Guatemala

Menores son sometidos a vejámenes

Ser víctima de robo, maltrato, trata, secuestro, violación sexual e incluso morir a manos de delincuentes, por deshidratación o frío en el desierto son los riesgos que a diario enfrentan cientos de niños y adolescentes centroamericanos de todas edades que viajan solos a EE. UU., con la intención de reunirse con sus familiares o porque huyen de la violencia.

Todos los niños y niñas están expuestos  a violencia sexual; los  delincuentes no respetan edades ni la vida". Carol Girón,  Pastoral de  Movilidad. (Foto Prensa Libre: E. Paredes)

Todos los niños y niñas están expuestos  a violencia sexual; los delincuentes no respetan edades ni la vida". Carol Girón,  Pastoral de Movilidad. (Foto Prensa Libre: E. Paredes)

La amenaza está más cerca de lo que se cree, según expertos.

“Todos los migrantes enfrentan riesgos en el tránsito, y en el caso de los niños y niñas se acentúa por su edad, pero más si van solos y no acompañados”, expuso Carol Girón, del Proyecto de Niñez Migrante de la Pastoral de Movilidad Humana, de la Conferencia Episcopal.

Según Girón, hay amenazas naturales e inducidas por el hombre. En el caso de las primeras, cita que las personas menores se enfrentan a las altas temperaturas del desierto que en época de verano pueden alcanzar los 60 grados centígrados.

Pero también muchos son víctimas de animales salvajes y serpientes.

Los menores tampoco están exentos del riesgo de enfermedades, apunta Girón. “En el caso de los guatemaltecos, lo más usual es que padezcan males gastrointestinales, y dependiendo de si el trayecto es largo, la enfermedad se puede agudizar. También se enferman de los pulmones y vías respiratorias debido al frío de las noches”, añadió.

En muchas ocasiones los infantes deben soportar fuertes aguaceros si viajan en el techo del tren, y contraen enfermedades respiratorias pese a que el resto de migrantes del grupo intentan protegerlos con nailon o cualquier otro material.

Aunque no se manejan cifras oficiales, Girón asegura que varios niños han muerto durante el viaje por México o en el desierto ya en territorio estadounidense.

GRAVES RIESGOS EN TRAVESÍA

En caso de sortear las amenazas naturales, los pequeños deberán enfrentarse a un riesgo mayor: la delincuencia, de la que, por contradictorio que parezca, es de la que han huido de sus países.

De esa forma son obligados a introducir droga a EE. UU., y al negarse sufren maltrato de las redes delincuenciales; muchos son víctimas de robos, secuestros y extorsiones.

– Para los hondureños y salvadoreños, los riesgos empiezan al cruzar la frontera con Guatemala y hacia México.

– Al internarse en las selvas y ríos,  corren el riesgo de ser atacados por cocodrilos y serpientes venenosas.

– En los ríos, algunas embarcaciones han naufragado al chocar contra rocas.

– Los zancudos pueden transmitir malaria o dengue. Además, se enferman del estómago o de las vías respiratorias.

– En el tren pueden morir mutilados.

– En el desierto, por deshidratación.

– También pueden sufrir secuestros, robos, extorsiones y estafas.  

– Otros son víctimas de violación sexual o terminan víctimas de trata, utilizados para servidumbre y esclavitud. En muchos casos la familia nunca llega a saber en dónde están sus hijos.

VIOLACIONES

Aunque todos los infantes están propensos a sufrir abusos sexuales, Girón subraya que las niñas de cualquier edad son las más vulnerables.

“Todas las niñas, niños y adolescentes están expuestos a violencia sexual, los delincuentes no respetan edades, no sienten ningún respeto por la dignidad ni la vida, hablamos de personas que masacran a grupos de migrantes”, afirmó la activista.

Entre los casos más dramáticos, contó el de un adolescente de 16 años, indígena del occidente del país, que fue detenido en México. Las autoridades lo trasladaron a una comisaría judicial y luego a una estación migratoria previo a su deportación, donde fue violentado.

“Cuando lo llevaron, el niño fue abusado sexualmente por varios funcionarios de migración de México. Lo que me impactó fue que al igual que muchos niños, él no hablaba español, solo su lengua materna”, indicó Girón, quien lamentó que el Estado de Guatemala no cuente con la capacidad de atender a esos menores, puesto que ni siquiera se tienen traductores.

“Esta historia es el rostro de muchos casos que quedan en la impunidad, de niños que sufrieron un abuso y una violación”, agregó.

Organizaciones apuntan que los riesgos de la migración para los infantes han aumentado en la misma medida que EE. UU. incrementa la seguridad en sus fronteras, puesto que las personas menores deben adentrarse más en el desierto para esquivar los puestos de control, y en México optan por rutas que son más largas y también más peligrosas.

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