REGISTRO AKÁSICO

A ver, quién grita más

Antonio Mosquera Aguilar

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¡Escucha… y vivirás! Pero se hacen de oídos sordos a personajes con poder. Para evitar la refutación sistemática de los favorables a la represión o al golpe, véase lo sucedido en Honduras. El 18 de octubre del año pasado, el presidente de EE. UU., Donald Trump, atacó a los líderes de Guatemala, Honduras y El Salvador. No evitan el flujo de viajeros donde van criminales, dijo. El 5 de noviembre pasado, el presidente Juan Orlando Hernández, de Honduras, invitó al presidente del país para rechazar esa declaración. El hondureño se burló de Trump. El 23 de ese mismo mes, Juan Antonio Hernández, Tony, su hermano, fue arrestado en Miami, acusado de narcotráfico. No se hable de El Salvador, donde Salvador Sánchez Cerén habrá de entregar el gobierno a una coalición de oposición, Nuevas Ideas, CD y Gana, encabezada por Nayib Bukele.

Después de disputar con el secretario general de Naciones Unidas, António Oliveira Guterres, la primera pregunta a la canciller Sandra Joviel Polanco fue: migración. En lugar de expresar una opinión propia, siguió los lineamientos ordenados por el exministro de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray Caso, centrados en consideraciones fingidas de protección a migrantes menores de edad. Arrastrados a una travesía peligrosa por sus irresponsables progenitores.

Cuando el general Kelly le pidió al general Otto Pérez Molina, el control migratorio, este respondió con el envío de niños. Menores migrantes no acompañados, se les llamó. Fenómeno social súbitamente esfumado, como acto de magia. ¿Dónde se encuentra el general y de paso, su pareja presidencial? En la cárcel. Continuar con las orientaciones de Videgaray en la defensa de migrantes indocumentados, sin mencionar acciones para garantizar ese derecho humano sobre una base legal, solo puede atraer enemistad de los poderosos dirigentes de la potencia en cuya área primaria de influencia, se encuentra el país.

' La falta de tino para ajustar la política nacional a las condiciones geopolíticas es proverbial.

Antonio Mosquera Aguilar

La sordera es mayor si se trata de Cicig. Toda institución humana tiene aciertos y desaciertos. Oliveira Guterrez no ha hecho mucho por atender las solicitudes del gobierno. Pero pasar a las mentadas de madre, demuestra necedad. El secretario general ha indicado que acepta el término del acuerdo en la fecha prevista. Para liquidar el asunto debe nombrarse a un auxiliar del comisionado Velásquez y este permanecerá en el exterior. ¿Por qué no se ha avanzado en ese sentido? Apenas son siete meses.

No vale la pena desarmar a una institución que demostró frenar la corrupción en el nivel más alto de gobierno. Además, impide las sanciones generales al país, como quiere la congresista gringa escuintleca Norma Torres, pues interviene localmente. Cierto, lleva adelante los intereses dominantes geoestratégicos pero busca: terminar con la corrupción y aparatos de represión clandestinos. Hay casos polémicos, como la controversia Baxter contra Pisa.

Por ello, el 14 de septiembre del año pasado, el secretario de Estado, Mike R. Pompeo, solicitó reformas para hacerla aceptable: rendir cuentas, solución de controversias, inspección jurídica periódica etc. El 10 de octubre de este año fue reiterado no solo por él, sino por el vicepresidente Mike Pence.

¡Ah! Pero centrarse en una ígnara escuintleca o un hippie de la Nueva Inglaterra, así como buscar sus contras, alimenta la diatriba. Dinero va, dinero viene. En EE. UU. se dice lobby. Y, finalmente, de dónde viene. De Soros dicen unos, pero nadie señala a los salafistas. Todo por estar en el monte Moriah. Suerte que no estamos en Sión, porque las discotecas del país sufrirían.

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