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¿Por qué los uruguayos son sólo 3 millones desde hace más de 30 años?

Uruguay es "un país en vías de extinción", dijo a fines de 2011 el entonces presidente del país, José Mujica.

En aquel momento el censo nacional estaba en pleno desarrollo y sus resultados no se conocerían hasta 10 meses después, pero Mujica ya estaba convencido de que llegaría “la triste noticia” de que, por primera vez en la historia, la población uruguaya no habría crecido.

Sin embargo, su pronóstico falló.

El estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE) determinó que el país tenía 3.286.314 habitantes, es decir, 45.311 personas más que en 2004, fecha del anterior censo nacional.

La cifra, recibida con optimismo en el ámbito político local, puede provocar extrañeza en el contexto de América Latina y el Caribe, una región que incluso llegó a ser la de mayor crecimiento poblacional del mundo.

Para tener una idea, Uruguay logró superar la línea de los 3 millones por primera vez en 1985, según el último Observatorio Demográfico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Ese mismo año, también de acuerdo con Cepal, los países de la región con similar población eran Nicaragua (3,7 millones) y Costa Rica (2,7 millones).

Hoy en día, Nicaragua tiene 6,2 millones de habitantes y Costa Rica está por llegar a los 5 millones, mientras que en Uruguay, un país lo suficientemente grande como para contener a estas dos naciones centroamericanas, la población todavía no alcanza los 3.5 millones.

Pero, ¿cómo puede ser que los uruguayos lleven más de 30 años siendo 3 millones?

Más vacas que personas

Parte de la explicación de por qué Uruguay es demográficamente pequeño se encuentra en sus orígenes, le explicó a BBC Mundo la demógrafa Wanda Cabella, coordinadora del Programa de Población de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Uruguay).

El “paisito”, como le dicen sus habitantes cariñosamente, tiene en los libros de historia un nombre bastante más despectivo: “Estado tapón”.

La creación de la República Oriental del Uruguay con mediación británica a principios del siglo XIX, en verdad buscaba evitar que los gigantes de Argentina y Brasil tuvieran control sobre el estratégico puerto de Montevideo.

Por eso, cuando se definieron los límites de su territorio, a nadie pareció importarle que el lugar tuviera más vacas que gente.

De hecho, según el reconocido historiador uruguayo José Pedro Barrán, la ganadería extensiva (el método de producción que ha caracterizado al país) es otro de los factores que influyó en la escasa población.

Al fin y al cabo, es poca la mano de obra que se precisa para controlar a las vacas y ovejas que pastan libremente por el campo.

Otro factor fue el hecho de que la población indígena, ya de por sí escasa en números, fuera aniquilada apenas un año después de que se jurara la primera constitución, en 1830.

El país entonces se pobló con inmigrantes, especialmente europeos, cuyas ideas y cultura prevalecieron, señaló Cabella.

Estos inmigrantes, agregó, incidieron en la temprana modernización de Uruguay, a finales del siglo XIX, con salud y educación universales, e ideas de avanzada como que la natalidad puede controlarse y no hay que tener “todos los hijos que dios te mande”.

En otras palabras, Uruguay “pasó a incorporar la idea de ser una excepcionalidad dentro de América Latina y eso llevaba a que se le comparara con un país europeo”, afirmó el politólogo e historiador Gerardo Caetano en entrevista con la radio local El Espectador.

Aunque al país le dé orgullo autoproclamarse la “Suiza de América”, detrás del apodo se esconden varias de las razones de su pequeñez.

“Un pueblo de viejos”

Más allá de los motivos históricos, en concreto hay que analizar tres componentes para entender por qué la población uruguaya crece a un ritmo anual de tan sólo 0,19%, según el censo 2011 del INE.

El primero es la baja natalidad. Mientras que en Bolivia, Haití y Guatemala las mujeres en promedio tienen 3 hijos, en Uruguay apenas llegan a 2.

Estos datos de Cepal, pertenecientes al período 2010-2015, indican que en tierra uruguaya la tasa global de fecundidad está por debajo del nivel de reemplazo.

Quizás por eso cuando el mes pasado la subsecretaria de Salud Pública anunció que en 2016 nacieron 47.049 bebés, 1.877 menos que en 2015, sintió la necesidad de aclarar una y otra vez: “Los uruguayos no nos vamos a extinguir”.

Es que aquí donde se vuelve importante el segundo componente, que es la también baja mortalidad.

De acuerdo con un informe de 2016 de la Organización Mundial de la Salud, en Uruguay la esperanza de vida al nacer es de 77 años.

