Hay que recordar que con frecuencia Europa critica este mismo problema en América Latina, pero se olvida del sufrimiento de las mujeres del Viejo Continente.
Según la autora del estudio, Joanna Goodey, este revela que hay muchos problemas que aún no han salido a la luz e n Europa.
¿Cuál es el resultado del estudio que más le ha sorprendido?
Goodey: En realidad, muchos de los resultados no me sorprendieron. Lo que me quedó claro al realizar el estudio son las elevadísimas cifras de acoso sexual. Sobre todo, que mujeres en posiciones de liderazgo hablen de tantos episodios de este tipo. Además, el problema del acoso es muy grande. Y es un tema que muchos están tardando en reconocer.
A menudo, las mujeres se ven acosadas durante un largo periodo de tiempo y esto hace que tengan que cambiar su estilo de vida. En general, se ocultan muchos problemas. Solo rara vez las mujeres lo hablan entre ellas y es más infrecuente aún que lo comenten públicamente.
En el estudio llama la atención la magnitud del ciberacoso. ¿Cómo pueden combatirlo las plataformas sociales?
En Inglaterra se dio el caso de una mujer que era frecuentemente acosada en Twitter. Pero en lugar de callar, como la mayor parte de las afectadas, lo hizo público. Twitter se vio muy presionada y facilitó la denuncia del uso incorrecto de la red social. Hasta entonces, prácticamente había que denunciar cada caso, pero si una recibe 30 amenazas de violación al día, tiene que haber un método más sencillo. Eso es tarea de los proveedores de internet, pues no tiene nada que ver con la libertad de opinión.
¿Se es consciente en Europa del problema de la violencia contra la mujer, frente a la discriminación racista o religiosa?
Es una comparación difícil, pero la atención que suscitan estos temas tiene a menudo un trasfondo político. En el caso de la violencia contra las mujeres, muchos piensan que llevamos ocupándonos del problema desde la década de 1980 y que desde entonces hay muchas leyes que defienden la igualdad de sexos.
Muchos se preguntan dónde está el problema. Pero la esencia de la cuestión no se ha abordado. Y eso se debe, quizá, a que desde los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001 nos hemos ocupado más de la islamofobia. Pero la violencia contra las mujeres no es un problema de minorías.