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Qué nos dicen los más de 9.000 mensajes ocultos en los rincones de la maravillosa Alhambra en España

Más de 500 años después de la toma del Granada por los cristianos, la Alhambra sigue hablando árabe. Los muros, fuentes, techos, puertas y ventanas del famoso palacio fortaleza donde residieron los gobernantes Granada, el último estado musulmán de la Península Ibérica hasta 1492, albergan miles de inscripciones en ese idioma.

En la Alhambra residieron los últimos gobernantes del estado musulmán, en Granada, hasta su expulsión en 1492.

En la Alhambra residieron los últimos gobernantes del estado musulmán, en Granada, hasta su expulsión en 1492.

El contenido de muchas de ellas fue un misterio durante siglos. Ahora, la Alhambra acaba de perder uno de sus secretos. O de compartirlo con quienes quieran adentrarse en él.

Tras 12 años de trabajo, un equipo liderado por el investigador Juan Castilla concluyó la catalogación e interpretación de los más de 9.000 grabados que pueblan el monumento.

Frente a la tradición cristiana europea donde abunda la representación de figuras humanas y animales, la rica decoración islámica de la Alhambra encuentra en la caligrafía y los motivos vegetales y geométricos sus elementos predilectos: palabras ornamentales que transmiten belleza y que expresan un significado. Descifrarlo no es una mera labor de traducción.

“No por el hecho de estar en árabe cualquier persona que pase por la Alhambra y conozca la lengua árabe puede traducir esas inscripciones. Tiene que conocer muy bien la lengua árabe clásica y estar familiarizado con ese tipo de escritura. Para ayudar a entenderlo: imagínese su nombre y la primera letra se envuelve de unas flores, la segunda se rodea de un círculo… Se puede leer, pero hay que estar familiarizado con ese tipo de ornamentación”, apunta Castilla en diálogo con BBC Mundo.

Cada uno de estos miles de mensajes tiene ahora su propia ficha, que contiene un dibujo de la inscripción despojado de adornos, su traducción e información sobre su ubicación y el soporte en el que se realizó, tan diverso como los materiales con que se construyó el palacio: yeso, madera, mármol…

Pero, ¿qué nos dicen estos escritos centenarios?

“Siempre se piensa que entrar a la Alhambra es encontrar mucha poesía y muchas frases de contenido religioso. Eso es una idea errónea. Si cogiéramos un ejemplo burdo, es como si tomáramos una tabla clasificatoria como la del fútbol: las leyendas epigráficas de tipo poético y los extractos coránicos figurarían en la parte baja de la clasificación”, señala el investigador, cuya obra Corpus Epigráfico de la Alhambra fue editada en ocho libros y DVDs interactivos.

Esa hipotética tabla clasificatoria estaría encabezada, en cambio, por el lema de la dinastía nazarí, que gobernaba Granada en tiempos de la construcción de la Alhambra: “Wa-la galib illà Allah”, que traducido al castellano significa “no hay vencedor sino Allah”.

En segunda posición, después de las inscripciones a mayor gloria de los gobernantes, se encuentran palabras sueltas -o acompañadas de calificativos- como “felicidad” o “bendición” que se repiten cientos de veces en el edificio.

“Son como deseos, que supuestamente vienen de la providencia y que recaen sobre la instancia donde está la inscripción grabada. Algunas veces, esas ideas también pueden ser un deseo de la providencia para el sultán que está gobernando en ese momento”, indica Castilla.

Son igualmente numerosas las inscripciones regias, que incluyen el nombre de un sultán, las fundacionales, realizadas con motivo de la inauguración de algún elemento arquitectónico, y las conmemorativas.

También hay espacio para la poesía y los extractos del Corán. En el conocido patio de los arrayanes, por ejemplo, un poema de 12 versos, dispuestos sobre los pórticos rememora la conquista por los árabes de Algeciras, una ciudad del sur de España.

Y en la sala de Dos Hermanas existe un poema de 24 versos encargado por el sultán Muhammad V con motivo de la fiesta de circuncisión de uno de sus hijos.

Sin embargo, algunos mensajes son más ambiguos y su interpretación resulta compleja y, a la vez, abierta.

“Justo en la entrada de una alcoba, en el Salón de Comares, se puede leer: 'Sé parco en palabras y saldrás en paz'. Allí se sabe que los visires recibían embajadas o personajes importantes. Se puede interpretar muy libremente, pero yo entiendo que quiere decir: 'no hables demasiado, sé rápido en lo que cuentes y no habrá conflictos'”, cuenta el experto de la Escuela de Estudios Árabes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España.

A lo largo de los siglos, escritores y viajeros convirtieron la Alhambra en un lugar legendario y alabaron su belleza, exótica en Europa occidental.

Como el mexicano Francisco A. de Icaza, cuyos versos dedicados a Granada se encuentran hoy grabados en un muro a los pies de la Torre de la Vela, en un extremo del complejo palaciego.

Una especie de versión moderna de las antiguas inscripciones árabes: “Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada, como la pena de ser ciego en Granada”.

En la actualidad, la Alhambra es uno de los monumentos más visitados del país: casi 2,5 millones de personas pasaron por ella en 2015. ¿Cómo es posible que muchas de sus inscripciones árabes permanecieran sin descifrar durante tanto tiempo?

Los intentos de entender qué quisieron transmitir quienes edificaron la Alhambra no son nuevos.

Desde el primer momento de la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492, los cristianos tuvieron interés en el significado de los mensajes grabados en el palacio y en el resto de la ciudad y encargaron su traducción.

“Lamentablemente se hizo ese informe fragmentario y se perdió. Más tarde se le encargó una recopilación de inscripciones al morisco Alonso del Castillo. Pero lo que hizo fue recopilar poemas y no todos. Pasan los siglos y hay más intentos. Pero nunca se hace de manera exhaustiva”, explica Castilla, cuyo trabajo recibió recientemente el premio a la mejor edición española de mano de la Unión de Editoriales Universitarias Españolas.

“El valor añadido es que dejamos para la posteridad un testimonio de cómo está el monumento hoy. Y eso no lo tenía la Alhambra”, agrega.

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