Los primeros pisos del edificio de 13 plantas quedaron destruidos el jueves pasado, cuando la construcción sufrió una deflagración por la expansión de gas “lenta” y “horizontal”, que provocó una “explosión difusa” al hacer contacto con una fuente de calor que pudo haber sido una chispa, explicó el funcionario.
Murillo Karam descartó que se hayan encontrado residuos de explosivos o algún cráter que indique que se haya tratado del estallido de algún artefacto.
El procurador explicó que la causa de la mayoría de las muertes fue la caída de las losas de cemento de la edificación y que solo tres trabajadores que se encontraban en el sótano murieron por quemaduras.
Añadió que ninguna de las personas afectadas sufrió desmembramiento ni daño en los oídos, “lo que sería característica de la explosión” por un artefacto.
Sin embargo, el procurador dijo que las investigaciones continúan y no se puede aún determinar si la acumulación de gas fue provocada.
La deflagración ocurrió en el complejo de cuatro edificios que alberga la sede de la petrolera en la capital y donde se localizaba el área de recursos humanos.
Esta explosión en el corazón de la petrolera, la mayor empresa mexicana y una de las diez mayores petroleras mundiales, es el peor incidente con víctimas mortales que haya sufrido al menos en la última década. En septiembre pasado, el incendio en una planta de gas cerca de Reynosa (Tamaulipas, noreste de México) provocó al menos 30 muertos y 25 heridos. En diciembre de 2010, 29 personas ajenas a la compañía murieron al incendiarse un ducto en el centro del país.
Además de los peritos del ejército y la fiscalía de México, trabajan en las investigaciones unos expertos de la Policía Nacional de España, así como de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de fuego y explosivos de Estados Unidos.
Se tiene previsto que las labores en Pemex, suspendidas el pasado jueves, se reanuden este martes tras el festivo del lunes en México. Se estima que unas 10.000 personas trabajan en el complejo.