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“Ella me dijo que el demonio la estaba perturbando”: el relato de la pareja de Vilma Trujillo, la nicaragüense que evangélicos quemaron en una hoguera

"Fuimos pensando que íbamos hacia la salvación y terminamos en una desgracia", dice con un hilo de voz Reynaldo Peralta sobre la decisión de sumarse a la iglesia que tres años antes había llegado a su comunidad. 

Es la pareja de Vilma Trujillo, la mujer que el martes murió una semana después de haber sido quemada en una hoguera en un ritual evangélico en la aislada de comunidad El Cortezal, en el noreste de Nicaragua, a unos 500 kilómetros de la capital, Managua.

A través de una línea entrecortada el día antes del entierro le dice a BBC Mundo que está “preocupado por todo lo que ha pasado y cuando uno se siente afligido cuesta controlarse, uno se queda nervioso por las cosas que han sucedido”.

El funeral de Trujillo tendrá lugar en San Pedro del Norte, unos 200 kilómetros al sur del sitio de su muerte, porque “el lugar de los hechos está muy peligroso”.

“Por temor de que dicen que la gente me quiere hacer algo, que no me acerque porque puede haber gente esperándome en el monte. No quiero que desbaraten mi vida como desbarataron la de mi compañera”, asegura Peralta, de 37 años, que llevaba cuatro en pareja con Trujillo y es el padre de la menor de sus hijas, de 2 años. Ella tenía otro de 5.

La nicaragüense de 25 años falleció tras una semana de agonía luego del incidente el 21 de febrero. El 80% de su cuerpo resultó quemado y apenas el viernes llegó a un hospital en la capital, Managua, a casi un día de viaje del lugar donde vivía.

Peralta no encuentra explicaciones para lo ocurrido pero admite que semanas atrás, luego de que un hombre de la Iglesia Visión Celestial de las Asambleas de Dios le diera un “remedio” a su mujer, algo había cambiado.

“Ella me dijo que un demonio la estaba perturbando y yo le dije que eso que le están dando no es un remedio, es para que me odie usted a mí”, recuerda.

Tras ello asegura que se acercó al pastor de la comunidad, Juan Gregorio Rocha —a quien la Asamblea de Dios no reconoce como miembro de la iglesia—, para decirle que su “mujer ya no lo quería” y que éste le respondió que iban a “tener que hacer algo”.

Peralta cuenta que alrededor de dos meses atrás su mujer le confesó que el pastor le había dicho “corra a Reynaldo”. “Le decía que me corriera para que me vaya”, afirma al tiempo que asegura que él no sospechó nada.

“Seguramente tenía algún interés en ella, por eso le decía que me fuera”, afirma ahora.

“Le diría muchas cosas a la cara de él por lo que sucedió, pero le pido a Dios que no me enfrente con ese hombre porque me siento muy enojado”, explica.

Rocha, uno de los cinco detenidos por la muerte de Trujillo, señaló a las autoridades que se trataba de un ritual de “sanación” y que “Dios dijo que iba a sacar ese espíritu malo de ella y que hiciéramos un fueguito, porque iba a ser expulsado el demonio”.

La diaconisa de la iglesia, Esneyda del Socorro Orozco —también detenida—, dijo que “por revelación divina, debía hacerse fogata en el patio del templo para sanar a la víctima a través del fuego”.

“Cuando se realizó la fogata, fue lanzada al fuego Vilma Trujillo amarrada de pies y manos”, de acuerdo a la Policía Nacional.

Miuriel Gutiérrez Herrera, de la organización AHD Colectivo Gaviota que ha estado acompañando a la familia de Trujillo, habló con la hermana menor de ella, de 15 años, quien le contó que luego de que Peralta abandonó la comunidad, para acompañar a su madre que se encontraba mal de salud, ella empezó a sentir malestares.

Fue así que se acercaron a la iglesia para pedir asistencia donde el supuesto pastor prometió curarla.

“A la niña de 15 años la encerraron en la iglesia y no la dejaron salir. Ella escuchó los gritos de cuando la estaban quemando pero no la dejaron salir a ayudarla”, le cuenta Gutiérrez Herrera a BBC Mundo.

“Fue muy duro verla quemada”

Peralta había dejado El Cortezal dos semanas antes del ataque y dice que conocía al pastor porque iban todos los domingos a la iglesia.

“Nosotros éramos católicos y por mejorar nos hicimos evangélicos” cuando llegó la iglesia hace tres años. “Son gente mala”, señala y agrega que ahora se arrepiente de haberse sumado y va a volver a ser católico.

“Fue muy duro verla quemada”, recuerda sobre el momento en que la vio con vida el viernes en un hospital en Managua.

“No pude ni platicar con Vilma. Le lloraba al Señor para que le diera fuerzas. Si hubiéramos hablado, me hubiera sentido alegre pero no tuvimos palabras de plática”.

El presidente de las Asambleas de Dios en Nicaragua, Rafael Arista, deslindó a su organización del hecho. “No tenemos iglesia organizada en ese lugar, lo que hay es una obra incipiente integrada por laicos”, dijo al calificar el ritual de “obra satánica”.

“Quemar a una persona en nombre de la fe eso no es bíblico, es una barbaridad. Rechazamos ese acto y serán las autoridades competentes quienes deberán aplicar la justicia en ese acto inhumano que como Asambleas de Dios rechazamos”, agregó.

Arista aseguró que Rocha no pertenece a la iglesia: “Es evangélico laico, pero no pastor. En nuestro registro que tenemos en la cantidad de pastores no aparece su nombre como pastor”.

Sin embargo, organizaciones de derechos humanos cuestionan la postura de las Asambleas de Dios.

“Es una forma de evadir la responsabilidad que tiene la jerarquía (…) es absurdo pensar que no tienen nada que ver cuando la iglesia existe en la comunidad”, le dice a BBC Mundo Juanita Jiménez, del Movimiento Autónomo de Mujeres.

“Para nosotras”, agrega, “es un caso emblemático que está dando la alerta de situación de la vulnerabilidad de los derechos de las nicaragüenses. Combina dos armas letales: la misoginia y el fanatismo religioso”.

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