La generación perdida
Esto ha generado una emigración a EE. UU. y una economía sostenida por una burbuja producida por emigrantes o “refugiados”, como los llama Mario Antonio Sandoval. Son 1.6 millones de personas, de las cuales el 15.9% son del departamento de Guatemala, y el 24 %, de los departamentos del occidente con la frontera mexicana. Estos viven legal o ilegalmente en los Estados Unidos y el 54% envía remesas por un total de US$4,000 billones al año.
Ahora están huyendo de Guatemala ante la violencia y la falta de futuro en que los coyotes hacen su agosto. Esto nace con la primera generación de las pandillas en 1962, cuando se formó el frente estudiantil en las escuelas públicas: Fuego. Al terminar el conflicto armado se unieron a los exiliados salvadoreños, donde en Estados Unidos colaboró con el “Movimiento Santuario Católico para Inmigrantes”, que los ayudó a emigrar a California, donde formaron las Maras Salvatrucha y La 18 St. a través de la “mafia mexicana” y la “eMe mexicana.
Se estima que fueron 400,000 los emigrantes de Centroamérica producto de los conflictos, que se refugiaron en México, Belice, Honduras, Costa Rica y Estados Unidos; 45,000 fueron aceptados por Acnur, Comar (Comisión Mexicana de Atención a Refugiados) y se instalaron en 80 campamentos en Tabasco, Campeche y Quintana Roo. Total 200,000, de los cuales 20,000 pobladores de resistencia; 20,000 desarraigados que, presionados por el gobierno mexicano, se desplazaron a EE. UU. utilizando a los “coyotes”.
En Guatemala, al abandonarse los planes urbanos sociales desde 1985 en adelante y trasladarle al sector privado estos problemas, el resultado fue el desastre de la pobreza urbana y violencia que se padece. Así es como empieza la migración de jóvenes que provienen de los procesos del urbanismo informal existente en el país y en especial del área metropolitana. Según el Consejo Nacional de la Juventud (Conjuve), entre el 4% y 7% de la juventud en Guatemala pertenece a pandillas juveniles; según la Cepal, son jóvenes sin oportunidades o experiencia para vivir en comunidad con derechos y obligaciones.
Esta situación ahora ha desarrollado una migración de menores de edad producto de la violencia y exclusión educativa y laboral para gran parte de esta población de Centroamérica. Solo entre octubre de 2013 y el 31 de mayo de 2014 la cifra casi se duplicó a 47,017 centroamericanos; de Guatemala alcanzan ya los 1,600 niños viviendo en albergues (PL). Lo que llevó al vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, a manifestarles a los presidentes de Guatemala, Honduras y EL Salvador que la llegada masiva de menores es un “asunto de gran importancia” para Washington.
Total, nuestras autoridades gubernamentales y municipales deberían realizar planes regionales serios y dejar de soñar que todo lo están haciendo bien.