Hemeroteca

Hace 104 años nació <em>el soldado del pueblo</em>

Un día como hoy 14 de septiembre de 1913 nacía en la ciudad de Quetzaltenango, el coronel Juan Jacobo Árbenz Guzmán, el presidente de la segunda revolución y recordado con simpatía como "el soldado del pueblo".

Jacobo Árbenz Guzmán nació el 14/09/1913. (Foto: Hemeroteca PL)

Jacobo Árbenz Guzmán nació el 14/09/1913. (Foto: Hemeroteca PL)

Árbenz nació en en el seno de la familia conformada por Jacobo Árbenz Groebli y Octavia Guzmán Caballeros. Estudió en el Instituto Nacional para Varones de Occidente, INVO, y en la Escuela Politécnica, donde fue catalogado como un alumno distinguido.

En la Escuela Politécnica se desempeñó posteriormente como profesor de Organización y logística militar, Historia militar de Centroamérica e Historia Universal. En 1939 se casó con María Cristina Vilanova, de origen salvadoreño e hija de una de las familias más adineradas de San Salvador. Cristina fue desheredada por su matrimonio con Árbenz. De este matrimonio nacieron tres hijos, Arabella, Leonora y Jacobo.

Árbenz, a sus casi 31 años de edad, fue uno de los líderes de la Junta Revolucionaria de Gobierno que derrocó a Ponce Vaides, el aprendiz de dictador. La Junta se mantuvo desde el 20 de octubre de 1944 hasta el 15 de marzo de 1945, un período en el cual se hicieron importantes reformas internas, como la separación de los tres poderes del Estado, la creación del cargo de vicepresidente, el principio de no reelección y reconocimiento del pueblo a manifestarse.

Cabe destacar la redacción de la nueva Constitución, la de 1945, la cual incorporó derechos socioeconómicos como el sueldo mínimo, la jornada laboral, los descansos y vacaciones, la sindicalización libre, la huelga y el paro, la indemnización por despido y la seguridad social. En el ámbito económico reconoció la propiedad privada y autorizó la expropiación forzosa de tierras ociosas. Asimismo, dio autonomía a la Universidad de San Carlos y declaró que la educación pública debía ser laica.

En 1944 se convoca a elecciones en las que resulta ganador el doctor Juan José Arévalo Bermejo con el 86.3% de los votos. Durante la gestión de Arévalo, Árbenz es nombrado Ministro de la Defensa.  Uno de sus principales aportes, y por el cual poco se le recuerda, es que durante el mandato de Arévalo mantuvo el gobierno, pese a los constantes intentos de golpes de Estado con los que estuvo amenazado”, dice el investigador Guillermo Paz Cárcamo, autor del libro Guatemala: Reforma agraria.

Árbenz se presenta a las elecciones de 1950, su campaña electoral tuvo apoyo de partidos políticos de izquierda y organizaciones sindicales obreras y campesinas. “Era un joven vigoroso, de conformación atlética. Su rostro era blanco pálido, más todavía por el cabello; sus pestañas y cejas, rubias… sus modales eran reposados, tenía una atildada y no deliberada elegancia; era lento y seguro al hablar, sin variaciones en su medio tono de voz. No gesticulaba ni sonreía, sino de vez en cuando”. Así lo describe Manuel Galich en su libro Por qué lucha Guatemala. Arévalo y Árbenz, dos hombres contra un imperio. Galich también fue ministro de Relaciones Exteriores durante el período de Árbenz.

Asimismo, destacaba su habilidad para la oratoria, tal como lo demostró en su discurso de toma de posesión, el 15 de marzo de 1951. Dijo: “La fecha de hoy, que marca el fin de una gran etapa histórica y política en nuestro país, inicia a la vez otra época que podrá caracterizarse por el impulso a la economía nacional, el mantenimiento y ampliación de la democracia, el trabajo pacífico de la defensa de nuestra soberanía nacional, todo lo cual es necesariamente la continuación revolucionaria lógica y consecuente del régimen que inauguró el Doctor Juan José Arévalo, Presidente ejemplar de Guatemala y un gran símbolo democrático para todo el Continente Americano” (Nuestro Diario, 16 de marzo de 1951).

Árbenz puso sobre la mesa sus principales objetivos: “Nuestro gobierno se propone iniciar el camino del desarrollo económico de Guatemala, tendiendo hacia los tres objetivos fundamentales siguientes:  a convertir a nuestro país, de una Nación dependiente y de economía semicolonial a un país económicamente independiente; a convertir a Guatemala, de país atrasado y de economía feudal en un país moderno y capitalista, y a hacer porque esta transformación se lleve a cabo en forma que traiga consigo la mayor elevación posible del nivel de vida del pueblo”.

