Todo era júbilo y optimismo en el Senado, mientras en la Cámara de Representantes, el líder de la mayoría republicana, John Boehner, anunciaba que, aunque a su manera, ellos también redactarían una ley migratoria.
Pero con la oposición frontal del ala más conservadora del partido Republicano y en un año de elecciones legislativas, el proyecto se fue evaporando. Una reciente oleada de 52.000 niños centroamericanos detenidos en la frontera desde octubre sólo vino a complicar el panorama.
“El presidente piensa en su legado, los congresistas en la reelección y la gente está preocupada por la economía y ahora más interesada en la seguridad fronteriza que en la reforma migratoria”, dijo a la AFP Susan McManus, politóloga de la Universidad del Sur de Florida.
John Fonte, experto en inmigración del conservador Hudson Institute, señaló que “todo se está saliendo de control para el presidente Obama” e indicó que el panorama actual de presión en la frontera y oposición en el Congreso es una “sentencia de muerte” a una ley migratoria, ahora o en el futuro.
Mientras tanto, el coro de activistas ha incrementado las protestas en contra de Obama, al que acusan de “deportador en jefe” por las dos millones de expulsiones durante su gobierno y le reclaman que otorgue beneficios migratorios de manera unilateral. Para muchos activistas, que apostaban por la mejor oportunidad de una reforma tras un intento infructuoso en 2007, el asunto se volvió imposible en un año. “Creen que el ritmo ha sido muy lento y que Obama no ha hecho lo suficiente”, señaló McManus.
– Dos direcciones –
Para Marc Rosenblum, subdirector del programa de inmigración en el Migration Policy Institute, Obama, que hizo de este tema un pilar de su reelección en 2012, puede actuar en dos direcciones. El presidente podría revisar una orden del 2010 enviada a las autoridades fronterizas, y privilegiar las deportaciones sólo de los indocumentados con serios antecedentes criminales.
Por otro lado, podría ampliar el programa DACA, que aplaza las deportaciones de los inmigrantes que llegaron de niños a ese país, para favorecer también a sus padres o familiares.
Aunque esas medidas no han sido contestadas por los tribunales, “la mayoría de los expertos legales aceptaría que tiene la autoridad para hacer ambas”, dijo Rosenblum a la AFP. Pero cada paso del presidente hacia decisiones unilaterales “fuerza un poco la barrera” en el lado político, señaló.
Justamente, muchos republicanos fundamentan su oposición a la reforma en su desconfianza de que Obama haga cumplir las leyes migratorias. Boehner incluso anunció que demandaría al mandatario por desacatar normas y abusar de su autoridad ejecutiva.
A un mes para que el Congreso se despida por el verano y luego regrese a la recta final de la campaña electoral en otoño, algunos legisladores demócratas seguían presionando el jueves por una votación de último minuto.
Al no someter la reforma a votación, la Cámara de Representantes “está claramente invitando a que el Ejecutivo intente hacer lo que el Congreso parece incapaz de hacer”, dijo el influyente senador Robert Menéndez.
La reforma migratoria está estrechamente ligada a la creciente población latina y, si era prioridad para Obama, en el partido Republicano señalan que el asunto es clave para ganar ese electorado para las presidenciales de 2016. Si no la aprueban, los republicanos “perderán en 2016 y 2017”, dijo el senador demócrata Charles Schumer, refiriéndose también a las siguientes elecciones legislativas. Entonces, “haremos nuestra propia ley en 2017 y no les gustará”, afirmó.