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¿Qué países han tenido mujeres mandatarias mientras EE.UU. elegía a 43 hombres para presidente?

Desde su fundación en 1776, Estados Unidos ha sido un país dirigido por hombres. Sin excepción.

Al fin de cuentas, fueron los padres fundadores -y no las madres- quienes iniciaron una revolución contra el poder colonial europeo para dar forma a una nueva nación.

La declaración de la independencia lo puso incluso por escrito, al decir que “todos los hombres son creados iguales”.

Desde entonces han pasado 240 años y 43 hombres en 44 presidencias (Grover Cleveland repitió a finales del siglo XIX).

Y la Casa Blanca no ha dado aún la bienvenida a una mujer a la oficina presidencial.

Una estadística que la candidata demócrata, Hillary Clinton, quiere revertir: si derrota a su rival republicano, Donald Trump, este martes, se convertirá en la primera mujer en ocupar el Salón Oval.

De la vanguardia al estancamiento

Pero hubo un tiempo en que Estados Unidos lideró la marcha por la igualdad de género y algunos hitos en el devenir político del país alentaban un mejor pronóstico para las mujeres en el poder.

En 1887, fue elegida la primera alcaldesa del país, en la ciudad de Argonia, en el estado de Arkansas, 33 años antes de que se reconociera el derecho de las mujeres a votar.

Eso ocurrió en 1920, mediante la decimonovena enmienda constitucional y sólo detrás de una decena de países donde ya se había dado luz verde al voto femenino (el primero fue Nueva Zelanda).

Y en 1933 Estados Unidos designó a la primera mujer en su gabinete, a cargo de la Secretaría de Trabajo.

Pero el progreso se detuvo a las puertas de la Oficina Oval y el resto del mundo acortó terreno y avanzó más velozmente en el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres.

No es que no haya habido intentos en el corazón de la política estadounidense: varios fracasaron.

El más sonado, tal vez, fue el de la precandidata Shirley Chisholm que, en 1972, logró resquebrajar el llamado “techo de vidrio”  —una metáfora para referirse a la barrera invisible que limita a las mujeres a la hora de alcanzar los mismos puestos de poder que los hombres— al competir por la nominación del Partido Demócrata, que fracasó en conseguir.

Mientras tanto…

Aunque Estados Unidos se enorgullece de su tradición democrática, cuando se trata de igualdad de género para el cargo máximo de la nación su historial se ve opacado desde todos los rincones del planeta.

Aunque hay registros de mujeres en puestos de liderazgo político desde la Antigüedad —desde las reinas egipcias que se cree formaron gobierno hacia el 3.000 a. C—, no fue sino hasta después de la Primera Guerra Mundial que consiguieron la membresía en gobiernos revolucionarios como los de Ucrania, Rusia, Hungría o Irlanda.

Para verlas llegar a la jefatura del gobierno o el Estado hubo que esperar más.

Entre los países pioneros se cuentan Sri Lanka, India e Israel, que eligieron mujeres en sus cargos máximos durante la década de 1960.

Sirimavo Bandaranaike es considerada la primera mandataria elegida por el voto popular para el cargo de primera ministra en el mundo moderno. Estuvo al frente de la colonia de Ceylán, independizada del Imperio Británico, convertida en república y luego renombrada Sri Lanka. Su mandato se inició en 1960 por cinco años, pero luego fue primera ministra dos veces más.

En India, en tanto, Indira Gandhi se convirtió en 1966 en la hasta hoy única mujer en ocupar el sillón de primer ministro, a la par que Golda Meir, maestra y estadista apodada la Dama de Hierro, hacía lo propio en Israel.

En 1979, otra Dama de Hierro inauguraría una nueva era de liderazgo femenino en Europa: la conservadora Margaret Thatcher, primera ministra de Reino Unido hasta 1990.

Portugal, Dominica, la República Centroafricana y Noruega le siguieron los pasos, al elegir a sus respectivas líderes máximas entre 1979 y 1981. Noruega, en particular, lo hizo no una vez sino tres con Gro Harlem Brundtland, médica y experta en salud pública y medioambiente que llegó al poder como representante del Partido Laborista.

Entretanto, Estados Unidos permitía la llegada de una magistrada a la Corte Suprema: ocurrió en 1981, con el nombramiento de Sandra Day O'Connor. Enseguida, los demócratas apoyaron la nominación de su primera candidata femenina, Geraldine Ferraro, como vicepresidenta en la boleta de 1984.

Para entonces, países de mayoría musulmana como Pakistán – con Benazir Bhutto, en 1988- o Bangladesh -que votó a Khaleda Zhia, 1991- habían elegido primeras ministras. También Yugoslavia, Lituania, Francia, Polonia, Turquía, Canadá, Burundi y Ruanda, entre varios más.

Entrado el siglo XXI -y desde que fracasó el intento de Hillary Clinton por lograr la nominación demócrata en 2008, desplazada por Barack Obama-, se sumaron a la lista países como Trinidad y Tobago, Mali, Tailandia y Jamaica.


Latinoamérica presidencialista

América Latina, en tanto, ostenta el título de la primera región del mundo en dar espacio a las mujeres en la presidencia.

Iniciada en 1974, la presidencia de Isabel Martínez de Perón —breve pero clave para el devenir histórico de Argentina— es considerada la primera de una mujer en cualquier país del mundo. Era vicepresidenta al momento de la muerte del presidente en ejercicio, Juan Domingo Perón —de quien fuera la tercera esposa—, y asumió formalmente el cargo hasta que fue derrocada en el golpe militar de 1976.

Lidia Gueiler Tejada fue su par en Bolivia, aunque con carácter de interina, entre 1979 y 1980. Y es hasta hoy la única mujer que ha estado al mando de ese país andino.

Islandia, Malta y Filipinas tenían ya una presidenta en su historia cuando Violeta Chamorro ganó las elecciones en Nicaragua, contra todos los pronósticos. Ocupó el sillón presidencial en abril de 1990, en la que se considera la primera jefatura de Estado de una mujer elegida por el voto popular en el continente americano.

Ecuador se sumó a la lista de países con presidentas en 1997, aunque con un récord quizá difícil de quebrar: tuvo a una mujer en el poder, Rosalía Arteaga de Serrano, por sólo dos días, en una crisis política marcada por la suspensión del entonces presidente Abdalá Bucaram y que concluyó con la renuncia de la propia Serrano.

Desde 1999 a la fecha, Mireya Moscoso, en Panamá, y Michelle Bachelet, en Chile, fueron votadas por mayoría en sus respectivos países, seguidas de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Laura Chinchilla en Costa Rica y la ahora destituida Dilma Rousseff en Brasil.


Y en el resto del mundo, el listado femenino continúa engrosándose hasta incorporar a la estonia Kersti Kaljulaid, la más reciente presidenta elegida por el voto popular el mes pasado.

De presidentas a primeras ministras, 44 países han elegido a un total de 56 mujeres para ocupar el principal puesto político.

Hillary Clinton espera convertir a Estados Unidos en el país número 45.

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