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“Lo peor todavía no ha pasado”: cuatro historias de supervivencia y solidaridad en una Texas bajo el agua por la tormenta Harvey

"Nunca vi tanta agua". Jonathan Broussard parece contener la respiración mientras, parado en su pórtico, mira hacia el final de su calle.

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En realidad, su calle ahora se ha transformado en un río. “Nunca había visto tanta lluvia, al mismo tiempo”, insiste Jonathan.
“He pasado por un par de huracanes pero nunca duró tanto como esta vez. Nunca vi subir el agua tanto”.

El canal que pasa por detrás de esta zona residencial al noroeste de la ciudad de Beaumont, a casi 180 km al este de Houston, superó sus márgenes en las primeras horas de este miércoles.

Y la masa de agua ya ha invadido varias de las calles de esta zona.


Beaumont y sus zonas aledañas se transformaron este miércoles en el epicentro de las zonas afectadas por Harvey.

Todos los vecinos lograron salir a tiempo, aunque a muchos de ellos les costó dejar atrás todas sus pertenencias.

Y ahora, los que vivían calle arriba como Jonathan temen que el agua siga subiendo y llegue hasta sus casas.

“Solo Dios sabes si llegara hasta aquí. Estaba a unos 100 metros de aquí hace dos horas, y ahora se esta acercando”.

Desde que como huracán de categoría 4 comenzó a azotar la costa de Texas el viernes pasado, Harvey se ha cobrado al menos 20 vidas.

Las inundaciones dejadas por Harvey, ya degradado a depresión después de que su ojo regresara al mar y volviera a tocar tierra en Luisiana, ha causado daños que Moody's calcula en entre US$51 mil millones y US$75 mil millones.

Eso la convertiría en una de las tormentas más costosas de la historia de Estados unidos.

“Lo peor todavía no ha pasado en el sureste de Texas”, advirtió el gobernador Greg Abbott.

El gobernador advirtió de que las inundaciones seguirán afectando a cada vez más área al menos durante una semana.

“Pensé que iba a morir”

En medio de un estruendo ensordecedor, María Ángela Santos baja de un helicóptero militar ayudada por un soldado en el pequeño aeropuerto de Jack Brooks, en las afueras de Port Arthur.

Junto a ella, sus dos hijas, de 8 y 5 años. Las tres están descalzas. Tiemblan de frío.

Fueron rescatadas por el helicóptero mientas su casa se cubría de agua.

Ya al reparto dentro de la pequeña terminal del aeropuerto, María, de origen salvadoreño, recuerda las horas de terror que acaba de vivir.

“Se vino como un levantón de agua”, dice María. “Sentí que hasta el carro iba a salir volando. Fue muy repentino”.

Sus ojos se llenan de lágrimas cuando acaricia a sus hijas. “Pensé que me iba a morir, que no las iba a ver más”.

Incluso le dio un beso a cada una, pensando que era el fin.

El rescate en helicóptero le salvó la vida, pero sus preocupaciones no han terminado
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“Dejé los papeles ahí”, dice, hablando de sus documentos migratorios probablemente perdidos en la inundación.

Pero más que nada se preocupa por su marido, que aún no ha sido rescatado. “Ojalá no se ponga mas fea la situación”, desea en voz alta, con la mirada perdida.

“Porque soy tejano”

“Vine porque soy tejano y los tejanos aquí nos necesitan”, dice Devon Jacobs a BBC Mundo.

Su camioneta esta detenida a la vera de la autopista 96, que entra a la ciudad petrolera de Port Arthur en la costa de Texas.

La autopista estaba cerrada, las aguas habían invadido ambos carriles y eran pocos lo que se animaban a cruzar para llegar a la ciudad.

Devon está dando los últimos retoques a la moto acuática que remolca, con la que quería entrar a la ciudad para ayudar a la gente.

Como sea, donde sea, pero apenas pueda.

Ese espíritu de colaboración es lo que este agente inmobiliario de Austin destaca de lo que dejó Harvey.

Pero también tiene una advertencia.

“Después de un huracán y una tragedia así todos recurrimos a nuestro espíritu de humanidad”, dice, emocionado.

“Pero con el pasar de tiempo volvemos a ser egoístas. Deberíamos siempre recordarnos lo que se siente ayudarnos mutuamente”.

En el segundo piso

Joe prefiere no decir su apellido, está ocupado coordinando las operaciones de rescate de un complejo de departamentos en Nederland, al oeste de Houston.

Llegó aquí temprano, en la madrugada, a ayudar a su hermana que vive en un apartamento en un segundo piso.

Joe relata a BBC Mundo la dramática situación de la noche del martes.

“Hablé con mi hermana a la medianoche y estaba todo bien. A la una de la mañana me llamó y me dijo que sus pies ya estaban mojados. A las tres de la mañana el agua tocaba sus tobillos.”

Fue entonces que Joe corrió al lugar y pidió la ayuda de un hombre que pasaba con un pequeño barco.

A las 8 de la mañana logro salvarla y se quedó en la zona para ayudar a otras personas.

La gente de Texas se ha movilizado, pero también la gente de estados vecinos y no tanto, como la lejana Florida, dice Joe.

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