Ante la llamada a la movilización, un general de policía aseguró que “se puso en marcha un plan para asegurar el tribunal y el transporte de Mursi hasta la sala de audiencias”, donde responderá junto a otros 14 coacusados de “incitación al asesinato” de manifestantes ante el palacio presidencial el 5 de diciembre del 2012.
Este juicio amenaza con agravar las divisiones en un país donde más de un millar de partidarios de Mursi han fallecido por la represión y donde más de dos mil islamistas fueron encarcelados, entre ellos la casi totalidad de los dirigentes de los Hermanos Musulmanes, la cofradía a la que pertenece Mursi.
Determinado a defender su “legitimidad”
El juicio de Mursi tendrá lugar en la academia de Policía adyacente a la prisión de Tora, en El Cairo, en la que están encarcelados los principales dirigentes de esta cofradía.
Mursi se encuentra detenido en un emplazamiento secreto desde que, el 8 de julio, los enfrentamientos entre partidarios y soldados dejaran unos 50 muertos frente al lugar donde se encontraba encarcelado inicialmente, desencadenando una escalada de la violencia en las semanas posteriores.
La Policía prevé desplegar 20 mil hombres el próximo lunes en todo El Cairo, según un responsable de los servicios de seguridad.
Al contrario que su antecesor, Hosni Mubarak, Mursi ya ha advertido que no cooperará con la justicia, de la que “no reconoce la autoridad”, según la Alianza contra el Golpe de Estado. Sus abogados solo estarán presentes el lunes para vigilar el proceso judicial, añadieron.
Las pocas personas que han podido verlo, lo han encontrado decidido a defender su “legitimidad”, salida de las urnas, como él mismo afirmó en un vídeo difundido el día de su derrocamiento.
La justicia egipcia, que se opuso en varias ocasiones a Mursi durante su presidencia, parece determinada a sacar adelante el juicio y a ignorar todo tipo de presiones políticas.
Mursi y los otros acusados se enfrentan a la pena de muerte o a la cadena perpetua por unos hechos que marcaron un importante cambio en su presidencia.
Tras seis meses en el poder, Mursi estableció por decreto situarse por encima de todo control judicial, lo que motivó las manifestaciones ante su palacio.
Los Hermanos Musulmanes pidieron a sus partidarios desalojar a los manifestantes, provocando escenas de violencia que reforzaron a la oposición que, seis meses más tarde, salió a la calle para reclamar la salida de Mursi, lo que consiguió con ayuda de los militares.
Un antiguo asistente de Mursi, Wael Hadara, consideró que el gobierno nombrado por el Ejército realizará un simulacro de juicio. “El mundo verá por fin la verdad: es un tribunal títere”, dijo desde Canadá, donde vive ahora. También predijo que cuando Mursi aparezca en la celda de los acusados, “esta imagen despertará a las multitudes en Egipto”.