Revista D

Pide a hijos no participar en política

Carlos Herrera Luna fue presidente de Guatemala durante 20 meses —del 15 de abril de 1920 al 5 de diciembre de 1921— y llegó a esa alta magistratura por “accidente”, según refiere el historiador Jorge Luján en el libro <em>Carlos Herrera, primer presidente democrático del siglo XX</em>, escrito por Hernán del Valle Pérez.

Carlos Herrera Luna

Carlos Herrera Luna

De acuerdo con Luján, Herrera asumió la presidencia “cuando la rebelión popular del unionismo acorraló al presidente Manuel Estrada Cabrera y los “liberales” tradicionales (así entre comillas porque no lo eran en lo esencial de esa ideología) vinculados al Gobierno, buscaron una figura de cierta estatura, no identificado con los más negros aspectos del régimen que caía…”.

Fue un candidato de transición para impedir que llegara a la presidencia uno de los unionistas”.

El mandatario cayó la noche del 5 de diciembre de 1921, a raíz de un levantamiento armado dirigido por el general José María Orellana, quien presionó para que Herrera renunciara.

Este suceso decepcionó tanto a Herrera que en su testamento asentó el ruego porque sus hijos nunca se involucraran en la política.

El 26 de diciembre de 1921, le propuso al notario Carlos Salazar, como testigos para firmar el testamento, a Juan Bautista Vásquez, José Quevedo, Dámaso Biguria y Eduardo Espada. “Solo el último no llegó a figurar”, cita del Valle Pérez.

Herrera firmó el documento el 27 de diciembre de 1921, a las 11 de la mañana, cuando tenía 65 años. En el mismo declaró que tenía 10 hijos de su primera boda y dos de la segunda. Agregó que no tenía hijos fuera del matrimonio y que había heredado a los 12.

La cláusula décima suscrita por Herrera dice: “…encarga muy especial y encarecidamente a su esposa y a sus hijos que guarden siempre la mayor armonía como única manera de conservar la paz en la familia; que eviten cuestiones por intereses y jamás ocurran a los tribunales”.

Y debido a su experiencia política añadió que encarecía “a sus hijos varones no mezclarse ni dejarse mezclar jamás en la política, por la triste experiencia que había tenido al aceptar la Presidencia de la República, lo que hizo únicamente con el objeto de hacer el bien a su país y en donde solo cosechó ingratitud y amarguras”.

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