mejorar los trabajos y la calidad de vida de los guatemaltecos en Estados Unidos, Guatemala desperdició esta oportunidad de negociación. “Quemamos esa carta en un intento frustrado de expulsar a una institución que al final se fue porque terminó su mandato”.

Pero una imagen poderosa y que quedó para el análisis de la historia diplomática del país es aquella tomada el 26 de julio en la Casa Blanca donde se ve a un Donald Trump viendo sobre los hombros cómo el ministro de Gobernación, Enrique Degenhart, firma el Acuerdo de Cooperación de Asilo junto al Secretario Interino de Seguridad Nacional, Kevin McAleenan.

Los presidentes de Guatemala y Estados Unidos, Jimmy Morales y Donald Trump, en la Casa Blanca el 17 de diciembre de 2019. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

La firma de este acuerdo fue el punto final a una serie de amenazas públicas propinadas por Trump si el gobierno de Morales no resolvía, como él quería, el problema de la migración.

Días antes de esta firma, Trump había dicho que aumentaría los impuestos a las remesas y que prohibiría la entrada de guatemaltecos a territorio estadounidense si Guatemala no firmaba el acuerdo.

“Los acuerdos internacionales son responsabilidad de Cancillería, por lo tanto, el canciller es el jefe de la diplomacia y el que firma los acuerdos. El hecho de que firmara el ministro de Gobernación le daba un tinte diferente con un enfoque más de seguridad que de migración, de respeto o protección al derecho de los migrantes”, explicó Diéguez.

Aunque Estados Unidos siempre ha tenido una política migratoria dirigida hacia Centroamérica y Guatemala, la firma de este acuerdo que endosa a Guatemala la atención de los migrantes hondureños y salvadoreños que buscan llegar a Estados Unidos, es el legado más grande que deja Trump en Guatemala.

“Nunca el ministro de gobernación guatemalteco pudo dar cuenta que existiera margen para negociar los instrumentos de ese tratado, se firmó un texto, pero nunca llegamos a conocer ningún aspecto de una negociación. Fue visto como una mala broma”, dice Stein.

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