IDEAS

Corrupción offshore

El escándalo de los “papeles de Panamá” ha traído a la palestra el mundo de las sociedades offshore, y muchos tienden a meter a todas en el mismo canasto, pero hay que hacer bien la diferenciación para no tirar al bebé junto con el agua del baño.

Las sociedades offshore —fuera de plaza— son un instrumento legal por medio del cual se establece una sociedad en un país X cuyos accionistas no son residentes de ese país ni la sociedad realizará operaciones en ese país. Como toda herramienta, las sociedades offshore no son inherentemente buenas ni malas y pueden ser usadas para bien o para mal. Un martillo, por ejemplo, puede utilizarse para construir una casa o para partirle la cabeza a alguien. Bajo esa perspectiva, yo encuentro que el uso que se les da a las sociedades offshore se puede dividir en cuatro grandes grupos: criminalidad, corrupción, fiscal y legítimos.

Las sociedades offshore pueden ser utilizadas, y de hecho lo son, para ocultar dinero proveniente de actividades criminales como el narcotráfico y el crimen organizado. Esto es condenable y debe ser perseguido, como lo deben ser los hechos generadores de esos ingresos, es decir, los crímenes.

El segundo uso de las sociedades offshore es el que le dan los políticos corruptos para ocultar el dinero que se roban. Este es un uso generalizado y extendido a lo largo y ancho del mundo. En Guatemala tenemos historias de historias de cómo los políticos corruptos han llegado al colmo de llevarse maletas llenas de efectivo, precisamente a Panamá. Aquí no solo entran los funcionarios y políticos, sino todos sus allegados y “socios” de negocios corruptos, como bien lo demuestran los Papeles de Panamá con los allegados de Putin. Este es un uso tan condenable como el anterior y, de hecho, creería que debe ser al que más se debe perseguir, ya que es la raíz principal de la podredumbre en muchos países.

Luego está el uso de las sociedades offshore para temas fiscales.

Aquí se debe dividir esta categoría todavía más entre evasión y elusión fiscal. Se evade impuestos cuando se evita pagar impuestos que de acuerdo a la legislación se deberían pagar. Se elude impuestos cuando se utilizan los mecanismos que la ley permite para pagar menos impuestos. El primer uso es ilegal, el segundo es completamente legal y, además, legítimo. Desde mi punto de vista, aquí el verdadero problema son los sistemas fiscales opresivos —verdaderos infiernos fiscales— que se tienen en muchos países, y la raíz es el mal llamado impuesto sobre la renta —ISR, que debiera llamarse impuesto al rendimiento de las inversiones—. El día que los políticos, burócratas y tecnócratas acepten cuál es el problema y se elimine o por lo menos reduzca considerablemente el ISR, este tema desaparecerá. ¿Cuándo entenderán que este impuesto reduce significativamente las inversiones y por ende la prosperidad y los mismos ingresos tributarios? Los cientos de miles de millones de dólares que empresas y personas tienen engavetados por culpa del ISR podrían estar generando muchísimos empleos y prosperidad alrededor del mundo.

Y por último están los demás usos legítimos para los cuales se utilizan las sociedades offshore. Entre estos destacan el comercio y las inversiones internacionales, así como la protección patrimonial, que generalmente tiene que ver con la inseguridad física y jurídica que abunda en muchísimos países.

¿Se debe perseguir a quienes utilizan las sociedades offshore para esconder crímenes y corrupción? Por supuesto. ¿Se deben satanizar todas? Para nada. Hay que separar la paja del trigo.

Fb/jjliber

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).