Acuerdos desmantelados

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En el texto firmado aquel 29 de diciembre de 1996 se lee que ese pacto es “un compromiso histórico e irrenunciable”; sin embargo, ningún gobierno le ha dado la dimensión real que merece y al contrario han impulsado programas que violan sus aspectos fundamentales. También se lee que “la implementación de la agenda nacional derivada de los acuerdos de paz, constituye un proyecto complejo y de largo plazo que requiere la voluntad de cumplir con los compromisos adquiridos y el involucramiento de los Organismos del Estado y de las diversas fuerzas sociales y políticas nacionales”. Estas han sido palabras que se las ha llevado el viento.

LOS AVANCES HAN SIDO POCOS y de carácter formal, lo que no ha garantizado que la democracia se extienda en aspectos sociales y económicos. Al contrario la pobreza tiende a acentuarse. Los datos disponibles que corresponden a la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida del 2011 indican que la cantidad de guatemaltecos que vive en extrema pobreza, o sea que tiene menos de Q12 al día, se sitúa en 1.9 millones de personas (13.3% del total de la población del país). Quienes están sumidos en la pobreza suman cinco millones 909 mil personas (40.3% del total) que sobreviven con Q24 cada día, los cuales deben estirar para alimentación, vivienda, salud y demás etcéteras. Tal situación significa que la paz social no ha llegado porque ha habido un retroceso en la calidad de vida de millones de compatriotas.

EL ÁREA DONDE SE HA observado un mayor avance formal es en la política, ya que no ha habido interrupción en el traspaso de poder. Sin embargo, el sistema político hace agua porque mantiene una estructura que no permite la democratización y el libre acceso a la disputa de cargos de elección popular porque los comicios se han privatizado. Además, la infiltración del crimen organizado en financiamiento y en cargos de elección popular pone en peligro la institucionalidad lograda hasta ahora. Los partidos venden a sus candidatos como si fueran mercancías con un amplio despliegue propagandístico que una persona sin recursos jamás podrá lograr.

AUNQUE YA NO HAY CONFLICTO armado, ahora todos estamos con el temor de morir en cualquier esquina por un ataque violento, pese a la publicidad engañosa de Pérez Molina de que la delincuencia ha bajado. El Estado ha sido desmantelado y está ausente de muchas partes del país, lo cual ha permitido que la criminalidad se adueñe de espacios. Tampoco ha habido avance en el acceso de los pueblos indígenas a una mayor participación en la conducción del Estado. Por eso, lejos de celebrar es momento de exigir al actual gobierno y a la clase política que asuman los acuerdos de paz como lo que son: un compromiso histórico irrenunciable que debe ser puestos en práctica.

@hshetemul

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.