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Ian Brady, el sádico asesino en serie que conmocionó a Reino Unido al matar a 5 niños con la ayuda de su mujer

Pocos asesinos en serie han sido tan odiados por los británicos como Ian Brady quien, junto a su novia Myra Hindley, asesinó brutalmente a cinco niños tras abusar de ellos sexualmente en los años 60.

Brady asesinó a cinco niños en 1965 y 1966. Fue arrestado tras asesinar a Edward Evans, de 17 años, su última víctima. PA

Brady asesinó a cinco niños en 1965 y 1966. Fue arrestado tras asesinar a Edward Evans, de 17 años, su última víctima. PA

Los enterró a todos en una pradera en Saddleworth, en Gran Manchester (noroeste de Inglaterra), dejando aterrorizado a todo un país. Desde entonces, pasaron a ser “Los asesinos del páramo”.

Se conocieron en una fiesta de Navidad en la empresa donde trabajaban y Myra, quien entonces tenía 19 años y era una buena chica católica, cayó rendida ante el apuesto Ian, cuatro años mayor que ella. La encandiló leyendo Mein Kampf de Hitler en alemán.

Ya para entonces Brady era conocido por la policía por torturar a animales. Hijo ilegítimo de una camarera escocesa, su niñez fue un infierno. Su madre lo ignoró y fue criado por una familia de acogida en Gorbals, uno de los barrios más duros de Glasgow.

Asesinatos

Comenzó a robar cuando era adolescente y los jueces terminaron por devolverle a Manchester a vivir con su madre y su padre adoptivo, terminando alcoholizado.

Adicto al sadomasoquismo, tras conocer a Myra comenzaron a tomarse fotos obscenas, obsesionados con el sexo.

Sin conformarse con ello, el 12 de junio de 1963 Myra convenció a Pauline Reade, de 16 años, para que la acompañara a la pradera de Saddlesworth. Brady las siguió en moto y una vez allá la violó, asesinó y después enterró su cuerpo en el mismo páramo.

Unos meses después, Brady violó en repetidas ocasiones en el mismo lugar a John Kilbride, un niño de 12 años, a quien después estranguló.

Después fue Keith Bennett, también de 12 años, violado, asesinado y enterrado en el mismo lugar.

Y el 26 de diciembre de 1964 desaparecía Lesley Ann Downye, de apenas 10 años.

Sin pruebas

Saltaron todas las alarmas, pero las autoridades no encontraban ninguna prueba y al principio creyeron que los casos no estaban relacionados.

Todo cambió cuando Brady y Myra intentaron involucrar al cuñado de la chica, David Smith. Éste encontró curioso que hablaran de asesinatos y cuestionó la habilidad de Brady para poner en práctica lo que decía.

El 6 de octubre de 1965, Brady quiso hacer una demostración e invitó a su casa a Edward Evans, un chico homosexual de 17 años.

Allá le asestó 14 hachazos antes de estrangularle. Horrorizado, Smith les ayudó a deshacerse del cadáver pero justo después fue a la policía a denunciarles.

Cadena perpetua

Los agentes arrestaron a la pareja en su casa, y allá encontraron las pruebas del sadismo y la perversión que les unía.

Descubrieron fotos del cuerpo de la niña Lesley Ann Downye desnuda y maniatada, junto a grabaciones de sus gritos cuando pedía clemencia mientras Brady la violaba.

Durante el juicio que tuvo en vilo a todo el país, los miembros del jurado quedaron perplejos cuando Brady describió la cinta como “inusual”, sin mostrar ningún arrepentimiento.

En 1966, la pareja fue condenada a cadena perpetua por el asesinato de la niña, de Edward y de John Kilbride, gracias a que el Reino Unido había abolido la pena de muerte unos meses antes.

En prisión Myra culpó a Brady de todo y dijo que estuvo sometida. En 1998 solicitó la libertad condicional pero le fue denegada varias veces. En 2002 murió entre rejas tras sufrir un ataque al corazón.

¿Dónde está Bennett?

Por su parte, Brady fue eventualmente ingresado en noviembre de 1985 en un hospital psiquiátrico de máxima seguridad, diagnosticado con psicopatía.

En una entrevista con periodistas, finalmente reconoció el asesinato de los otros dos niños, Pauline Reade y Keith Bennett.

Y dos años después escribió una carta a la BBC, ofreciendo información incompleta sobre cinco “nuevos” asesinatos que había cometido.

En el hospital, Brady intentó suicidarse varias veces y pasó 17 años en huelga de hambre. Ante esto, el juez obligó a los médicos a alimentarle a través de una sonda gástrica para mantenerle con vida.

El 15 de mayo de 2017, apareció muerto en su celda.

Se lleva a la tumba el secreto sobre donde está el cuerpo de Bennett, el único de los cinco niños asesinados que no ha aparecido hasta ahora, a pesar de los ruegos de su madre quien quería darle una sepultura cristiana y quien murió sin ver cumplido su deseo.

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