Este panorama es desalentador, expresó el defensor de los Usuarios de Transporte Público, de la PDH, Édgar Guerra, quien además señaló que existe deficiencia de las fuerzas policiales para frenar las agresiones contra unidades del transporte de pasajeros.
Según un informe de la Fuerza de Tarea contra las Extorsiones, del Ministerio de Gobernación (Mingob), en los últimos tres años desarticularon 81 bandas que extorsionaban a autobuseros, y capturaron a mil 785 personas vinculadas con ese hecho ilícito.
Un viaje de riesgo
Guerra explicó que la muerte de 351 pasajeros en un lustro evidencia que viajar en buses es un riesgo para la vida. “Es lamentable que las personas experimenten psicosis porque el vehículo será baleado”, refirió.
Guerra mencionó que el año pasado la PDH no recibió querellas de usuarios del transporte público por los ataques. Subrayó: “En el 2014 solo recibimos 30 denuncias de pilotos por atentados que sufrieron, pero de todas formas los conductores no les dieron seguimiento a los casos planteados”.
El que no se haya dado seguimiento a esas denuncias, explicó el defensor de los Usuarios de Transporte Público, responde al temor generalizado por las posibles represalias.
Temor general
Durante un recorrido que hizo Prensa Libre por diferentes estaciones de autobuses de la capital, se entrevistó a usuarios del transporte colectivo.
Edelmira de Mazariegos, pasajera de los Transportes Rapitax, expresó que todos los días viaja en bus por necesidad desde la colonia El Amparo 2, zona 7, a la zona 1 de la capital. “Cuando voy en la camioneta me entra miedo porque en cualquier momento le disparan al piloto o nos asaltan”, expresó Mazariegos, mientras esperaba la unidad.
Alejandro Escalante, usuario de los buses de Transurbano que se dirigen a la colonia San Rafael, zona 18, explicó que se siente seguro en esas unidades, pero le da desconfianza viajar en camionetas urbanas.
El estudiante universitario Miguel Castro indicó que a diario aborda los autobuses de la ruta 203 y siempre viaja en los asientos del centro, con la finalidad de evitar ser “víctima de un ataque al piloto o de un asalto”.
Atentados a buses
En la historia reciente se cometieron ataques contra unidades que han impactado al país. Uno de los casos ocurrió el 3 de enero del 2011, en el cual murieron nueve personas cuando explotó una bomba en un bus de Rutas Quetzal, en la 37 avenida y calzada San Juan, zona 7 capitalina.
En febrero del año pasado, en el Hospital Regional de Occidente, en Quetzaltenango, falleció el bebé Pablo Eduardo Francis Rosales, luego de que resultó herido de bala en un asalto a un bus extraurbano en Chichicastenango. En ese mismo atraco murió el padre del niño, Eduardo de Jesús Francis Archel.
SOBREVIVIENTE
El riesgo no se termina
Feliciano Pixtún, uno de los sobrevivientes del atentado con bomba contra el bus de Rutas Quetzal, en 2011 dijo: “El riesgo sigue, porque no se acaban las extorsiones”.
Pixtún continúa usando las unidades para ir a la capital a comprar accesorios que necesita en la maquila en que trabaja.
AFECTADO
Perdió a su familia
Los tres hijos y la esposa de Jorge Efraín Cac murieron en el atentado contra el bus de Rutas Quetzal, en el 2011. Afirmó que todo eso fue doloroso.
Los autores del crimen fueron condenados y Cac dijo que está tranquilo. En la actualidad es pastor evangélico y su testimonio lo basa en cómo afrontó la pérdida de su familia.