Mujica, con su famosa elocuencia, lo resumió mejor: “Somos un pueblo de viejos”.

Pero hay un tercer elemento.

“Desde la década de los 60 hasta hace unos pocos años, el tercer factor de bajo crecimiento poblacional es la emigración”, le contó Juan José Calvo, representante adjunto del Fondo de Población de las Naciones Unidas, a BBC Mundo.


Estos uruguayos, suelen ser jóvenes en edad de tener hijos, lo que “propicia el enlentecimiento de la tasa de crecimiento y el envejecimiento”.

Cancillería calculó en 2016 que hay 550.000 uruguayos viviendo en el exterior.

¿Quién paga?

Si bien la población estancada y envejecida de Uruguay tiene una lectura positiva (“es la consecuencia del desarrollo, por la esperanza de vida alta y el libre ejercicio de derechos humanos”, según Calvo), también genera desafíos.

A medida que hay menos personas en edad activa y más adultos mayores, el financiamiento del sistema de jubilaciones y pensiones “se convierte en un tema de preocupación”, dijo Cabella.

Lo mismo sucede con la salud, el sistema de cuidados y la integración intergeneracional, agregó Calvo.

Sin embargo, Pablo Álvarez, coordinador general de la Organización de Planeamiento y Presupuesto (OPP), le dijo a BBC Mundo que los estudios realizados por la Comisión Sectorial de Población desde su creación, en 2010, indican que este no es un problema para Uruguay.

“Los últimos análisis dan cuenta de que no habría riesgo financiero en el mediano plazo”, aseguró Álvarez.

Por ende, en este momento el gobierno no planea atrasar la edad de jubilación, una de las primeras (y más impopulares) medidas contra esta realidad demográfica.

Pero tampoco se están implementando otras medidas de impacto para tener más jóvenes y finalmente superar los 3 millones.

Pocos pero buenos

En los últimos años, representantes políticos de los distintos sectores han presentado propuestas que van desde hacer deducciones de impuestos a las familias de clase media que tengan tres o más hijos hasta crear planes de fomento para estimular la llegada de trabajadores rurales latinoamericanos.

Sin embargo, tanto Cabella como Calvo coinciden en que el país no debe plantearse al aumento demográfico como una meta nacional.

Además de tener un éxito muy pequeño e implicar grandes inversiones de dinero, los programas de incentivo de la natalidad plantean preguntas éticas, dijo Cabella: “¿Por qué el Estado fomentaría que sus ciudadanos tengan más hijos? ¿Por qué la política habría de meterse en la vida privada de las personas?”.

Lo importante, coincidieron Cabella y Calvo, es que las mujeres que no quieren tener hijos, no los tengan, y que aquellas que desean ser madres, puedan conseguirlo.

Según Álvarez, la postura actual del gobierno uruguayo consiste en aumentar la población y mejorar la calidad de vida de quienes ya están.

Con medidas como los aumentos de las licencias pagas para madres y padres, o la creación de centros gratuitos de cuidados para niños de 0 a 3 años, el Estado busca que los hijos no sean una carga para las mujeres trabajadoras, afirmó.

Álvarez también sostuvo que, si bien Uruguay no se promociona como destino de inmigrantes, se espera que en 2018 se instalen 18.000 extranjeros, especialmente de América Latina y el Caribe.

El país mantiene una política prácticamente “de puertas abiertas” a los migrantes, otorgando “derechos de salud, trabajo, seguridad social, vivienda y educación en pie de igualdad con los nacionales”, según la legislación uruguaya.


De todos modos, ninguna de estas son “medidas agresivas” hacia el tema, una muestra de que para el gobierno no es una prioridad.

Como dice Álvarez: “En Uruguay somos los que somos”.

¿Serán alguna vez 4 millones?

Ahora, la pregunta del millón es: ¿alguna vez los uruguayos conseguirán ser 4 millones?

El INE proyecta que para 2050 habrá 3.705.000 habitantes, pero según Cepal, en esa misma década la población dejaría de crecer lo poco que ya lo hace. Por ende, ese se convertiría en el momento con más uruguayos en la historia.

Calvo, en cambio, afirmó que “desde el punto de vista de lo que es razonable esperar, se estima que en el próximo siglo la población de Uruguay se ubicará entre 3,2 y los 4 millones”.

De todos modos, tanto Calvo como Cabella están convencidos de que Uruguay nació como un país chico y que lo seguirá siendo. Y no hay nada de malo en eso.

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