Elegido en 1983 por primera vez para el Parlamento ha atravesado los años más negros de la historia reciente de Italia sin mancha ni escándalos.
Nacido en Palermo (Sicilia) en 1941, se ha caracterizado por ser un hombre correcto, de sólidos principios, que cuando fue ministro de Educación en 1989 con el gobierno del “inoxidable” Giulio Andreotti renunció al cargo para protestar contra la adopción de la llamada ‘ley Mammí’, que concedía tres canales de televisión al magnate de las comunicaciones Silvio Berlusconi. “Es una de los pocos que ha tenido el coraje de renunciar a un cargo importante por principio”, reconoció el primer ministro del país, Matteo Renzi, que lo propuso como jefe de Estado para un mandato de siete años.
Con el magnate y líder de la derecha Berlusconi volvió a enfrentarse cuando quiso impedir que su partido, Forza Italia, entrara a formar parte en la década del 1990 del Partido Popular Europeo, algo que consideraba “una pesadilla”.
La vida de Sergio Mattarella, juez del Tribunal Constitucional y docente universitario, quedó marcada por el asesinato en 1980 de su hermano Piersanti, entonces presidente de la región de Sicilia, por orden de la mafia siciliana, la Cosa Nostra. Acribillado frente a su residencia, Piersanti murió en brazos de su hermano mientras lo conducía al hospital. Las fotos con el traje manchado de sangre mientras hablaba con la policía y los investigadores dejan entrever su fortaleza y entereza pese al dolor.
– “Un catocomunista” en la presidencia –
“Mattarella representa a la Sicilia limpia, aquella que ha pagado el precio más alto”, comentó el presidente de la región, Rosario Crocetta.
Discreto, viudo, padre de tres hijos y seis veces abuelo, el nuevo presidente de la República es un hombre austero, que va los domingos a misa y rechaza el automóvil oficial. Al contrario de otros parlamentarios con su trayectoria, vive en Roma en un pequeño apartamento en la sede del Tribunal Constitucional.
Tras la desaparición de la Democracia Cristiana en la década de los ’90, Mattarella participó en el nacimiento del Partido Popular y en el de la coalición La Margarita. Luego estuvo en el grupo fundador del Partido Democrático de centro-izquierda, formado en buena parte por excomunistas y democratacristianos progresistas.
Para sus detractores, el antiguo ministro de Andreotti es “el enésimo catocomunista”, una peculiar combinación muy italiana de catolicismo con comunismo, como lo tildó Matteo Salvini, secretario general de la Liga Norte, la formación contraria a la emigración y al euro.
El nuevo mandatario fue autor en 1993 de la ley electoral conocida como la ‘Mattarelum’. Diez años más tarde fue cambiada por otra ley, acusada a su vez de generar la ingobernabilidad de Italia y que tras una profunda reforma impulsada por Renzi tendrá ahora que ratificar como presidente.
Muchos jóvenes gozan, sin saberlo, de una de sus decisiones más importantes, ya que cuando fue ministro de Defensa del gobierno del izquierdista de Massimo D’Alema suprimió en 2001 el servicio militar obligatorio, promoviendo así un ejército profesional.
“Es la persona que tiene la capacidad para defender y valorar, respetando plenamente la ley, el proceso de transición que vivimos”, adelantó Renzi.
El hombre que deberá garantizar el equilibrio de la vida política –es el único con derecho a disolver el Parlamento y a convocar legislativas anticipadas- es ante todo un experto constitucionalista.
Tras abandonar en 2008 la vida política activa, fue elegido por el Parlamento en 2011 juez del Tribunal Constitucional.