¿Compasión?

Kajkoj Máximo Ba Tiul

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A madres y padres, cuyos hijos reclaman no haberlos conocido. A las madres cuyo vientre fue profanado. A los bebés cuyo vientre materno no fue suficiente para protegerlos de inhumanos agresores. A los cientos de niños cuya infancia fue pisoteada y arrancada inmisericordemente.

A los hombres y mujeres que ¡sin motivo fueron perseguidos!, ¡sin motivo fueron humillados!, ¡sin motivo fueron sus cuerpos profanados!, ¡sin motivo fueron asesinados! (…). A la fortaleza y valor de abuelos, padres, esposas, esposos, hijos, nietos, hermanos y a todos los que sobrevivieron a esta tragedia, de no olvidar, de no negar a los muertos, los secuestrados, los desaparecidos y que con su esfuerzo derrumban el muro del silencio, del miedo, de la injusticia. (Cecep).

El libro recoge innumerables testimonios, algunos de primera mano y otros tomados de Remhi y del informe de la CEH, que nos narran lo que sucedió en el municipio durante los años fuertes del conflicto armado: “El pueblo de San Lucas Chiacal, municipio de San Cristóbal Verapaz, estaba huyendo en las montañas y en un día jueves, el día 20 de junio 1982, bajaron Elvira Tzalam Pérez, María Elena Tzalam Pérez, Albina Xuc, Herlinda Caj y dos mujeres desconocidas al pueblo de San Cristóbal para comprar comida para consumo familiar. Ellos fueron secuestrados en la comunidad Tucanjá por los comisionados militares (…) Porque ellos pensaron que las mujeres llevarían provisión alimenticia a los guerrilleros. Después las trajeron a la cárcel de San Cristóbal, que era en la municipalidad. A medianoche ellas fueron llevadas a la aldea de Chiyuc donde fueron violadas sexualmente, torturadas y colgadas del pelo amarradas en un camión y luego asesinadas delante de la gente de Chiyuc”. (Cecep).

Hombres y mujeres que solo anhelaban vivir en paz. No eran hombres y mujeres armadas. Lo que tenían como armas eran sus ideas y pensamientos de que Guatemala y su tierra tenían que cambiar. Solo querían un país más solidario y equitativo. Sin racismo y sin discriminación.

Después de todas las evidencias encontradas, donde el Estado fue instrumentalizado para avalar las actitudes salvajes de un grupo de personas y de instituciones, que se adueñaron del país desde 1954, me pregunto, ¿Por qué cuando se recurre a reflexionar sobre el pasado, responden que se está pidiendo venganza?

¿Por qué cuando se lucha para devolverle la dignidad a los pueblos que fueron perseguidos y masacrados, se responde que son ideas de guerrilleros, terroristas?

¿Por qué se pide compasión cuando no se tuvo compasión con las víctimas? ¿Los genocidas no escucharán en sus conciencias los gritos de las víctimas, pidiendo clemencia?

¿Por eso pedimos que termine la impunidad? Justicia es sinónimo de paz.

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