DE MIS NOTAS
Crónica de un naufragio
Trepado en el mástil de esta nave llamada Guatemala que navega sorteando el encrespado oleaje político de las últimas semanas, pienso en Gabo García Márquez y su Relato de un náufrago, obra en la cual el autor describe las vicisitudes de cada uno de los 10 días que enfrentaron los náufragos de un barco, hasta quedar solo uno vivo.
Pienso en ese “uno”… ¿Quién será? ¿Quién se salvará de este naufragio político? ¿Será el presidente Pérez Molina con la guillotina del antejuicio suspendida mientras los tambores tocan al ritmo de drama? ¿Será el diputado Baudilio Hichos, bajo petición de antejuicio por corrupción solicitado por la Cicig, y ¡oh ironía¡, también presidente de la Comisión Pesquisidora que investiga el antejuicio del presidente? ¿Será Sandra Torres, antejuiciada por delito electoral? ¿Será el diputado Gudy Rivera, por tráfico de influencias, o la diputada Emilenne Mazariegos, por el mismo cargo? Y otros más por diversos delitos. ¿Quién será ese “uno” que se salve de la guillotina?
¿Que un “antejuiciado” de la propia Cicig sea el presidente de la Comisión Pesquisidora que investiga a otro “antejuiciado”, en medio de un clima electoral atiborrado de imponderables, tiene los mismos matices de tragedia de lo absurdo que una novela “kafkiana”? Y como en el relato del naufragio, cada día cualquier cosa puede pasar.
En los próximos días la Cicig ha anunciado destapar más clavos de esta caja de Pandora; y el próximo sábado habrá otra manifestación —cada vez más inclinada ideológicamente— exigiendo frente al Palacio la renuncia del presidente Otto Pérez Molina con todo y el bono de “borrón y cuenta nueva”.
Hay una enorme distancia entre exigir la renuncia y el borrón y cuenta nueva que algunos grupos están demandando. Y cuán irónico es que la mayoría estemos de acuerdo en que este país necesita una reforma del Estado porque el sistema está agotado.
En abril de 2009, 73 mil personas —más que las manifestaciones de los últimos tres sábados juntas— presentaron el Proyecto Prorreforma, entre cuyas principales modificaciones están las enmiendas constitucionales para solucionar los problemas que estamos viviendo en estos precisos momentos. Copio parte del contenido de la propuesta:
“Se propone el referendo revocatorio para el Presidente, la restricción del derecho de antejuicio a delitos cometidos en el ejercicio del cargo público (con suspensión en el cargo cuando se decrete auto de procesamiento penal), una jerarquía normativa, la exigencia de mayoría calificada en la cámara legislativa para la aprobación de impuestos, la obligación de publicar los proyectos de ley, la elevación de la edad mínima para ser electo Presidente y Vicepresidente a 45 años, y la declaración de que todo impuesto cesará cumplido su objetivo”.
“Entre las reformas también se pretende que los antejuicios de los magistrados de la Corte de Constitucionalidad (CC) sean conocidos por la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y que los de los magistrados de esta sean conocidos por magistrados de la Corte de Apelaciones. El presupuesto del Organismo Judicial debe ser aprobado por la CSJ e incorporado al Presupuesto General del Estado. Los magistrados de la CC (10 titulares y 5 suplentes) y de la CSJ (15) deberán ser vitalicios, electos por el senado, por sorteo, de nóminas elaboradas por comisiones de postulación, al igual que el Contralor de Cuentas. La CSJ elegirá al Fiscal General, por sorteo, de una nómina preparada por una comisión de postulación”.
Sí. Es irónico. Todos queremos cambios pero hay mucha desconfianza.
Quizás por ahí debamos comenzar.
alfredkalt@gmail.com