Sudán del Sur es escenario de intensos combates desde que Salva Kiir acusó a su ex vicepresidente, al que destituyó en julio, de intento de golpe de Estado hace una semana. Machar lo desmiente categóricamente y acusa a Kiir de querer eliminar a sus rivales.
El Ejército se encuentra “preparado para avanzar hacia Bor”, a 200 kilómetros al norte de la capital Juba, indicó el presidente ante el parlamento, y precisó que la ofensiva se retrasó para permitir a Estados Unidos la evacuación de sus ciudadanos.
Reino Unido, Kenia y Uganda también han comenzado a repatriar a sus ciudadanos.
En la última semana se registraron cientos de muertes en Sudán del Sur, y miles de civiles buscan refugio en diferentes complejos de la ONU -20 mil solo en Juba-, huyendo de los combates y las masacres.
La ONU y dirigentes de todo el mundo se esfuerzan para evitar que Sudán del Sur caiga en una guerra civil tan solo dos años y medio después de conseguir su independencia de Sudán.
Estados Unidos aumentó su presión tanto sobre el Gobierno como sobre la rebelión. Y una delegación de ministros de Relaciones Exteriores de países del este de África viajó el pasado fin de semana a Juba para entrevistarse con Salva Kiir.
Ante el parlamento de Sudán del Sur, Kiir mostró de nuevo este lunes su intención de negociar con Riek Machar, pero “sin condiciones previas”. El ex vicepresidente hizo saber que únicamente negociaría tras la marcha del presidente.
Sin embargo, Kiir, de etnia dinka, volvió a acusar a su rival de movilizar a milicianos de la etnia Nuer, denominados “el ejército blanco”, conocidos por sus ataques brutales contras las comunidades rivales durante la larga guerra civil Norte-Sur (1983-2005), que arrasó Sudán antes de la independencia del Sur en 2011.