La Guatemala de esos tiempos vivía un marcado retraso en todas las áreas. Tenía una población analfabeta que alcanzaba el 70 por ciento, mientras que más del 90 por ciento de la población infantil tenía cierto grado de desnutrición; la seguridad social solo alcanzaba al 20 por ciento de la población activa; su economía era, básicamente, de tipo colonial, basada en la exportación de materias primas agrarias —casi exclusivamente café—.

No había industrias básicas, y las que había se dedicaban por lo general a la transformación de alimentos, bebidas, calzado y textiles. Según Galich, uno de los problemas que imperaba era la desigualdad en la distribución de la tierra. El uso que se hacía de ella, además, era pésimo. Por eso uno de los máximos objetivos de Árbenz fue redistribuirla y trabajarla.

De esa cuenta nació la Ley de la Reforma Agraria, más conocida como decreto 900, algo que no cayó en gracia a la poderosa United Fruit Company (Ufco), la compañía frutera que controlaba la red ferroviaria, los muelles, puertos y, principalmente, las plantaciones bananeras del país. De hecho, la Ufco poseía el 5.6 por ciento de la superficie agrícola de la Nación. Para Galich, Guatemala tenía un contexto económico que se basaba en la “concentración de la riqueza y el reparto de la pobreza”.

“Lo que hizo Árbenz fue tratar de llevar un sistema semifeudal a un capitalista moderno. La reforma no pretendía llevar a Guatemala hacia el comunismo, como lo hizo pensar en ese entonces la oposición al régimen”, refirió Paz Cárcamo.
Pero la mira de Estados Unidos estaba puesta en el gobierno de Árbenz, pues este permitió la formación del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), además de la libre sindicalización y la promoción de la reforma agraria, que afectó los intereses de la Ufco. Esta compañía tenía registradas tierras valoradas en US$3 por acre, para pagar menos impuestos. Pero cuando Árbenz asumió el poder y decretó la expropiación del territorio ocioso, alegó que cada acre valía US$75, por lo que exigía mayor indemnización.

Pero esto no era todo, pues la Ufco tenía conexiones con el gobierno estadounidense, ya que el secretario de Estado, John Foster Dulles, y su hermano, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Allen Dulles, tenían acciones en esa empresa. Documentos desclasificados por la CIA dan cuenta de que en 1952 el presidente Harry Truman autorizó la operación PB-Fortune, la cual buscaba exilar, encarcelar o ejecutar a guatemaltecos tildados de “comunistas”, así como el derrocamiento de Árbenz por medio de una operación militar dirigida por el militar guatemalteco Carlos Castillo Armas, en un plan que contaba con el apoyo del dictador nicaragüense Anastasio Somoza. Fue así como el gobierno estadounidense empezó a pintar de rojo a Árbenz.

Y así quedó escrita la historia por años. Desde entonces era Jacobo, el rojo; Jacobo, el comunista; Jacobo, el moscovita. Así, desde la frontera oriental de Guatemala, el coronel Castillo Armas condujo un ejército militar apoyado con bombarderos estadounidenses, los cuales atacaron puntos estratégicos del país y como consecuencia Árbenz decidió renunciar a la presidencia el 27 de junio de 1954 para evitar un derramamiento de sangre innecesario, a pesar de que su ejército y muchos civiles demandaron armas para reducir a los liberacionistas.

Árbenz se refugió como asilado político en la embajada de México durante 73 días y el 9 de septiemb de 1954 salía hacia el exilio al país vecino, no sin antes pasar por un humillante registro él y su familia en el Aeropuerto La Aurora ya que se le acusó de llevar dinero y joyas obtenidos con dinero del erario.

El haber abandonado el país no supuso tranquilidad para Árbenz, ya que aún así era perseguido y controlado, según lo demuestran fichas de control descubiertas en 2009 en el Archivo Histórico de la Policía Nacional.

La desgracia persiguió a Árbenz hasta el final de sus días. Dos de sus hijas se suicidaron ante la presión del exilio, se distanció años después de su esposa y falleció solitario el 27 de enero de 1971 en la ciudad de México.  Sus restos fueron repatriados hasta octubre de 1995 y descansan en el Cementerio General de la ciudad de Guatemala.

ESCRITO POR: