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Por qué está creciendo el número de conversos al islam en Estados Unidos

Yunique camina por su vecindario en Brooklyn (Nueva York) con un atuendo suelto y a la moda, con un chal gris delicadamente envuelto alrededor de una gorra de beisbol.

Yunique Saafir quiso convertirse al islam cuando aprendió sobre el énfasis de esta religión en la igualdad racial y de género. SAMRA HABIB/PRI

Yunique Saafir quiso convertirse al islam cuando aprendió sobre el énfasis de esta religión en la igualdad racial y de género. SAMRA HABIB/PRI

No es evidente que es musulmana. El único indicio de su fe puede aparecer si decide compartir su apellido: Saafir, que en árabe significa “embajador”.

Tiene 28 años, nació en Jamaica y ahora vive en Estados Unidos. Su madre fue quien la introdujo al islam luego de convertirse a esta religión en su isla natal.

Yunique recuerda cómo le intrigaba que, de repente, su madre parecía estar más feliz tras asistir a la mezquita en su país de origen.

Un día, su madre le conversó sobre su renovada fe y la invitó sin compromiso a la mezquita.
Saafir decidió acompañarla. Dice que de manera instantánea encontró “una felicidad espiritual”. Recuerda haber sentido el ímpetu para convertirse al conocer el énfasis del islam en la igualdad de género y racial, algo que ya era importante para ella desde niña como resultado de haber sido criada en una familia con conciencia social.

En 1999, después de vivir en EE. UU. durante ocho años, Saafir experimentó con la religión mormona. Pero notó que la iglesia a la que asistía no percibía bien a los afrodescendientes.

Así que el año pasado, retornó al islam. Y encontró ese regreso aún más significativo en su vida.

“Tomé la decisión de que esta sería mi religión. Internamente, no me sentía cómoda con no practicar el islam siendo homosexual”, dice.

De alguna manera, sin embargo, hay estadounidenses a los que les cuesta entender como compatriotas cómo Saafir decidieron abrazar el islam en los años posteriores al ataque del 11-S.

Número creciente

El número de musulmanes en EE.UU. aumentó en un 67% en la década que siguió al 11-S, según un estudio hecho en 2010 por la Asociación de Archivos de Datos Religiosos (ARDA, en inglés).

En el año 2000, había un millón de musulmanes en el país; para el 2010, la población subió a 2.6 millones.
En el 2015, ya eran 3.3 millones de musulmanes en Estados Unidos.

Otros estudios señalan que la conversión y la inmigración de países como Bangladés, India y Pakistán son los principales motivos para explicar este dramático incremento.

Eso no significa que ser musulmán hoy en día en EE. UU. es sencillo.
Hace menos de un mes, un imán y su asistente fueron baleados y murieron a las afueras de una mezquita en Queens, Nueva York.

Alauddin Akonjee, de 55 años, y Thara Miah, de 64, servían a una comunidad en su mayoría de origen bengalí.

Miembros de la comunidad creen que la islamofobia creciente fue la razón de los homicidios. La fiscalía todavía investiga si se trató de un crimen de odio.

El índice de crímenes de esta naturaleza contra los musulmanes en EE. UU. se triplicó a 38 por mes desde los ataques de París y la balacera en San Bernardino (California) en diciembre del año pasado.

Esta cifra se desprende de datos del FBI que analizó el Centro para los Estudios de Odio y Extremismo y entregó al diario estadounidense The New York Times.

En los años anteriores, indicó el informe, hubo 12.6 supuestos crímenes de odio mensuales hacia musulmanes.

Además, las representaciones del islam después del 11-S en los medios de comunicación y la cultura popular en el país son rara vez favorecedores.

Alrededor del 80% de la cobertura mediática en las cadenas televisivas estadounidenses CBS y NBC fue negativa, mientras que en Fox el 60% fue desfavorable, con historias sobre terrorismo internacional y conflicto ocupando la mayor parte del tiempo al aire.

Esta medición fue hecha por Media Tenor, un instituto de investigación que evalúa datos para ONG y gobiernos, que revisó reportes de dichos medios entre 2007 y 2013.

También resaltaron que, en la mayoría de los casos, los musulmanes no se incluían como expertos y comentaristas sobre el Islam.

Entonces, ¿por qué los estadounidenses se están convirtiendo al islam, si, en alguna medida, EE. UU. es cada vez más intolerante hacia los musulmanes?

“Curiosidad”

El creciente interés en esa religión durante los últimos 15 años ha tenido que ver precisamente con la publicidad que la rodea, según la profesora Asma Afsaruddin, quien enseña Culturas y Lenguas de Oriente Próximo en la Universidad de Indiana Bloomington (EE. UU.).

“A pesar de la islamofobia, estadounidenses conscientes y curiosos de conocer la naturaleza real del islam acuden a las enseñanzas de la religión a través de fuentes fiables”.

La académica, autora de Asuntos contemporáneos del islam, señala que muchos de sus estudiantes se ven atraídos por los aspectos de igualdad que contempla la religión.

“Encuentran sobresaliente que haya tanto énfasis sobre la equidad de los seres humanos y de la igualdad de género, particularmente en la historia antigua del islam”.

La estudiante Teresa Kane tenía 30 minutos para escoger una clase y así cumplir con un ultimátum de su préstamo de estudios en la Universidad George Mason, en Virginia.

Así se topó con una materia electiva llamada “Vida religiosa islámica” y esta despertó su interés.

“Lo único que sabía es que si una de cada cinco personas seguía esta fe, no podía ser tan violenta y terrible como los medios la retrataban”, dice.

A Kane, quien había crecido como católica, le sorprendió aprender que la religión incluía aspectos que ni se imaginaba, como enseñanzas sobre el feminismo, la justicia social y el medio ambiente.

Poco tiempo después, decidió convertirse.

Kane forma parte del 20% de estadounidenses que se identifican como musulmanes convertidos, según un estudio de 2011 elaborado por el Centro Pew, con sede en ese país.

Aunque la mayoría dice que la religión es de suma importancia en sus vidas, muchos de sus adherentes también consideran que hay más de una forma de interpretar las enseñanzas del islam.


Tener la libertad de decidir qué tipo de rol jugaría el islam en su vida fue lo que convenció a Kane, de 36 años, a convertirse.

En sus tiempos universitarios, construyó una amistad con una musulmana y le preguntó si convertirse significaba que tenía que cubrirse el pelo y abstenerse de besar a personas que le gustaran.

Su amiga le contestó: “¡Eso es solamente entre tú y Dios, cariño!”.

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