En el corto plazo, Obama y Kerry intentan apaciguar el enfado internacional que ocasionaron las filtraciones de documentos secretos que efectuó Edward Snowden, exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, en inglés).
En el largo plazo, las revelaciones de Snowden sobre las tácticas de la NSA —entre éstas las supuestas escuchas a los teléfonos celulares de 35 gobernantes en el mundo— amenazan con socavar la política exterior de Washington DC en diversas áreas.
La manera de Estados Unidos de recolectar información como si utilizara una aspiradora ha causado preocupación a los aliados extranjeros de Washington DC.
“La magnitud del espionaje fue lo que nos dejó estupefactos”, dijo el martes el excanciller francés Bernard Kouchner en una entrevista radiofónica. “Seamos honestos, nosotros también espiamos.
Todos espían a los demás. Pero no tenemos los mismos medios que Estados Unidos, lo cual nos pone celosos”.
Las revelaciones sobre el espionaje no sólo obligan a preguntarse en qué parte del mundo no está la NSA?, sino que también generaron un debate sobre si espiar los teléfonos de los aliados es ir demasiado lejos.
El punto ya podría ser irrelevante.
El embajador británico en Líbano, Tom Fletcher, dijo esta semana en Twitter: “Yo trabajo con la idea de que más de seis países espían mi teléfono. Es cada vez más inusual que los diplomáticos digan algo delicado por teléfono”.
Las relaciones diplomáticas se construyen en la confianza.
Si la credibilidad de Estados Unidos está en duda, el país tendrá dificultades para mantener sus alianzas, influir en la opinión mundial e incluso concertar acuerdos comerciales.
El espionaje entre los aliados no es algo nuevo. Madeleine Albright, secretaria de Estado durante el gobierno de Bill Clinton, recordó que en las Naciones Unidas el embajador francés le preguntó por qué ella dijo algo en una conversación privada que al parecer los franceses habían interceptado.
El gobierno francés expresó su inconformidad por las revelaciones de esta semana de que la NSA había recabado 70.3 millones de registros de mensajes telefónicos y electrónicos en Francia en un periodo de 30 días.
Albright afirma que las filtraciones de Snowden han causado mucho daño a los estrategas políticos de Estados Unidos.