Comunitario

Siguen drama y esperanza a una semana del alud

Tristeza, drama y dolor, pero al mismo tiempo esperanza y solidaridad, envuelven a los sobrevivientes del caserío El Cambray 2, Santa Catarina Pinula, a una semana de la tragedia que enlutó a cientos de familias y que deja por ahora 249 muertos, 300 desaparecidos y 368 albergados.

Catarina González —residente en La Tinta, Alta Verapaz— se reencuentra con su hijo Miguel Martí, sobreviviente del alud. (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

Catarina González —residente en La Tinta, Alta Verapaz— se reencuentra con su hijo Miguel Martí, sobreviviente del alud. (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

Durante este tiempo, personas en busca de parientes fallecidos no han abandonado el lugar que fue asignado para la morgue provisional del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif).

Las historias se tejen a diario. Carlos Flores es un herrero que fue despedido debido a su tenaz lucha por encontrar a su hermano, su cuñada y su sobrina, víctimas del alud. Él ha ayudado a extraer tierra del lugar.

“Luego de la tragedia me despidieron del trabajo, por estar pidiendo permisos para buscar a mi hermano, quien desapareció junto a su esposa y una de sus hijas, y desde que sucedió el deslave he estado aquí, con la esperanza de encontrarlos, pero no he tenido información si están vivos o muertos”, expuso.

El portavoz del Inacif, Roberto Garza, informó que se ha complicado la identificación de los restos por medio de huellas dactilares, debido al estado de descomposición.

La institución también identifica los cadáveres por odontología forense y ADN.

Garza difiere con el Ministerio Público sobre la cifra de muertos, debido a que suman partes de cuerpos como tales.

Flores narró cómo el encargado del taller donde trabajaba le reclamó si le interesaba más encontrar a su hermano o laborar. Buscará otro trabajo, afirmó, con lágrimas en los ojos.

Olegario Chirún no abandona su lugar en la sala de espera de la morgue. Viajó desde Patulul, Suchitepéquez, para encontrar a su hija, su yerno y su nieto de cuatro meses de edad.

Asegura que no se moverá de allí hasta que tenga noticias de su familia, pues todavía guarda la esperanza de que los cuerpos sean encontrados.

Atestiguaron tragedia

Óscar Estuardo Tzib recuerda que la noche del juevea 1 de octubre fue a la casa de su suegra pues iba a bajar unas carretas que se encontraban en su picop.

“Ellos estaban cenando pollito con arroz. Bromeé con mis cuñados y estuve como 10 minutos allí. Luego me despedí y mi suegra me llamó y me dijo que me quería pagar un favor, y yo le dije que no, porque ella me hacía el favor de cuidar mi carro. Luego le dije: Usted es como mi madre. Como nunca se lo había dicho, la abracé y le dije que la quería mucho y que la familia iba a estar unida. Me fui, y no habían pasado ni cinco minutos cuando se sintió un temblor y mi esposa me gritó que agarrara a mis hijos. Salimos a la calle y todo era una nube de polvo…”, refirió Tzib, quien se encuentra en un albergue.

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