Comunitario

El saber brilla en Purulhá

"Recuerdo el primer niño que llegó, se escondía y solo asomaba la cabecita. Cuando uno se asomaba a la puerta, él salía corriendo. Cuando finalmente se atrevió a entrar y tuvo la confianza de hablar, resultó que quería información sobre los viajes de Cristóbal Colón", cuenta Brenda Lemus, directora de la biblioteca Bernardo Lemus Mendoza, inaugurada hace dos años en el centro de Purulhá, Baja Verapaz.

La idea de la biblioteca surgió luego de que los hijos del licenciado Bernardo Lemus Mendoza, profesor universitario con fuertes valores sociales y ambientales, recibieron 300 libros con tinte social y una computadora como dignificación de la memoria de su padre, muerto durante el conflicto armado interno.

“Nosotros, pensando en que mi papá fue un niño sin muchas oportunidades y que aún así logró salir adelante, decidimos darle al pueblo en el que nació la oportunidad de esta pequeña biblioteca. Purulhá es municipio bendecido por la naturaleza, pero olvidado por el ser humano. Hay 97 por ciento de pobreza rural extrema y es el municipio con mayor índice de desnutrición crónica severa de Baja Verapaz. Los niños están olvidados, entonces decidimos tratar de darles a estos pequeños un espacio para que pudieran desarrollarse en algunos aspectos pequeños”, expresa Lemus.

Crece la necesidad

“En la biblioteca teníamos libros de tinte social, pero nada de Cristóbal Colón. Yo recordé que mi hermano tenía una caja con libros de texto viejos y se la pedí para poder resolver el requerimiento de aquel niño. De allí surgió la idea de pedirles a los amigos cercanos donaciones de libros”, termina la anécdota del primer visitante a la biblioteca, la directora del proyecto.

Ahora, gracias a las donaciones que han recibido desde entonces, tienen en su poder más de 10 mil 800 volúmenes que no han podido terminar de ubicar dentro de la biblioteca, pues carecen de suficiente espacio y estanterías adecuadas. Sin embargo, ya tienen muchísimos libros disponibles para los más de 500 niños que se acercan semanalmente a hacer tareas o a recibir tutorías y talleres que allí se imparten, luego de detectar una inmensa necesidad de ampliar los servicios para que los pequeños de verdad explotaran su creatividad y aumentaran sus conocimientos.

Este año la biblioteca cerró con un promedio de 82 libros leídos por los niños al mes.

“Leer los libros y cuidarlos es lo que más me gusta de la biblioteca”, refiere Claidy Dubón, de 13 años, quien el año pasado leyó 14 libros, y este, 25 por lo que un amigo de la biblioteca le regaló su primer libro nuevo. Escogió El diario de Anna Frank.

Curso exitoso

“La Biblioteca es muy positiva para la comunidad. Los niños han aprendido mucho y son más educados y respetuosos”, expone Marta Rodríguez, quien acompañó a sus dos sobrinos a la clausura del segundo curso de vacaciones de la biblioteca.

El curso se creó con la intención de reforzar el razonamiento lógico verbal y matemático de los niños, pero también se trabajó en temas de valores ambientales, comunitarios, seguridad alimentaria y de cuidado personal.

Tuvo una duración de un mes con la participación de 85 niños, de los cuales cinco resultaron con lágrimas en sus ojos tras ganar bicicletas donadas por un amigo de la biblioteca, en el sorteo de la clausura del curso.

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